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Lía, ¿cómo fueron sus inicios en el mundo artístico?
Hice la carrera de Bellas Artes en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR, donde me recibí de Licenciada en Bellas Artes con orientación en Pintura.
Mi formación secundaria fue en el Instituto Politécnico Superior General San Martín, y en mis comienzos universitarios me debatía entre Artes y Arquitectura. Aseguro ahora no haberme equivocado en la elección, pero sí puedo decir que mucho de lo aprendido en una escuela técnica hace lo suyo al momento de componer, siento que todo está allí por lo menos en mi cabeza.
¿Cuáles son los tipos de arte que realizas y qué aspectos disfrutas de tu profesión?
Trabajo de lo que amo, que no es poco. Pinto todos los días, trabajo incansablemente en esto, busco formarme todo el tiempo y mejorar en lo que hago. Investigo, cruzo distintos materiales, pinto en lienzos y en soportes de papel. Prefiero los grandes formatos porque allí me siento más libre. Me alío con el color, mucho color, tratando de vaciarme y expresar todo lo que me pasa. Es un acto espontáneo, nada está premeditado. Siento y digo con pinceladas, dejo mi rastro. Paso como el tiempo, y trato de “ejercer influencia en el alma”, como escribió Kandinsky. La mayoría de mis trabajos se ubican en la categoría de arte abstracto.
Utilizo acrílicos, óleos y óleos pasteles, aerosoles y sintéticos.
Dibujo y pinto, o “dibupinto” (palabras de Yuyo Noé). Tengo mis cuadernos de registros diarios, Bitácoras, donde realizo prácticas o registro instantes de mis días rápidamente pero con la idea de nunca dejar de producir.
Mi espacio de trabajo es mi refugio, tengo la posibilidad de que el lugar donde habito sea muchas más veces hogar y otras muchas tantas veces taller. Por momentos las paredes se llenan de soportes a intervenir, y los dos tableros se inundan de materiales. Hay días donde los cuadros me invaden, en el proceso de selección para ser trasladados. También están los momentos donde todo se repliega, y mi hogar es sólo hogar, y mis tres criaturas pintan el día; pintan ellos.
Este espacio está en el centro de la ciudad, los grandes ventanales con vista al río Paraná, a una civilización que crece constantemente, a altos edificios, a ruidos de construcción o pasos, me permiten servirme de imágenes que aportan a mis procesos.
¿Dónde expones tus obras?
Hace seis años aproximadamente, que participo en distintos salones de pintura y muestras de arte ya sean individuales o colectivas. Prefiero lo colectivo, me parece mucho más enriquecedor, al igual que los cruces con distintas disciplinas, como arquitectura.
Tengo el agrado de trabajar en colaboraciones con dos hermosas constructoras de mi ciudad como lo son DZING Desarrollos y Metrolatina Desarrollos.
También disfruto de poder dar clases. Aportando en la Escuela de artes, donde me formé. Y en talleres particulares que brindo en diversos espacios, para niños y para adultos, con mis colegas Analía Gattone y Darío Dicristóforo.
¿En qué proyectos te encuentras incursionando?
Para este año que recién comienza estoy preparando muestras. Una de ellas es colectiva a principios de marzo en el Museo Murray de la vecina localidad de Funes y otra individual para el mes de junio en La Tertulia Sala de muestras, que dirige Martín Domínguez, en el centro de mi cuidad.
¿Qué objetivos tienes por delante?
Mis desafíos de cara al futuro vienen de la mano con lo que ya vengo haciendo: producir incansablemente, seguir mostrando y vendiendo mis trabajos, hacer crecer mis talleres que tanto me alimentan el alma con el intercambio, continuar con los cruces de disciplinas como diseño de moda y arquitectura, entre otras, fortaleciéndolos para así llevar el arte a lo cotidiano, a la vida.
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