Fue una de las mujeres más deseadas por los hombres y llevó el título de sex symbol durante mucho tiempo. Coronada Miss Argentina en 1974, Silvia Pérez no solo se consagró en las pasarelas y en las revistas —llegó a protagonizar una tapa de Playboy— sino que también conquistó la televisión argentina de la mano de los grandes del humor. Su participación como una de las recordadas “chicas Olmedo” la catapultó a la fama, convirtiéndola en un ícono del espectáculo argentino.
Hoy, a sus 69 años, Silvia sigue dedicada a la actuación, pero desde un lugar más alejado del centro de la escena. Invitada especial al living de +Caras (Caras TV), mantuvo una entrevista íntima con Héctor Maugeri donde repasó momentos clave de su vida. Allí, rompió el silencio sobre uno de los vínculos más significativos —y polémicos— de su pasado: su relación con Pablo Codevilla, histórico gerente de programación de El Trece.
Un romance que marcó su carrera
“Tuvimos una relación muy buena, es una de las relaciones importantes en mi vida”, confesó con franqueza. Aquella historia de amor, que fue relevante en su vida personal, terminó con un distanciamiento que, según cuenta la actriz, también impactó en su carrera.
“Me siento incómoda porque, a raíz de nuestra separación, me prohibieron en Canal Trece y en Polka”, aseguró. La exmodelo expresó con claridad la sensación de haber sido marginada del medio sin explicación. “Cada vez que entro a trabajar hago uno o dos capítulos y me sacan”, explicó.

Además contó que enfrentó a Codevilla, quien fue durante años una figura clave en la dirección artística del canal y trabajó codo a codo con Adrián Suar. “Se lo pregunté y él bajó la mirada”, reveló, dejando entrever la incertidumbre aún abierta. “Siento que por él estoy cancelada en Canal Trece”, sentenció.

Silvia, con una carrera construida a fuerza de talento y trabajo, manifestó el dolor que le produjo ser excluida del canal. “Hoy ya no me afecta. Durante mucho tiempo sí… porque yo quería trabajar después de que estuve retirada, pero no me dejaban”, confesó.
Lejos de cualquier resentimiento visible, las palabras de Silvia Pérez reflejan más decepción que enojo. Una herida que quedó marcada no solo por el final de un vínculo amoroso, sino por la manera en que ese final repercutió en las posibilidades de seguir haciendo lo que ama.
MDP

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