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CELEBRIDADES 21-08-2017 18:25

La millonaria vida de reina de Vicky Xipolitakis y su novio

Abre las puertas de la mansión de Los Hampton, las espectaculares fotos de su vida de fantasía. Galería de fotosGalería de fotos

Vicky se despierta cerca del mediodía (porque algunas costumbres nunca se cambian), bebe apenas un café, se calza unos jeans con su remera preferida de la última colección de CH y sale a caminar por Tribeca.

Un luminoso piso en el Lower Manhattan, el barrio de moda ubicado al sur del Soho de Nueva York (donde tiene vecinos como Robert De Niro –en cuyo restó suelen comer-, Scarlett Johansson o hasta Leonardo Di Caprio), es uno de sus nuevos hogares en la flamante etapa de vida que Victoria Jesús Xipolitakis (31) comenzó.

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Desde hace casi 6 meses, la mujer rubia, escultural que, en algún momento llegó a ser sinónimo de escándalos, decidió alejarse de todo. Durante el último verano, en Punta del Este, conoció a Javier Naselli (52) —hombre de las finanzas que trabaja en un importante banco mundial— y se enamoró. El sentimiento fue recíproco y tan fuerte que ya la pareja no volvió a separarse.

Y hoy sus glamorosos días se dividen entre Nueva York, sus fines de semana en la casona que él tiene en los Hamptons (la zona campestre elegida por los millonarios, a sólo dos horas en auto de la ciudad) donde cría caballos y juega al polo, y esporádicas visitas a la Argentina.

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Más allá de alguna escapada en avión privado a glamorosos eventos en los que se pueden codear desde con Carlos Slim (77), el quinto hombre más rico del mundo (con quien se vieron en una boda en Monterrey), con el polista “Nacho” Figueras y su mujer Delfina Blaquier o hasta con Nicole Kidman. Así es la nueva vida. Está cambiada. Su carcajada ya no es tan estruendosa. Su Make Up es casi imperceptible. Habla más pausado y luce su melena rubia recogida.

“Todos los años cambio. Pero quizás ahora cumplí los 30 y la nena que era se convirtió en mujer. Hoy me siento muy segura de mí misma. Sé a dónde apunto y hacia dónde quiero ir. Pienso en grande. Antes me pasé mucho tiempo jugando. Pero no perdí mi sonrisa ni mi felicidad porque ese es mi motor. Siento que son etapas en la vida y ésta soy yo, no un personaje. Hoy estoy muy alejada de los escándalos y no volvería por nada a aquella locura que viví. Me parece que es un desgaste de energía que te pone fea, vieja, mala… Y la vida es demasiado linda para malgastarla en eso. Creo que era mi personalidad para ese momento de mi vida que hoy es parte del pasado”, expresa Vicky.

Ganó belleza y estilo. A su paso, continúa llamando la atención de mujeres y hombres por igual. Tampoco en sus jornadas de shopping por la Quinta Avenida resulta inadvertida. En las más exclusivas tiendas ya la conocen y sonríen cuando recuerdan que en su primera visita llenó la ficha de clienta poniendo en “Ocupación: Celebritie”.

“Viajé mucho pero ahora tengo mi casa en Nueva York con Javier y en Buenos Aires con mis papás y estoy más tranqui. Quizás un poco también en mi cambio haya tenido que ver quien me acompaña. Cuando nos conocimos en Punta del Este no pasó nada, sólo empezamos a hablar y me pareció muy caballero. Recién a los tres meses pasó lo que tenía que pasar. Después no quise separarme más de él. Es un hombre totalmente diferente a mi. En lo único que nos parecemos es en ser buena gente. Después, Javier es lo opuesto a mí. Es perfil bajo y parece frío y calculador. Yo soy caliente y cero calculadora. Sus ojos me dieron mucha paz y me conmovió su humildad. Tiene una mirada muy noble. Siento que su amor es verdadero y que me llena”, cuenta la renovada mujer mientras mueve delicadamente sus manos.

