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ACTUALIDAD 17-06-2018 10:12

Fernando Burlando un apasionado del agua, abre las puertas de su lujosa casa

El abogado más famoso de la Argentina, afirma que la natación es su cable a tierra ¡Mirá! Galería de fotosGalería de fotos

Durante los últimos 25 años se transformó en base a su amplio conocimiento de las leyes y su pasión para trabajar, en uno de los abogados más prestigiosos y solicitados del país. Se recibió muy joven, Fernando Burlando (53) y construyó una carrera sólida e inquebrantable. Cuenta con dos estudios jurídicos, uno en Capital Federal y otro en la Provincia de Buenos Aires. Su labor comienza a primera hora de la mañana y termina en las últimas horas de la noche.

Amante del deporte, el abogado tiene una faceta poco conocida: su amor por el agua, más precisamente, por la natación, actividad que tres o cuatro veces por semana entrena en la pileta de su casa que cuenta con dos turbinas para nadar contra corriente y realizar un duro entrenamiento: “Nado desde muy chiquito, fue mi primer contacto con el deporte, mis padres me motivaron a aprender a nadar y me recibí de Guardavidas en Estudiantes de la Plata, llevó la natación en mi ADN”, resume el doctor que recibió a CARAS en la intimidad de su hogar.

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—¿Recuerda cuando comenzó a nadar?

—No había cumplido los seis años y empecé a nadar y a competir para el Jockey Club. Desde ese momento no paré nunca, es como una terapia para mí.

—¿Es verdad que fue guardavidas y que hasta ejerció la profesión?

—Sí es verdad que me recibí de guardavidas y trabaje en el Golf Norte de Pinamar tres años seguidos, antes de recibirme de abogado. Tenía 17 o 18 años. Hice el curso en Estudiantes de la Plata que era el curso que proveía la Cruz Roja en la provincia.

—¿Qué recuerda de su época de guardavidas?

—Recuerdo muchas cosas y desde que me hice conocido, muchas familias me han contactado y recordado cuando salvé a sus hijos perdidos en el mar o tuve alguna incursión de salvamento. Es algo muy emocionante. También me llama gente de Pinamar y me recuerda que era el último que se iba de la playa. Para mí el trabajo de guardavidas era cosa seria, hasta que no salía el último del mar no me iba.

—Hoy cómo es su ritmo de natación? Porque pasaron muchos años de sus largos tiempos de entrenamiento…

—Nado tres o cuatro veces por semana a contra corriente con dos motores que tiene la pileta. El cuerpo tiene memoria y recuerda la capacidad física y aeróbica. Uno puede nadar pasado de peso, estresado; el agua es un elemento muy noble. En 45 minutos supero los tres kilómetros nadando regularmente. Igual nosotros medimos el tiempo en la pileta, no la distancia. Es nuestra forma de entrenar. Con Diego Cogliandro y “el Oso”, mi kinesio y mi entrenador, me hacen un sistema de entrenamiento muy atractivo con potencia y capacidad aeróbica.

—¿Su entrenamiento en la pileta lo combina con alguna alimentación en especial?

—No tengo una dieta o una alimentación especial que combine con mi entrenamiento. Como sano por un tema de salud. La salud es algo que no tiene precio, es invaluable. A veces se distorsiona la imagen y porque uno tiene algún que otro músculo que se nota y los demás piensan que los tenés para mostrarlos, pero la realidad no es así, los músculos son producto del entrenamiento y la buena alimentación. Yo jugué mucho tiempo al fútbol, al squash y por su puesto al Water Polo y ahora hago Kitesurf. Eso me hace ganar mucho equilibrio en la vida. El entrenamiento siempre tiene que ver con la salud, no con sacar músculos a lo loco.

—Muchas personas concurren al psicólogo como terapia, ¿En este caso se puede afirmar que la natación es su terapia?

—Sin dudas. Terapia no hago, la mía está en el agua. En la pileta. Arranco a las 7 de la mañana con una energía y unas ganas terribles. Igualmente soy una persona que se acuesta muy tarde y a veces me cuesta levantarme, pero a los 5 minutos que me levanté ya estoy con la cabeza en el agua. Como si fuera un trabajo.

—¿Cuando no está en la pileta prefiere nadar en el río o en el mar?

—Me gustan los dos ámbitos, crecí nadando en el mar como guardavida pero hoy el río es donde más me muevo. Cada vez que hay viento voy a las aguas de San Isidro a practicar Kitesurfing. Lo que tiene el río es que como hay mucha corriente se requiere de más fuerza para nadar.

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—Lo saco de la pileta para llevarlo a su vida personal, ¿Cómo está hoy su relación con su pareja, Barby Franco?

—La verdad que diez puntos. Llevamos seis años y nos complementamos muy bien. Ella es una mujer que me brinda mucha alegría, mucha contención y sobre todo mucha felicidad.

—El año pasado se iba a casar con ella en Las Vegas pero a causa del atentado que hubo en esa ciudad cuando un francotirador abrió fuego y ocasionó varias víctimas fatales, lo suspendieron. ¿Este año lo concretarán?

—Sí, estamos en eso, yo me quiero casar en septiembre y ella quiere hacerlo en octubre o noviembre. Hoy la discusión es esa (risas). Todavía recuerdo el terror que vivimos en Las Vegas.

—¿Qué tiene Barby que hace que usted llegue al altar?

—Incontables cosas. Ella estuvo en los momentos más críticos de mi vida. En el 2014 antes del Mundial estuve internado por una intoxicación y Barby me llevó justo a tiempo al hospital y salvó mi vida. Yo pienso que estar al lado mio debe ser algo muy complicado. Tiene la capacidad de darme mucha felicidad y alegría. Ella no tiene momentos de bajón, de angustia. Está siempre feliz y es una tremenda mujer. Tiene todas las cualidades y a mí me mata la alegría con la que vive.

—¿Por qué piensa que con el correr de los años sigue siendo uno de los abogados penalistas más prestigioso y solicitado del país?

—Porque creo que la gente ve que trabajo en serio y con mucha pasión y ganas. La diferencia fina entre los profesionales se marca cuando el abogado no sólo te ofrece su cabeza, sino también su pecho y su alma y yo soy así. Nosotros en mi estudio hacemos las cosas así, somos un equipo, no es sólo Fernando Burlando. Tengo gente importante alrededor mío. Todos trabajamos con mucho placer y a gusto. Cuando vos haces un cocktail con gente capacitada y que deja el alma por su trabajo es muy difícil perder.

—¿Alguna vez se arrepintió de algún caso que haya tomado?

—No, la verdad es que nunca y te digo más si pudiera volver el tiempo atrás rogaría por vivir lo mismo que viví hasta ahora. La vida fue muy generosa conmigo y si tuve otra vida anterior a esta la debo haber pasado muy mal (risas) porque en esta sólo he recibido caricias.

por Federico Levin

F. DE BARTOLO/PERFIL

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