Son parecidos y muy diferentes a la vez. Manuel Xipolitakis se muestra tranquilo y condescendiente con “sus” mujeres. Ellas se ríen cómplices y lo miman para lograr todos sus objetivos. Elena Cristina Damianos tiene la misma risa amplia, clara y sincera que su hija. También la misma coquetería. Victoria Jesús (30) es la del medio. Primero llegó Stefi y Nicolás es el menor de los hermanos. Sin embargo “Vicky” siempre se distinguió en la familia. Supo ser la mimada y consentida de los abuelos y de sus padres. A ellos no les gusta la exposición. Elena, los fines de semana, enseña idioma en la escuela griega y Manuel tiene una empresa dedicada a la construcción. Ambos son descendientes de griegos y en sus familias aún hoy se cumplen con todas las tradiciones de su tierra. Se conocieron en Mar del Plata, en donde Elena vivía con sus padres y, después de siete años de novios, se casaron y se instalaron en la zona de Lanús, en el Gran Buenos Aires. “Protagonizamos una historia de amor de novela para toda la vida…”, dicen mostrándose tan enamorados como hace casi 40 años cuando se vieron por primera vez. Junto a ellos Vicky vuelve a ser una niña. Se cuelga de sus cuellos, les entrelaza las manos, grita y salta con excitación. Manuel se tapa los oídos y Elena le pide que baje la voz. “¡Así es todo el tiempo cuando está en casa! Pero cuando no está la extrañamos horrores. ¡Somos una familia griega muy unida! Vicky es un torbellino indomable que te supera a cada momento”, apenas puede agregar la cabeza de los Xipolitakis que está nervioso porque es tarde de domingo y fútbol con su gran pasión: Boca. “Ya desde antes de nacer Vicky se hacía sentir con sus pataditas y constantes movimientos en mi panza. Fue una niña hiperquinética. ¡Un verdadero terremoto! ¡Tan inquieta era que en el último mes de embarazo quedó sentada en mi útero y tuvieron que hacerme una cesárea para sacarla! De bebé no dormía nada. Simulaba hacerlo y en cuanto me movía de su lado, empezaba a llorar. Entonces era Manuel el encargado de acunarla bailando y cantando cumbia. Después se paraba en la cuna y se tiraba desde allí… ¡Ya de chiquita era muy astuta! Como eran tan seguiditas con Stefi las vestía igual. Pero Vicky siempre era la que andaba toda desprolija y embarrada. Era demasiada traviesa. Una vez mordió una tortuga, otra pintó un perro y, cuando tenía 5 años, casi envenena a sus primos con un tóxico por el que terminaron todos infectados en el sanatorio… Además de volverla loca a su hermana con su colección de Pequeño Pony que se los sacaba y comenzaba el griterío. Stefi lloraba y Vicky decía ‘yo no fui’ siempre. Stefi era la tranquila y Vicky la provocadora”, cuenta hoy Elena con una sonrisa parte de las peligrosas travesuras de su hija. Victoria mira a sus padres como embelesada. Y ríe a carcajadas al escuchar las anécdotas que aún se repiten en cada reunión familiar. “Ellos son mis creadores y por eso los amo. Me dieron una vida hermosa. Una infancia inolvidable y llena de amor. Sí reconozco que fui muy malcriada pero desde el amor”, confiesa quien está sólo por unos días en su casa, ya que debe regresar a Nueva York en donde actualmente vive con su novio Javier Naselli (52).
“Adoro a mis papás y de ellos voy a depender siempre, aunque tenga novio. De mamá heredé su luz angelada y su bondad. De papá, la fuerza y el humor”, cuenta Vicky. Y para la tranquila y tradicionalista familia griega, la explosión de su heredera rumbo a la fama no fue muy bien recibida en su comienzo. “Al principio fue duro. Cuando dejó la universidad debo reconocer que me shoqueó un poco. Pero no se podía ir contra sus impulsos. Ella siempre consigue lo que quiere. Me impactó pero, como siempre que se trata de mis hijos, si los veo felices, que están haciendo lo que aman, yo también me siento feliz”, repite Manuel sin querer hacer diferencias entre sus herederos. Sin embargo también reconoce que ella les dio algún pequeño dolor de cabeza. “Jamás le voy a cortar su camino. Siempre la voy a apoyar en lo que haga y nunca sentí vergüenza de ella. Soy su papá y la conozco. Sé que lo que hace mal es sin tomar conciencia. Ella es un torbellino, pura luz y corazón y, a veces, va con todo sin medir consecuencias y te supera. Sé que Vicky no da espacio para macanas pero no siempre salen bien. Cuando comenzó no me gustó mucho el hecho de perder la privacidad pero siempre separé eso de la familia. En mi trabajo no influyó para nada. Me enojé pero desde la incomodidad que nos provocaba. Yo no esperaba que mi hija tuviera la vida que tiene pero hoy me siento muy feliz por ella y la voy a apoyar en todo. Y, obviamente, nos chocó porque la criamos con todo nuestro amor”, asegura el papá. A lo que Elena rápidamente agrega: “Vicky es energía y amor y también mucha ingenuidad. Es generosa y solidaria. ¡Un cascabel que jamás se deprimió! Yo le puse límites siempre pero mucho no los acepta. Ella no quiere exponernos y hoy su ausencia deja triste la casa. Pero está armando su futuro y el día de mañana sueño con que forme una familia tan feliz y amada como la que nosotros tenemos”. Victoria Jesús la observa emocionada. “Ese también es mi sueño. Pero hoy voy despacio. Estoy enamorada pero quiero vivir este amor sin apresurarme y así poder disfrutarlo”, concluye la explosiva rubia.
por Gaby Balzaretti
M.DUBINI/PERFIL