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Y la pregunta es inevitable. Sus costumbres, su vida y sus amistades ya no eran las mismas. Ni siquiera el ámbito en el que se movía, donde muchas veces no sabían quién era.

“Eso seguramente me ayudó mucho… -dice con una gran sonrisa- Porque yo lo acompaño a todos lados. Obvio no a su trabajo. Pero sí a las reuniones sociales con gente muy diferente a la que estaba acostumbrada a frecuentar. Al principio pensé que no me iban a registrar ni dar bolilla. Sin embargo fui bienvenida de entrada y les caí muy bien y eso que los americanos son lo menos demostrativos que conocí. Pero soy viva y hablo poco y escucho mucho. Javier me había ‘coucheado’ un poco y me recomendó que si me preguntaban por él, sólo dijera ‘es un hombre de finanzas’. Pero como yo no puedo seguir libretos o decir frases estudiadas, la primera que me mandé fue decir ‘Javier es muy tranquilo como buen hombre de fianzas que es’ (o sea que entendieron como que sacaba presos…). Fue terrible pero a la vez muy gracioso. Porque soy espontánea y lo hice desde el amor. Equivocándome pero siendo real. Pero ahora me convertí en una esponja. Absorbo todo lo que me conviene y me puede servir y estoy aprendiendo a hacer negocios. Me estoy educando y orientando para poder hacer cosas buenas para mi futuro”, cuenta Vicky a borbotones sus nuevas experiencias. Esas también que la llevaron a meter la pata en más de una oportunidad y a superar perjuicios.

“Quizás en ese punto es en el que más me sirvió que no me conocieran porque podría haber prejuicios por venir del mundo del espectáculo, por ser una vedette. Por eso al principio iba toda tapada a los eventos… Me vestía abrochando hasta el último botón. A la boda en la que nos encontramos con Slim, por ejemplo, fui con un vestido Carolina Herrera, divino, casi cuello alto y ni hablaba. Y todos le dijeron a Javier ‘¡Qué hermosa mujer!’ Yo me sentí divina”, confiesa mostrando que su humor chispeante sigue presente.

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Cuando ella llegó, en el piso de Tribeca ya estaba todo decorado y armado para la vida de un hombre solo. Sin embargo Vicky se adueñó de una habitación y la vistió según sus gustos, toda en blanco, y allí, en dos placards enfrentados en un largo pasillo, hoy guarda de un lado, sus vestidos cortos y escotados de su vida anterior, y del otro, sus diseños de firmas exclusivas.

“La convivencia se fue dando sola. No podíamos estar separados y las ganas de estar juntos el mayor tiempo posible nos hizo nómades. Yo me adueñé de una habitación de su casa que no se usaba. Porque, para evitar problemas de convivencia, cada uno tiene su propio espacio y se respeta. El se levanta a las 6 de la mañana para leer el diario, se lava los dientes con el cepillo electrónico que hace ruido y a mi me gusta dormir. Me quedo hasta las 3 ò 4 mirando fotos, revisando papeles o estudiando algún nuevo negocio para hacer y me levanto al mediodía. Tenemos horarios muy distintos y dormir juntos, en el mismo cuarto, nos traería muchas discusiones. Por eso a la noche comemos juntos, miramos una peli abrazaditos, hacemos lo que tenemos que hacer… y, cuando llega el momento de dormir, me voy corriendo, descalza, a mi cuarto y allí sigo despierta hasta las cuatro más o menos. A Javier le gusta que duerma con él pero yo no puedo arrancar tan temprano”, confiesa como parte de una intimidad que en su presente es muy bien guardada.

Aunque le cuesta mucho levantarse, Vicky también cuenta que como parte de esta nueva vida volvió a la escuela. “¡Los viajes me abrieron la cabeza! Vi que hay personas con otra manera de pensar, otras culturas… Por eso también quiero prepararme y estoy estudiando inglés para manejar bien el idioma y poder participar en todas las charlas. Me compré una mochilita, cuadernos y lápices de colores para volver a la escuela. Porque en los eventos me limito a lo formal y en Los Hamptons, menos mal, muchos hablan español. Y, cuando no sé, me hago entender con señas”, asegura con su mejor sonrisa.

