La princesa Leonor acaba de concluir uno de los capítulos más exigentes de su formación militar: la travesía a bordo del buque escuela Juan Sebastián de Elcano. Este recorrido ha sido una experiencia de resistencia física y mental para los cadetes de la Armada, marcó también un paso clave en su preparación como heredera al trono. Tras varios meses en altamar, Leonor ya se encuentra nuevamente con su familia, aunque el paso por el mar dejó señales que no pasaron inadvertidas.
Durante las primeras semanas de navegación, la princesa sufrió severos mareos por movimiento. Los síntomas —vómitos, mareos y malestar general— fueron tan intensos que debió permanecer varios días aislada en su camarote bajo supervisión médica. Aunque se trata de un mal común entre quienes no están acostumbrados a la vida marítima, evidenció una desventaja física frente a sus compañeros de travesía.
Frente a un difícil período de adaptación, la princesa Leonor escondía comida en su camarote
A medida que pasaron los meses, Leonor mostró cierta mejora, aunque su rendimiento físico siguió siendo motivo de preocupación. Las exigencias del día a día a bordo requerían una preparación que, en su caso, fue difícil de sostener. De hecho, al igual que durante su etapa en Zaragoza, la princesa fue acompañada por entrenadores personales y llegó a recibir advertencias por no cumplir con los estándares esperados.

.Uno de los factores que más ha influido en su desempeño ha sido la alimentación. Desde pequeña, Leonor ha tenido una dieta era cuidadosamente controlada por la reina Letizia, pero en el ámbito militar ese control desapareció. Las raciones, altas en calorías y necesarias para afrontar el desgaste físico diario, resultaron un desafío para ella, ya que rechaza muchos de los platos servidos.
Los domingos, por ejemplo, es habitual que se sirvan churros con chocolate o bollería, y Leonor aprovechaba esas ocasiones para llevarse porciones extra a escondidas. Según fuentes cercanas, este comportamiento estaría vinculado a episodios de ansiedad, más frecuentes durante los primeros meses de navegación, cuando la presión mediática fue especialmente intensa. En Brasil se la vinculó con un compañero, en Uruguay fue fotografiada en bikini y en Chile se filtraron imágenes suyas en un centro comercial.

Esta combinación de estrés emocional, hábitos alimenticios irregulares y bajo rendimiento físico provocó un aumento de peso visible que, según trascendió, generó preocupación tanto entre sus superiores como en el entorno familiar. La vuelta a casa marca el cierre de una etapa exigente para la princesa Leonor. Con nuevas experiencias y desafíos superados —y otros aún por enfrentar—, el foco ahora estará puesto en cómo continuará su formación y su exposición pública en los próximos meses.
F.A

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