El mundo del espectáculo está de luto por la muerte de Antonio Gasalla, el icónico actor y humorista argentino que, a sus 84 años, dejó un legado imborrable en la cultura popular. Con su talento único para transformarse en personajes inolvidables, Gasalla no solo hizo reír a generaciones, sino que también utilizó el humor como una herramienta de crítica social. Entre sus creaciones más memorables se encuentra Flora, la empleada pública, un personaje que nació en plena dictadura militar y que, con su sarcasmo y autoritarismo, reflejó las contradicciones de la administración estatal.
Flora, interpretada por Gasalla en sus programas y en el ciclo de Susana Giménez, era una empleada de mesa de entradas que se negaba sistemáticamente a atender al público. Con frases como “¡Afuera!” o “¡Se van para atrás!”, se convertía en una figura desopilante y, a la vez, incómodamente familiar. Junto a su compañera La González (interpretada por Norma Pons), formaban un dúo que maltrataba a quienes se acercaban a realizar trámites, mientras comían, tomaban mate y simulaban trabajar.

Flora, la empleada pública, además de ser un personaje cómico, era una crítica mordaz a la burocracia y al autoritarismo que permeaba la sociedad argentina, incluso en los años más oscuros de la dictadura. Gasalla supo captar la esencia de ese “poder pequeño” que ejercen algunos empleados públicos, quienes, desde su mostrador, se sienten dueños de un ministerio. “El no te atiendo es su arma, un poder que no tiene”, explicaba el actor en una entrevista, revelando la profundidad de su observación.
El origen de Flora: un aviso en el diario
La inspiración para crear a Flora surgió de un aviso publicitario que Gasalla vio durante la dictadura. En él, un empleado recibía un sello en la frente con la frase “Usted es responsable”. Ese mensaje, sumado a las propias experiencias del actor en oficinas estatales, lo llevó a desarrollar un personaje que encarnaba las trabas y el desdén que muchos ciudadanos enfrentaban al realizar trámites. Flora debutó en el Teatro Maipo en los años 80, antes de saltar a la pantalla chica, y rápidamente se convirtió en un éxito.
De esta forma, el artista expuso la ineficiencia estatal y también exploró la psicología detrás de esos empleados que maltratan al público. “La atención al público es el peor castigo en una cadena de trabajadores. Ese es el trabajador que está en la primera línea de batalla, recibe las balas continuas, queja, queja y queja. La insatisfacción y el odio se sobrealimentan, y el autoritarismo le sirve a la persona para creerse dueña del ministerio”, reflexionaba el actor.
Flora en la pantalla: encuentros con celebridades
Figuras como Ricardo Darín, Gerardo Sofovich y China Zorrilla se sumaron al sketch y se enfrentaron al malhumor de Flora y La González, generando momentos desopilantes que quedaron grabados en la memoria del público. Estos encuentros demostraban la versatilidad de Gasalla para improvisar y su capacidad para hacer reír incluso a quienes compartían escena con él.
Este personaje cómico es un símbolo de una realidad que, lamentablemente, no ha cambiado mucho con el paso de los años. Y es ahí donde radica la genialidad de Gasalla: en su capacidad para crear personajes que, más allá de provocar risas, nos invitan a reflexionar sobre nuestras propias contradicciones como sociedad.
Antonio Gasalla nos dejó un repertorio de personajes inolvidables y, a través de ellos, una lección sobre el poder del humor para cuestionar, interpelar y, en última instancia, liberar. Flora, la empleada pública, con su malhumor y su autoritarismo, seguirá siendo un espejo incómodo pero necesario de nuestra sociedad, recordándonos que el arte, incluso en los contextos más adversos, puede florecer y dejar una huella imborrable.