jueves 25 de abril del 2024
MODA 09-08-2020 10:50

Angie Landaburu abre las puertas de su imponente piso de Miami

La influencer esposa de Tomás Eurnekian muestra la intimidad de su hogar en la ciudad ubicada al sur de la Florida. Galería de fotosGalería de fotos

El advenimiento de la pandemia trastocó muchos hábitos de vida, y para mucha gente significó un cambio absoluto en su quehacer cotidiano. Así lo experimentó Angie Landaburu (27), quien en plena actividad trotamunda por Europa y los Estados Unidos terminó refugiada con su marido en Miami, donde Tomás Eurnekian (28) desarrrolla su actividad profesional vinculada con la Corporación América. Instalado en una primera línea al mar, el sobrino nieto de Eduardo Eurnekian (87) cobija en su departamento a su mujer, quien gracias al coronavirus configuró una situación que ninguno de los dos preveía cuando planificaron el 2020. “La cuarentena me hizo ser más hogareña, dejar de pensar tanto en lo próximo y conectar más con el momento. Y con Tomás adelantamos nuestra luna de miel, nos debíamos tomarnos un tiempo para nosotros después de la vorágine del casamiento y de tanto trabajo”, confesó la influencer desde Miami cuando el virus comenzaba a acecharlos, aún sin tanta propagación como la que se registra ahora.

   Lo cierto es que las circunstancias la llevaron a anclar en la ciudad del sol, y por primera vez en años Angie se enfocó ciento por ciento en su vida puertas para adentro. Además de su predilección por el apasionante mundo de la moda, la cocina y la decoración pasaron a interesarle más de lo que habitulamente la movilizaban. “Al principio lo tomé como una manera de generar una actividad extra, pero ahora también me parece un mimo a la pareja”, reveló sobre sus nuevos pasatiempos. Y así como los ingredientes orgánicos le develaron el sueño, también la ambientación del piso que comparte con su marido ocupó buena parte de su tiempo. Sobre una escenografía minimalista y monocromática, con el blanco, el habano y el gris como protagonistas, los pisos de mármol y la imponente vista al mar son una carta de presentación insoslayable cuando recorre su departamento. El sólo hecho de levantarse, desayunar y contemplar la inmensidad del océano la ayudan a contener la ausencia de una vida social a la que tanto se acostumbró: “Encontrarte de la nada con proyectos cancelados e incertidumbre puede ser frustrante. Pero a los pocos días empecé a darle lugar a esta introspección y a la posibilidad de conectarme más con mi pareja. Además retomé la guitarra, que hace tiempo no tocaba, o me la paso dos o tres horas leyendo un libro, algo que solo hacía cuando volaba. Conocer la sensación de no tener horarios es algo increíble”, admitió mientras se apoya sobre la mesa de pool que decora un espacio marcadamente net, con toques clásicos como un sofisticado piano de cola.

   El devenir de la pandemia, que en el estado de La Florida tuvo tantas idas y venidas con respecto a reglas y protocolos, fueron adaptando a Angie a su nuevo hábitat. Y sin darse cuenta le fue agarrando el gustito a la ciudad, disfrutando cada vez más de la playa y del contacto con la Naturaleza, o descubriendo nuevos pasatiempos como el salir a navegar. “Vivir en Miami me abrió la cabeza, conocí una ciudad nueva, pero en especial gente distinta, ajena a los círculos en los que siempre crecí”, reconoce. Enfocada en su trabajo de influencer relacionada con la moda, se armó una rutina de actividades en la que encontró tiempo para todo: “Me apasiona lo que hago y puedo trabajar muchas horas seguidas”, dijo satisfecha con las valiosas experiencias que le deparó la cuarentena. Devota de las marcas argentinas, las que suele lucir con orgullo en las grandes vidrieras internacionales, apoya el movimiento de la moda sin género, valora cada vez más las prendas sustentables y se suma a quienes sostienen que repetir vestidos está bien visto: “Cuando me enamoro de una prenda me gusta usarla muchas veces. En Instagram muestro mucho cómo con un solo ítem podés armar diferentes looks”, asiente, y repasa con orgullo una de las debilidades de su piso de Miami, el vestidor: “Con mi marido siempre decimos que cada uno tiene sus puntos de negociación en la pareja. ¡El vestidor fue el mío!”, asegura sobre un espacio que cuida con devoción y en el que llega a separar la ropa por sus colores.

   Inspirada en lograr una armonía a la hora de combinar moda y ambientación, Angie se refugia en la sencillez cuando debe recibir en el departamento a amigos o gente de confianza. “En casa no estoy nunca con el teléfono en la mano, y si invito amigos recibo en pijama”, afirma sin eufemismos. Inseparable de su chihuahua Alaia, bautizado así en honor al recordado diseñador tunecino Azzedine Alaia, Landaburu aprendió durante la pandemia una impensada lección de vida. Y así como en la economía se dice que toda crisis es oportunidad, lejos de someterse a las inclemencias del virus descubrió que detrás de la oscuridad había mucha luz.

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