Y, los fines de semana, cuando la pareja se refugia en su casa de campo, de dos plantas, con piscina y cava, donde descansan las Ferraris que atesora Javier y donde tiene su haras, con caballos de polo, deporte que es su gran pasión.

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“Javier juega muy bien y me puso un profesor para que yo aprenda a jugar polo. Desde chica sé cabalgar porque lo hacía en el campo que tenían mis papás. Allá él se desenchufa porque trabajar con números es muy estresante. Y yo estoy feliz porque te cruzás con todas las celebrities. La otra vez le prestamos un caballo a Madonna para que salte y yo se lo bañé… ¡Lo único que sé es que los profesores que no tuve de chica, los tengo todos juntos de grande..!”

—Y hoy, cuando mira para atrás, ¿Se arrepiente de algo de lo que hizo?

—No. Si miro para atrás veo una vida divina. Todos los golpes me hicieron madurar. Yo siempre me la jugué por lo que creí. Si me tengo que arrepentir de algo, es de haber sido inmadura. Por ahí me equivoqué en creer en las personas que se me acercaban. Todos somos humanos y nos podemos equivocar más de una vez. Cuando lo hice pedí perdón. Porque no está bueno cometer errores pero eso también nos hace más humanos. Me sirvió para crecer. Aprendí que no siempre tengo la razón. No soy rencorosa, ni orgullosa, ni soberbia como para no decir ‘perdón, me equivoqué’ y así poder ser mejor persona. Me gusta ser real. Me pasan cosas en la vida pero por ser torpe. Me equivoco, meto la pata, rompo cosas pero todo lo hago con el corazón.

—¿Se siente más madura?

—Sí. Son etapas de la vida. Cuando era chica andaba en triciclo, luego en bici y hoy creo que voy corriendo. Mi vida es maravillosa y, si tuviera que escribirla, sería un cuento. Claro que si escribo un libro tendría que contar todo, lo lindo y lo no tanto. Y hoy prefiero callarme esas cosas. No es que me autocensuro. Creo que si hablo volvería a provocar y buscar conflictos. Y hoy no quiero nada de eso. No elijo nada que me traiga lío. La vida me tocó con una varita mágica y soy feliz. Puedo elegir qué hacer y con quién hacerlo. Si hasta Javier es el primer hombre al que le cocino…

—¿Cómo es la vida junto a Javier?

—El es muy tranquilo. Al principio no entendía nada de lo que hacía, ni mis chistes. Tenemos formas de ser muy distintas pero el amor equipara todo. Y es importante porque si fuera igual a mí sería todo muy aburrido. El me baja y yo lo subo. Siempre le digo que sus amigos le conocieron los dientes estando conmigo. Porque recién entonces empezó a reir. Yo siempre soñaba con un príncipe, como en la película de la princesa y el sapo. Entonces le pedía a las estrellas que me manden uno. Y así fue. Lo conocí como un sapo y hoy es un príncipe. Soy muy cariñosa y veía que él no me acariciaba. Porque no sabía hacerlo. Siempre apostó al trabajo y hoy lo está haciendo a la parte humana. Somos el yin y el yang. Yo soy su niña-mujer y él es mi hombre. Antes, delante de la gente, ni me abrazaba. Ahora lo hace y hasta me besa. ¡El es muy correcto y yo muy incorrecta! Pero nos igualamos en el amor. En ese punto nos encontramos. Los dos tenemos corazones enormes. Es muy exitoso, reservado y perfil bajo. Todo lo contrario a mi.

—Está muy protegida por él pero ¿No se siente una mantenida?

