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ACTUALIDAD 28-03-2017 10:20

Juliana Awada: histórico encuentro con la Reina

"Máxima es mi inspiración". Galería de fotosGalería de fotos

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La primera visita de un jefe de estado argentino a los Países Bajos comenzó con un salto al protocolo. Producto de la relación de amistad que mantienen Mauricio Macri (58) y Juliana Awada (42) con los reyes de Holanda, Guillermo Alejando (49) y Máxima (45), fueron invitados a pasar el fin de semana a la majestuosa Villa Eikenhorst, residencia oficial de los monarcas, en el bosque de Wassenar, un pueblo a 20 kilómetros de La Haya y a menos de una hora de Amsterdam. El matrimonio presidencial y los soberanos se conocen de haber compartido vacaciones en el exclusivo country club Cumelen, en Villa La Angostura. Por eso, con esta invitación en pie y que fue guardada como “secreto de Estado” por el gobierno argentino, el Presidente adelantó 32 horas su llegada a Holanda. Macri y la Primera Dama aterrizaron el sábado en el aeropuerto de Schiphol y se instalaron en Villa Eikenhorst, un convite fuera de lo común para una visita oficial y que fue interpretado por el gobierno argentino como un gesto de apoyo. Sólo accedieron a tal invitación los príncipes de Inglaterra, William y Kate, quienes tienen una relación extra protocolo con los Reyes.

El cambio de planes sorprendió a los ejecutivos del hotel Sofitel Le Grand, quienes dispusieron su staff para recibir a Macri y Awada. El desaire presidencial se sumó a la compleja logística que supuso recibir a la comitiva oficial argentina, porque ese mismo día se celebraba una boda aristocrática.

Ajenos a ese incordio, el mandatario y su esposa se instalaron en la preciosa mansión rodeada por 12 kilómetros de bosques. La casona está dentro de la finca De Horsten, compuesta por tres propiedades: Raaphorst, Ter Horst y Eikenhorst. El terreno fue adquirido por el Príncipe Federico a mediados del siglo XIX y, desde entonces, forma parte del patrimonio de la familia Real Holandesa. Cabe destacar que es una las coronas más ricas del mundo.

A mediados de 2003, un año después de su boda, la reina argentina y su esposo se mudaron a esta villa ubicada en una zona de casas y se convirtió en su residencia oficial. De esta manera, renunciaron a vivir en el palacio de Huis Ten Bosch, donde vive la reina Beatriz.

En ese escenario idílico viven los reyes con sus tres hijas, Amalia (13), Alejandra (11)y Ariadna (9). De hecho, las pequeñas estudian en la escuela pública del pueblo de Wassenar. Los números marcan las dimensiones palaciegas: son 600 metros cuadrados cubiertos y unos 50 ambientes repartidos en tres pisos. Máxima le dio su toque “gaucho” al cubrir la terraza al estilo de un jardín de invierno donde colocó plantas autóctonas de la Argentina. Como atractivo, tiene una piscina con sauna y, entre los majestuosos jardines, hay una reserva ornitológica de 415 hectáreas. Aunque se  puede pasear por sus alrededores, Villa Eikenhorst no está abierta al público. Sólo es posible realizar algunos circuitos de entre 1 y 7,5 kilómetros para realizar caminatas en medio de la naturaleza.

El lunes 27 comenzó la intensa agenda de actividades, condensada en 48 horas. En la Plaza Dam, epicentro de la vida urbana de Amsterdam y principal atracción turística, los reyes le dieron la bienvenida oficial al Presidente y a la Primera Dama. Bajo estrictas medidas de seguridad producto de los recientes atentados en distintas capitales europeas, se dispuso un vallado y se ubicó a un policía armado cada 10 metros.

Ajenas a esa tensión, las protagonistas del encuentro fueron Máxima y Juliana, a esta altura, dos íconos de la moda internacional. Mientras sus esposos revistaban a la Guardia Real, la Reina y la Primera Dama argentina impactaron en una mañana fría y soleada. Máxima vistió una pollera con estampado de flores grises y negras, un top y un blazer negro entallado en la cintura, con un sombrero de mimbre, perfilado, aros y collar de perlas, guantes nude —en juego con sus zapatos— y un clutch de color mostaza. Un gesto importante fue el uso del collar y los aros del conjunto que acompaña la famosa Tiara de la Reina Ana, una joya importantísima de la colección de la corona holandesa con una historia que se remonta al siglo XIX: la tiara perteneció a la gran duquesa Ana Paulovna, que la recibió como regalo de bodas cuando se casó en 1816 con el rey Guillermo II de Holanda. La reina Ana es considerada la soberana más sofisticada y elegante de la historia del país y en los retratos que todavía se conservan, se la puede ver con esta tiara, que consiste en una armazón de diamantes con siete puntas en las que se colocan siete perlas.

