Terminadas las semanas de la moda queda claro que en cuanto a tendencias no se ven grandes cambios. El siglo XXI no trae moda nueva; todo se repite en una suerte de resurrección del pasado que, colección tras colección, genera algunas jugadas estratégicas por parte de algunas marcas.
Repasando un poco las pasarelas europeas primavera/ verano 2020, encontramos un Saint Laurent con Vaccarello a la cabeza que nos encandiló con un espectáculo de haces de luces que realzaban shorts de cuero negro y botas de caña alta. Blazer estilo smoking oversize y toneladas de brillos. Géneros pesados en pana y colores oscuros combinados con camisa blancas, nos mostraron looks que se veían elegantes y actuales, pero que se alejaban definitivamente de una temporada primaveral y veraniega, donde el calor no permitiría llevar semejantes prendas.
Saint Laurent le abre el juego a diseños en donde lo comercial se antepone a la estación de año que se presenta.
Isabel Marrant, sin embargo, mostró su característico estilo chic y relajado, con géneros más ligeros en sus texturas y “prints” más primaverales. Una vez más las botas de caña alta dijeron presente como parte del show que, en un entorno caluroso, sería poco probable llevarlas. Shorts y sandalias, flores y figuras geométricas también formaron parte de esta colección donde el “effortless chic” tan típico frances estuvo a la orden del día.
Balenciaga, por su parte y en línea opuesta a lo que alguna vez fue esta gran casa de moda de estilo refinado, sofisticado y piezas comparables a obras de arte, nos deja un show andrógino y una estética que juega con la obsesión de la sociedad por la cirugía estética. Sus modelos caminaron con labios hinchados, pómulos maléficos, y ese misterio tan peculiar que Demna Gvasalia nos regala últimamente en piezas por demás “oversize”, y muestran una suerte de obsesión de construir y experimentar con prendas de mayor volumen.
Hacia el final vestidos voluptuosos de gala estilo muñeca de torta con faldas estáticas sobre enormes crinolinas en forma de campana, cerraron la pasarela en colores vibrantes y una desfile peculiar, interesante y novedoso.
Dior de la mano de Maria Grazia Chiuri nos sumergió en la fantasía. La magia de un jardín inclusivo de árboles inspirado en fotografías del archivo de Catherine Dior, la hermana de Christian Dior, quien adoraba las flores de su jardín y eran su pasión, fue el marco poético de su fashion show.
Colores naturales, rafia, flores bordadas, seda cruda, faldas, trajes de línea “New Look”(ya un clásico incorporado en sus colecciones), que junto al arte del “layering” lograron looks más casuales sin perder sofisticación. Una mezcla urbana y “campiña chic” fluida y maravillosa.
Balmain por su parte apostó mucho al blanco y negro en motivos circulares, y por momentos sus prendas parecían salidas de un cuadro surrealista. La colección fue un homenaje al estilo de finales de los ‘90 y a primera década del siglo XXI, visto a través del prisma de la cultura pop.
Su director creativo, Olivier Rousteing crea sus propios códigos haciendo de Balmain una marca que no sigue las tendencias.
Valentino, con Pierpaolo Piccioli al timón, tomó siluetas cotidianas. Camisas, polleras entalladas y bermudas, caminaron acompañadas de su tan característica extravagante sensibilidad couture por la que es famoso, logrando así, transformar lo ordinario en extraordinario. El diseñador mostró opulentas mangas campana, un mini vestido de plumas de avestruz, y sus volados, ya marca registrada, de gran tamaño. Su toque de color vino en vestidos con escenas de paisajes tropicales, georgette de seda verde neón, y tafetán fucsia.
Pierpaolo, un romántico empedernido, sabe lo que hace y su patrón se repite colección tras colección. Su identidad esta siempre presente.
Clare Waight Keller para Givenchy presentó una colección que celebraba el minimalismo de los años 90 -tendencia que pisa fuerte- y dejó aires románticos y bohemios. Elegancia en colores neutros, cuero, jeans de corte boyfriend con camisas de seda ligeras y trajes de bermudas más casual, recorrieron la pasarela junto a la delicadeza de vestidos de poplin con flores tropicales y versiones maxi adornados con bordados florales en 3D.
Una “fashion week” parisina que abarcó varias tendencias, imaginación, conceptos y, sobre todo, reinvención de una moda que, en muchos casos, busca posicionarse desde lo comercial.
Malala Artola
#TravelWithMalala
...