—Yo siempre fui una mantenida pero de mi papá. Los novios me pueden hacer regalos porque me gusta que me traten como a una reina. Pero de mi novio sólo quiero que me llene de amor, que es lo primordial en mi vida. ¡También que me cumpla algunos caprichitos está muy bien! Pero no me siento una mantenida; eso me suena como que tuviera un respirador. Obvio que si vivo con él tengo casa y comida. Pero nunca usé mis armas de seducción para que alguien me mantenga. Sí me alimenta el ego que él me quiera ver bien para presentarme a sus amistades como su bella mujer. Claro que yo soy coqueta primero por mí y después por el resto. ¡No estaría al lado de alguien por su dinero! Sí yo tenía todo lo que me daban mis papás. Ojalá Javier sea el hombre de mi vida pero no por lo que posee sino por lo que tiene adentro. El es un señor y me hace crecer en todos los aspectos. Yo siempre voy a ser “la nena” de mi papá. Aunque la vida y la calle me hicieron crecer y encontrarme con diferentes personas que fueron mis parejas. Pero de todas aprendí algo y me hicieron más mujer, por eso les agradezco. A mí la vida me devuelve tres veces lo que doy. Con el tema plata pienso en el hoy porque mañana no sé si voy a estar. El dinero sólo sirve para estar mejor o peor. Todos trabajan para tener más plata que para mí es sólo un papel por el que mucha gente se termina matando. Yo busco el amor; la plata me distrae para hacer compras pero termina siendo sólo un maquillaje.

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—¿Le sirve también para vestirse con diseñadores exclusivos?

—No me gusta hablar de lo que gasto pero los gustos me los doy en vida. Cuando puedo me compro lo que me atrae que puede valer un dólar o cien mil. Javier no me regala porque dice que yo me sorprendo sola con lo que me gusta tener. A veces soy un poquito caprichosa. Pero él aprendió a sorprenderme con otras cosas. Por ejemplo, haciéndome un camino con pétalos de rosas o dejándome un cartelito con un “Te amo”. Y todo eso yo lo valoro el doble porque cuando lo conocí era cero demostrativo y veo que es un paso gigante en su vida. El fue educado así, muy prusiano, y se dedicó a los números que son muy fríos. Entonces no estaba acostumbrado a acariciar o a decir “Te amo”. Y a mí esas cosas me encantan. Soy re sentimental y espontánea. Un día le llené toda la casa de globos para celebrar nuestro día. Para él todo lo que hago es muy loco pero se está acostumbrando y aprendiendo. ¡Si hasta se tatuó mis iniciales pero en su tobillo para que no se vea mucho! Y eso para mí fue un gran acto de amor.

—¿Ya planean una gran boda?

—Siempre soñé con mi casamiento. Me costó mucho encontrar con quien… Javier me lo propone todos los días pero me lo pide sin un anillo y yo le digo que tiene que ser una propuesta seria porque antes nos tenemos que comprometer. Espero que la vida me sorprenda, como lo hizo siempre, con cosas muy buenas y, en algún momento, también con un hijo. Ese sería un broche genial para nuestra historia.

—Y profesionalmente ¿Cómo vislumbra su futuro?

—Tengo ganas de hacer cosas que no hice hasta ahora. Porque sino siento que volvería al pasado. Me ofrecieron una película de terror y me interesó el proyecto. También extraño mucho el teatro pero no quiero hacer cualquier cosa. En Broadway veo obras que me encantaría llevar a Buenos Aires, como así también una línea de cosméticos. Quiero hacer algo que me de un escalón más en la vida. No cualquier cosa. No deseo retroceder, sí elevarme. Entendí que todo lleva un tiempo de elaboración. Yo probaba todo rápido y pasaba a otra cosa. No tenía paciencia. Hoy pretendo algo serio y firme. También estoy hablando para ver si hago una línea de joyas. Hago lo que me gusta pero si es negocio, si me deja algo. Por eso también voy a crear la Fundación con mi nombre para ayudar a los niños que lo necesitan.

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