Halle Berry fue una chica Bond en la película “Muere otro día” (Die another day), el cuarto largometraje con Pierce Bronsnan en el rol del famoso 007. Berry encarnaba a una agente muy peligrosa y en una de las escenas en la que lucía espléndida en bikini, amenazaba con que si la atacaban, iba a hacer estallar una bomba que tenía colocada. Lo que nadie sabía era que esa bomba era en verdad una bomba de insulina, un dispositivo que le pasaba a través de un catéter microgotas durante el todo el día. Así la actriz se mantenía saludable y trataba su diabetes tipo 1. La anécdota fue recordada por el doctor Alejandro Ugarte, Jefe de la Sección Nutrición y Diabetes del CEMIC, quien habló con Caras Salud sobre esta enfermedad.
Para empezar, recordó que existen dos tipos de diabetes: la llamada “tipo 2” que alcanza al 90% de los paciente y la “tipo 1” también llamada infantojuvenil y antes conocida como insulinodependiente, que es la que presenta la actriz.
La diabetes tipo 1 ocurre cuando las células beta que viven en el páncreas y que fabrican insulina son destruidas, por lo que los pacientes deben aplicarse esta hormona. De acuerdo con el nutricionista y diabetólogo, quien es también profesor asociado de Medicina del Instituto Universitario CEMIC, “aunque puede aparecer en edades tardías, es más frecuente que ocurra etapas tempranas de la vida, antes de los 30 años, desde el nacimiento, en la niñez, adolescencia o los primeros años de la juventud”.
Los síntomas de descompensación de la diabetes incluyen mucha sed, apetito en demasía, pérdida de peso y poliuria, que consta en orinar constantemente para descargar a través de la orina la glucosa que no puede ser manejada debido a que falta la insulina.
“La historia de la diabetes tipo 1 tiene un primer quiebre cuando se empieza a utilizar en humanos la insulina, que antes era de origen animal, tenía una acción muy corta y se aplicaba varias veces por día. Años más tarde se descubre un sistema de purificación de esta hormona y se utiliza un retardador de su efecto, para que se realicen menos aplicaciones. En la década de 1980 se desarrollaron las llamadas ‘insulinas humanas’ o ARN obtenidas a partir de cultivos celulares de bacterias o de hongos con la capacidad de producir la misma secuencia de aminoácidos que la que produce un ser humano. A finales de los ‘90 las insulinas de origen animal desaparecen y predominan las ARN. Además, para ese tiempo aparecieron métodos más cómodos de aplicación que la jeringa. Ellas eran las lapiceras con cartuchos renovables, seguidas por las lapiceras descartables, que se siguen utilizando. En paralelo lanzaron tiras de medición de glucosa a partir de una pequeña gota de sangre dactilar, que con el paso del tiempo se hicieron más precisas, así como sus lectores”, enumeró el especialista, quien es director de la página web www.doctorugarte.com.
A su vez, destacó que comenzaron a aparecer en el país “sistemas de monitoreo de glucosa sin la necesidad de pinchazos en los dedos”, que son de costo alto “aunque no prohibitivo”. Sin embargo el médico aclaró que estos dispositivos “no son de uso masivo, sino para pacientes que necesitan muchas mediciones de glucemia durante el día, y es el médico tratante el que debe decidir a quienes corresponde”.
“El tratamiento de la diabetes es muy bueno, porque al haber tantos medicamentos con distintos mecanismos de acción tratamos de manera artesanal a cada paciente de acuerdo a sus necesidades”, detalló Ugarte para luego agregar que el buen abordaje de la enfermedad apunta a que no aparezcan las complicaciones típicas, ya sea retinopatía en el caso de la vista; el fallo renal por la enfermedad renal diabética, o bien los trastornos circulatorios, sobre todo en los miembros inferiores, que pueden dar origen a la lesión del pie diabético.
“Hoy a estos problemas los vemos poco, pero a pesar de los avances, sí son frecuentes la enfermedad cardiovascular, porque las arterias coronarias de una persona con diabetes siempre tienen más riesgo. Debemos estar atentos a los factores de riesgo de infarto, como la mala alimentación, el colesterol elevado, el tabaquismo y la hipertensión. Pero también ocurre que al revés, cuando una persona con diabetes adopta hábitos saludables puede gozar de una muy buena salud para su edad”, indicó el médico.
En cuanto a la alimentación, Ugarte insistió en que no hay que ver a los alimentos como prohibidos, sino que es posible darse un gusto en la justa medida. “Comer un pedazo de torta no es algo que esté vetado, pero una segunda porción sí es un problema. En una reunión social un paciente puede comer un sándwich de miga, aunque no todo lo que está en la mesa”, ejemplificó. Y agregó que debe controlarse la ingesta de cualquier alimento que sea dador de glucosa, no sólo el azúcar y los clásicos dulces sino también los almidones, como por ejemplo el choclo y el arroz.
El experto concluyó que es de gran ayuda para los diabetólogos y la población en general el concepto del “plato saludable” propuesto por científicos de la Universidad de Harvard, en el que su mitad debe estar llena de hortalizas y los otros dos cuartos deben ocuparse en partes iguales por proteínas y almidones.