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ACTUALIDAD 13-02-2018 23:15

Gran casamiento griego: toda la intimidad de la millonaria boda de Vicky Xipolitakis

El valor del vestido asciende a unos 20 mil dólares y la pareja espera hacer una gran fiesta para el verano newyorkino. Enterate los detalles de este gran paso que dio Vicky junto a Javier Naselli. Galería de fotosGalería de fotos

Desde muy pequeña soñó con una boda igual a las de las princesas que veía en los cuentos de hadas que le leía su mamá Helena. Y, testaruda, segura y dispuesta a cumplir todos los sueños de aquella inocente y traviesa niña que fue, Victoria Jesús Xipolitakis (31) finalmente pudo protagonizar su propio casamiento de ensueño.

Con el financista Javier Naselli (52) en enero celebraron un año de amor en el mismo lugar en el que se conocieron, en Punta del Este, después de superar el difícil trance de perder un embarazo. Y allí, solos, en la intimidad, sintieron que ese triste episodio los unía aún más y confirmaba un sentimiento que fue creciendo contra todo vaticinio. Por eso secretamente, casi como un pacto más de amor, decidieron que era hora de legalizar una unión que superó todas las barreras. Y rápidamente, y en silencio, Vicky comenzó con los preparativos para su casamiento.

“Nos casamos el 5 de febrero, alrededor del mediodía, en el registro civil de Tribeca, a siete cuadras de nuestra casa de Nueva York.

Javier me venía pidiendo casamiento desde hace mucho tiempo y después de lo que nos pasó creo que era el momento justo para darle el sí. Eso nos unió mucho más. Así es que viajé a New York lista para casarme. Salí de la Argentina soltera y volveré casada”, cuenta Vicky, hoy ya convertida en la “Señora Naselli”.

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Está feliz. Exultante. Siente que por primera vez pudo guardar un secreto tan importante para su vida. Sentía temor que su alegría y ansiedad la traicionaran y la llevaran a revelar sus preparativos. Ni siquiera su familia, sus papás o sus hermanos, sabían nada. “Hoy me siento una mujer plena. Muy feliz. Decidimos hacer algo muy íntimo, para nosotros solitos. Después, ya con el calor de la próxima temporada, vamos a hacer una gran fiesta en Los Hamptons para nuestros amigos. Y también lo haremos en la Argentina…”, explica la bella mujer rubia. Y, casi sin pausas, cuenta cada detalle del momento más feliz de su vida.

“Javier me venía proponiendo casamiento desde hace tiempo. Y acepté su propuesta porque ahora sí me siento muy segura de mis sentimientos y de los de él. Dicen que el café si lo dejás para mañana se enfría. Y a mi no me gusta dejar nada para mañana. Si el amor lo tengo hoy y estoy convencida porque siento que él es mi príncipe, ¿Por qué no me iba a casar?”, asegura muy convencida de haber encontrado al amor de su vida. “¡Fue una boda mágica. Tuve la boda que siempre soñé..!”, repite para que a nadie le queden dudas.

Y después de aceptar la propuesta de Javier comenzó la tarea más difícil para Vicky: elegir su vestido de bodas. Sin dudarlo, rápidamente, llamó al diseñador argentino Daniel Capri (quien entre otras star suele vestir a Moria Casán y precisamente por quien conoce a Xipolitakis) y juntos comenzaron a dibujar los primeros bosquejos del traje. “Hace dos meses ya mi amiga Vicky me llamó para decirme que se casaba y quería un vestido de princesa. La idea original fue de ella que siempre soñó con un traje así. Yo sólo ayudé a hacer realidad su sueño. Hice un vestido de piel traída especialmente de Rusia.

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Utilizamos 30 metros para el traje y otros 5 para la cola. Nos inspiramos en las zarinas rusas. Fue un diseño principesco con corte a la cintura (a 60 centímetros), con falda triple campana y remate de piel en cuello y puños. Llevó un tocado bombonier también en piel y tul con importantes detalles Swarovsky. Nos llevó muchísimas horas de preparación porque es todo trabajado a mano. Por eso el atelier sólo se dedicó al traje durante ese tiempo. Completó con un ramo tradicional de una clásica casa de Nueva York y unos clásicos zapatos Loboutin“, cuenta el diseñador. Un outfit que aunque ellos prefieren no confirmar podría rondar los 20 mil dólares.

“Ese día me desperté muy temprano y me levanté porque estaba demasiado ansiosa. Y en mi casa recibí a la maquilladora y al peinador, de un staff que trabaja siempre con celebrities como JLo. También vino el fotógrafo que registró cada paso de mi preparación. En todo me ayudó mi amigo Leo, que siempre está a mi lado y que también fue mi testigo. Se apareció de sorpresa y fue mi gran sostén porque estaba muy nerviosa”, relata aún con la excitación lógica por semejante evento.

“El vestido me lo hizo en la Argentina Capri, con un diseño muy de palacio, de reinas y princesas. Porque yo siempre le pedí a Dios casarme y encontrar mi gran amor, mi príncipe azul y formar mi propia familia. Por ahora, faltan los bebés. El diseño de Capri lo completé con un ramo de rosas rojas que es con el que me esperaba Javier en la puerta del Civil. Fue una gran sorpresa porque en el centro de las flores había un diamante. Todo fue de cuento… Yo salí de mi casa en un Rolls Roice blanco, antiguo, que tocaba la marcha tradicional de casamiento. Y la gente me iba gritando ¡Love, Love! A mi paso y felicidad”, cuenta sin perder el entusiasmo y reviviendo cada emotivo momento.

