El día después no fue más “normal”. Aaron le regaló a su flamante esposa un anillo con una esmeralda salvaje. Y le dijo: “Y bueh, así soy mi amor, hago todo al revés”. Lola recuerda: “Fue muy emocionante porque no estaba en mis planes. El siempre me sorprende. Si realmente hubiera pensado o soñado en casarme alguna vez, así hubiera sido la forma perfecta. Mi mensaje para compartir con las mujeres: ‘¡Chicas! Nunca dejen de soñar. ¡Los príncipes existen, aunque a veces creamos que no!’—confiesa antes de describir la reacción de los familiares—. Todos nos llamaban preguntándonos si nos habíamos casado (Risas). Por suerte me conocen lo suficiente como para entender que así siempre fue mi vida, un impulso, pura intuición y adrenalina. No necesito grandes cosas para ser feliz. Me basta con que Aarón me elija cada día, y yo a él”, agrega.
La segunda parte de esta hermosa y loca historia ocurrió en Marruecos, con lo que Lola denomina “una ceremonia espiritual”. “Apenas llegué a Italia en 2000, tuve una amiga marroquí que me explicó la fortaleza de la mujer del desierto y me nombró la palabra ‘Kjmissa’ (La Mano de Fátima), que es una protección sublime. Me encantó y siempre quedó dando vueltas en mi cabeza. Ahora, cuando llegamos a Milán, donde tenía que cantar, se nos dio poder visitar Marruecos al día siguiente. Las niñas estaban en Miami con sus abuelitos. ¡Fue una locura! Le pedí al diseñador Antonio Riva, que había venido a probarme los vestidos para el Festival de Cine de Taormina, que me traiga un vestido que había visto en su catálogo. ¡Se emocionó! Me dijo: ‘¡Te vas a casar!’. Le conté que ya lo había hecho, que ahora iba a una ceremonia a que me bendigan. La cuestión es que llegó con ese vestido increíble y otro más en estilo griego, y me quedaron perfectos. Aarón estaba ahí, mirándome, y el diseñador estaba preocupado porque el novio no debía verme antes de la ceremonia. Le dije que no se angustie porque no teníamos reglas, ni supersticiones, sino sólo amor, rock y diversión”, dice.
Acto seguido, Lola Ponce describe con más detalle “el vestido de la bendición”, una creación en estilo griego con perlas de Brusco, la joyería de sus sueños, en Roma. “Y luego nos abrazó el sol de este oasis en el medio del desierto. Terminamos en el agua del hotel Royal Palm, bañados de alegría y amor. En la ceremonia, ni Aarón ni yo juramos nada, no está en nuestra naturaleza. Pero si existirán entre nosotros eternamente los valores, el amor puro, el día a día”, afirma.
Para semejante ocasión, Aarón Díaz eligió un look en lino blanco del diseñador italiano Ermanno Scervino. La música que imperó fue la del desierto, el viento, el sol, la naturaleza en su mejor esplendor. No asistieron celebridades. “Era nuestra celebración”, aporta Lola, que recuerda que, frente al altar del ritual, el Maestro Espiritual les dio la bendición e intercambiaron vasos de té de menta, gin y miel.. “Con el beso del sol, nos dio la protección de ‘La Mano de Fátima’ y sellamos nuestro amor en el agua. Nada a cambiado desde que nos enamoramos hace cuatro años, todo el tiempo vamos por más”, concluye Ponce.