Contrastando en el color, Awada optó por un equipo total white, en color tiza, compuesto por un tapado de tweed de lana, de corte 3/8 con detalles de perlas en la parte frontal (un guiño cómplice a los accesorios de Máxima), muy al estilo Chanel, y un vestido por debajo del mismo género y color. Ambas piezas fueron creadas por la firma LYU de las diseñadoras argentinas, Marina Lafuente y María Inés Urien. Para complementar su look sumó stilletos y clutch en tono nude, sin accesorios, y un peinado recogido y, como ya es costumbre, muy poco maquillaje.

Como marcaba el protocolo, Macri depositó una ofrenda floral en el Monumento Nacional en la Plaza Dam, en honor a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. El matrimonio presidencial se hospedó en el segundo piso del Palacio Real Dam, justo enfrente. La construcción data del siglo XVIII y fue ordenada por el emperador Louis Napoleón.

A continuación, los reyes acompañaron al matrimonio presidencial a visitar un emblema de la ciudad: la Casa de Ana Frank, la niña judía alemana perseguida por el régimen nazi y que escribió un diario en el que narró sus experiencias cotidianas, mientras estuvo oculta en el ático de un edificio junto a su familia, hasta que fue descubierta y llevada a un campo de concentración donde murió de tifus a la edad de 15 años.

Allí fueron recibidos por la vice alcaldesa de la ciudad de Ámsterdam, Kasja Ollongren, el director de la Fundación Ana Frank en Holanda, Leonard Leopold, y por el director de la Fundación en Argentina, Héctor Shalom. Conversaron, entre otros temas, acerca de la sede porteña del Centro Ana Frank, que se inauguró en 2009 y colabora con la fundación de Ámsterdam para concientizar sobre la importancia de luchar contra la discriminación en todos sus aspectos.

En ese lugar histórico, firmaron convenios de Cooperación con la Casa Ana Frank para divulgar en la Argentina el legado de la niña alemana y crear espacios de concientización de jóvenes y adolescentes para evitar la discriminación y la violencia. Los documentos fueron rubricados por el ministro de Educación, Esteban Bullrich, y el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj.

“Estoy muy conmovida por la historia de Ana Frank. Siempre es una inspiración trabajar por una vida mejor y por los derechos humanos”, escribió la Primera Dama en el libro de honor del Museo Casa. “Ana Frank nos sigue enseñando acerca de la condición humana, de lo que puede ser la esperanza en el medio del dolor y a lo que puede llevarnos la intolerancia”, resaltó Awada durante la recorrida en la que acompañó al mandatario. Al final del recorrido, Awada recibió de obsequio un cuadro de la ventana del ático, el único contacto que tenía Frank con el mundo exterior.

En todo momento se percibió la afinidad entre la Reina y la Primera Dama. Lejos de la guerra de estilos, cada una acentuó su impronta. Es sabido que los asesores de una y otra intercambian información para definir el largo de las faldas y el estilo general para lograr un equilibrio estético. Ambas fueron fieles a su estilo y pusieron en un pedestal a la belleza made in argentina.

Es la tercera vez que Máxima y Awada se reúnen en menos de seis meses: la reina argentino-holandesa viajó a la Argentina en octubre de 2016 en el marco de su trabajo como asesora en asuntos financieros para la ONU, y se reunió con Macri en la quinta de Olivos. Dos meses después, para Navidad, Zorreguieta viajó con toda su familia a Villa La Angostura, donde el presidente también pasó las fiestas, y allí tuvo la ocasión de presentarle a Macri a su marido.

“La Argentina y los Países Bajos compartimos no solo a la Reina Máxima, sino que tenemos muchas cosas en común, sobretodo una mirada de mutua colaboración y estoy convencida de que tenemos un gran futuro por delante. La Reina es una mujer muy comprometida con la realidad de su gente, y para mí es una inspiración, una persona de quien puedo aprender constantemente. El compromiso y la dedicación que le puso a esta visita de la delegación argentina muestra todo el amor que ella tiene por el país en donde nació”, expresó la Primera Dama.