“Mi familia se enteró en el mismo momento en el que me estaba casando. Porque esto fue algo sólo para nosotros. Más adelante vamos a hacer una gran fiesta en la casa de Los Hamptons para todos los amigos y próximamente nos vamos a casar en la Argentina para la familia. A mis papás se los conté por video llamada cuando iba en el auto para el Registro Civil ya vestida de novia. ¡Todos quedaron en shock, paralizados! Y para que de alguna manera estuvieran presentes, los puse toda la boda por ‘face time‘. Después me dijeron que no pudieron dormir en toda la noche por lo acelerados y conmovidos que quedaron”, repite y explota en una de sus grandes y tiernas carcajadas.

“Cuando llegué al Registro Civil Javier ya estaba en la puerta con su ramo de flores rojas con sorpresa y me dijo que a las dos cuadras ya escuchó la música y se empezó a reir porque dijo “¡Ahí viene Vicky!”. Al llegar me colocaron una alfombra roja para que bajara. Me recibió Javier y nos emocionamos mucho. Estábamos re nerviosos los dos. Nos abrazamos muy fuerte y entramos juntos al imponente edificio.

Ahí tuvimos que hacer trámites, firmar unos papeles y después nos llamó el juez. Nos hicieron pasar a un gran salón y empezó a hablar el juez. Y como en las películas nos dijo: “Si alguien tiene algo que decir que hable ahora o que calle para siempre…” Todo en inglés, obvio.

Después nos hizo repetir que nos íbamos a cuidar y a respetar mutuamente siempre. Dimos el “Sí, quiero” y nos dijo que el estado de Nueva York nos declaraba marido y mujer. Que ya estábamos casados. Les pidió los anillos a los testigos, Leo por mi lado, y Carlos, el hermano de Javier, por el suyo. Las alianzas las compramos en Tiffany de Canadá, en un viaje que hicimos hace unas semanas.

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El juez firmó todo y nosotros nos abrazamos re felices. Nos besamos y hasta lloramos. En el momento de ponernos las alianzas se nos llenaron los ojos de lágrimas. Nos dijimos “Te amo” y estuvimos un rato muy largo abrazados. Cuando nos soltamos hasta el juez se había ido y estábamos los dos solitos… (Risas) Salimos para irnos y en la puerta los testigos nos tiraron pétalos de rosas blancas y arroz que tenían en unas canastitas. Entonces nos subimos al auto y comenzó a sonar de nuevo la música de casamiento. Ibamos saludando y la gente nos tiraba besos y gritaba “LOVE”. Todo muy Nueva York…”, relata Victoria parte de su historia de amor. Como marca la tradición, la novia paseó por el Central Park en un tradicional carruaje tirado por caballos y recorrió parte de sus imponentes jardines, hoy cubiertos por la nieve, donde se tomó fotos para su album de recuerdos.

“Después nos fuimos a casa, donde yo había dejado preparado todo para un festejo muy íntimo. Decoré el departamento con globos y pétalos blancos, bien de boda. Teníamos champagne y una torta con una divertida parejita de novios arriba. Brindamos, comimos y allí pasamos nuestra noche de bodas para la que también tenía mi ajuar preparado y sorprendí a Javier. Para nuestra primera noche como marido y esposa preparé toda la habitación con pétalos y globos blancos y me puse una ropita interior rojo pasión. Debajo del traje de novia tenía una bombacha azul para cumplir con la tradición y tener éxito y felicidad en nuestra pareja. Así lo leí en google y yo cumplí con todos los ritos porque quiero que nuestro matrimonio sea muy feliz“, revela con su acostumbrada pícara mueca.

Por ahora la pareja debe volver a concentrarse en su trabajo y por esa razón la luna de miel quedará postergada para más adelante. “Para nuestra luna de miel me gustaría ir a Jerusalem para bendecir los anillos y nuestra unión pero por ahora me dijeron que es muy peligrosa esa zona, así es que tendremos que esperar un poco. Nosotros queremos festejar nuestro amor y unión en todos lados y en todos los países y con todos los que nos quieren. Esta unión y ceremonia tan íntima fue sólo para nosotros. El Civil en sí era un trámite pero yo quise armar todo para que fuera mágico. Era algo chico sólo para nosotros y yo hice algo grande para nosotros. Lo armé con la magia y mucho amor. Y ahora ya estoy casada. Ya soy una señora y nadie puede cambiar eso”, asegura Vicky con el certificado de casamiento en sus manos.

“No lo hicimos ante Dios pero días antes de la boda hablamos por ‘face time’ con un cura amigo de Javier que nos dio mucha paz. Nos dijo unas palabras hermosas y bendijo los anillos. Mi boda fue bastante virtual; sólo estuvimos los novios y los testigos, porque los invitados y consejos fueron por ‘face time‘… Como es la vida hoy”, concluye la señora Victoria Jesús Xipolitakis de Naselli.