También es llamado hidrocefalia de presión normal. Sus síntomas pueden ser confundidos con los de otras patologías típicas de pacientes añosos. Cómo se reconoce este cuadro y cuál es el tratamiento. Desde el 31 de mayo Carlos Bilardo está internado y si bien el primer parte pronosticaba un “cuadro confusional transitorio”, más tarde se confirmó que el ex DT de la Selección Argentina de Fútbol presentaba el síndrome de Hakim-Adams, también llamado hidrocefalia de presión normal (HPN), que puede aparecer después de los 40 años, pero que es más frecuente en adultos mayores. ¿Por qué aparece? El neurocirujano Horacio Dillon explicó a Caras Salud que “el cerebro es un órgano hueco que está lleno y rodeado de líquido cefalorraquídeo, que se produce, circula y se reabsorbe, por lo cual siempre hay una misma cantidad de él”. Sin embargo y si por alguna causa, ese líquido no llega a reabsorberse, se presenta una hidrocefalia. “Antes era común cruzarse con chicos con cabezas grandes por hidrocefalia, aunque hoy no se los ve porque se les coloca una válvula que les drena el líquido cefalorraquídeo.
En los adultos el mecanismo es diferente: la cabeza no crece porque los huesos están soldados. Y en esta hidrocefalia el líquido no tiene presión positiva, sino normal, por eso se genera una disfunción”, explicó Dillon, quien se desempeña como Jefe del Servicio de Neurocirugía del Hospital Alemán. El médico detalló que la tríada de síntomas típicos del Síndrome de Hakim-Adams son trastornos de la marcha, trastornos de la personalidad e incontinencia de esfínteres. Y como este cuadro suele aparecer en la tercera edad, un diagnóstico preciso servirá para diferenciarlo de otras demencias, como por ejemplo el Alzheimer, o bien la arteriosclerosis.
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Dillon explicó que el primer paso para confirmar su presencia consta en realizar una tomografía o una resonancia en la cual se vea que los ventrículos cerebrales estén aumentados de tamaño, y a su vez tengan edema o inflamación alrededor. Luego se debe hacer una resonancia con medición del flujo del líquido cefalorraquídeo para ver si circula adecuadamente. La tercera prueba, algo más agresiva, es una punción lumbar para la cual se necesita un estudio neurocognitivo previo. Y después de la punción, se practica otro estudio neurocognitivo con el fin de comprobar si el paciente mejoró o no, ya que durante el procedimiento se extrae líquido cefalorraquídeo. Si se comprueba la presencia del síndrome de Hakim-Adams, se lo trata con la colocación de una válvula de derivación ventricular, que tiene como objetivo derivar el líquido desde el cerebro al peritoneo. “La colocación requiere un procedimiento mínimo en el que se hace un pequeño orificio, se coloca un catéter en el ventrículo cerebral, y ese mismo catéter va por debajo de la piel. La válvula permite que el flujo de líquido se realice en sentido unidireccional. Con este método se revierte el síndrome en forma definitiva”, concluyó el neurocirujano.