Mucho más acostumbrada al rol protocolar, la ahora monarca se ocupó de hacer sentir cómoda a Juliana, cada vez más afianzada en la escena internacional y en las apariciones públicas. La “Grace Kelly” argentina, como la bautizó la revista Vogue, se mostró muy a gusto en una actividad junto a la selección de hockey holandesa y las asociaciones de fútbol, que mostraron cómo el deporte puede contribuir a la formación del espíritu de equipo y el desarrollo social. Una vertiente, la social, en la que Awada trabaja en la Argentina, en su nuevo rol “político” que suele compartir con la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley.

Por la noche, el Presidente asistió con su esposa a un banquete de gala en el Palacio Real, donde fue condecorado con la Gran Cruz de la Orden del León Holandés, lo que significa que de ahora en más puede llevar el título de Caballero Gran Cruz, debajo del rey Guillermo Alejandro, el Gran Maestre. Se trata de la orden civil más antigua de los Países Bajos y la condecoración consta de dos medallas: la insignia, un género azul y dorado del que pende una Cruz de Malta en esmalte blanco, rodeada de una filigrana de oro y con perlas en las puntas, con el monograma W (del rey Guillermo I, fundador de la Orden) entre los brazos de la cruz, que tiene en el centro un medallón en esmalte azul, con el lema “Virtus Nobilitat” (“La virtud ennoblece”) y en el reverso el león del escudo holandés; la placa es una cruz blanca igual a la insignia, solo que engarzada en una cruz de oro. Esta condecoración fue otorgada también al emperador Akihito de Japón, el premio Nobel de la Paz, Kofi Annan, Winston Churchill y la reina Máxima, quien recibió la Gran Cruz el día en que se convirtió en esposa del ahora Rey.

Awada recibió un sash o banda color amarillo oro que significa su pertenencia a una orden de mérito por su rol como primera dama argentina y en honor a su visita a Holanda.

Durante la comida, el matrimonio argentino degustó una entrada de mousse de salmón ahumado y caviar, acompañado con unos pepinos con una salsa de crema fresca; de primer plato, un consomé de cola de rabo con madeira, un vino fortificado procedente de las Islas Madeira de Portugal; y un plato principal consistente en una paloma asada con salsa de remolacha, con colirrabo, pepino, arvejas y papa gratinada con tomillo; de postre, probaron una mousse de maracuyá con dulce de leche, coco y almendras, acompañada por un café.

Para el amistoso duelo de estilos nocturno, Juliana llevó un vestido diseñado por Amelia Sabán de Ménage à Trois, largo de organza en color gris acero y bordados de pailletes en tonos plata, con mangas e importante cola. Lo combinó con stilettos al tono, aros colgantes, un peinado recogido con raya al medio y volumen en la parte superior, y un maquillaje bien natural con acento en la mirada.

Por su parte, Máxima eligió una vez más al diseñador Jan Taminiau, el mismo que confeccionó el vestido de su entronización. El diseño elegido en esta ocasión tenía un largo escote corazón, con importante falda y bordado de flores en tono almendra. Además, para marcar su cintura sumó un cinturón del mismo color con pedrería. A diferencia de la Primera Dama, la Reina llevó una tiara de diamantes que destacó a la perfección el recogido de su cabello, un imponente collar, aros y pulseras de la corona haciendo juego.

El martes 28, último día de la visita oficial, las actividades se trasladaron a La Haya, a 40 minutos de Amsterdam. Macri visitó la Corte Internacional de Justicia y la Organización por la prohibición de Armas Químicas y Destrucción Masiva, que ganó el premio Nobel. Luego, se entrevistó con el primer ministro, Mark Rutte. En paralelo, Máxima ofició de guía de Juliana durante una recorrida por el museo Mauricius, con su colección de Vermer y Rembrandt. Tras un almuerzo de ambos matrimonios del que participó el premier holandés, realizaron un paseo en barco por el puerto de Rotterdam, uno de los más importantes del mundo.

“Es una alegría inmensa venir en una primera visita de Estado a los Países Bajos. Fue un viaje con una agenda muy activa con muchas actividades que fueron de un enorme aprendizaje. Tener la oportunidad de estar acá representando a nuestro país es un honor. Estoy muy agradecida por la calidez y la hospitalidad con la que nos recibieron y por todas las actividades que pudimos realizar a lo largo de estos días”, concluyó Awada.

El capítulo final de la histórica visita fue con un ballet en el teatro Diligentia de La Haya. Un último duelo de estilos entre la Reina y la Primera Dama que, al igual que todos los anteriores, resultó en un justo empate glam.

Fotos: AFP y Presidencia de la Nación

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