martes 19 de marzo del 2024

Dra. Priscila Aparicio: médica estética

"Mi concepto de belleza radica en mantener la frescura, no cambiar la esencia ni parecernos a otras personas, sino seguir siendo nosotros mismos, pero nuestra mejor versión."

¿Qué la volcó ejercer su profesión por su cuenta?

Empecé trabajando en un centro de estética, pero debido a los buenos resultados estéticos, la relación y el vínculo que logro desarrollar y establecer con los pacientes, mi público se fue ampliando gracias a las recomendaciones. Y un día decidí confiar en mí misma, apostar y buscar consultorios en distintos lugares de Buenos Aires.

Tuve un gran ejemplo de mujer que es mi madre. Ella empezó a estudiar medicina cuando yo tenía 4 años. Crecí entre libros, estudiantes y huesos de anatomía. Mi mamá fue mi faro. A la mañana iba al hospital, a la tarde trabajaba y me cuidaba, y a la noche estudiaba. Siempre la admiré.

¿Qué diferencial aporta una mujer a la hora de liderar un emprendimiento?

En cuanto a mi modo de trabajar, me gusta a hacer sentir cómodo al paciente, tratarlo como me gustaría que me trataran o como si fuera un familiar. Considero que la empatía es un pilar fundamental en cualquier tipo de relación.

Me gusta ir con calma, que el paciente se sienta a gusto, poder informar sobre los tratamientos, que no tenga dudas e ir tratando, de a poco, con pausas para dejar que el paciente vaya viendo los resultados y esté conforme y contento.

La armonía y naturalidad son elementos claves en mi trabajo. Son la base de todos mis trabajos. Mi concepto de belleza radica en mantener la frescura, no cambiar la esencia ni parecernos a otras personas, sino seguir siendo nosotros mismos, pero nuestra mejor versión.

Me considero detallista y un poquito obsesiva, pero considero que es lo que me hace ser buena en mi trabajo. El trato es lo más importante. Me parece fundamental transmitir buena energía y alegría.

¿Cuál fue su mayor caso de éxito?

Mi éxito son todos los días. Me siento afortunada y agradecida por poder hacer todos los días lo que me encanta, y me gusta honrarlo trabajando de la mejor manera. A la mañana voy al servicio de dermatología del hospital, y a la tarde atiendo en consultorios privados.

Tuve la posibilidad de viajar y estudiar un tiempo afuera. Estuve varios meses estudiando en España y Suecia. Pude estudiar en Karolinska, una de las facultades más importantes a nivel mundial y asistir a clases y entrega de premios de Nobel, y enriquecerme de conocimientos con los máximos referentes en la medicina.

Viajar y ver cosas diferentes me abrió mucho la cabeza. También tuve la posibilidad de capacitarme y trabajar como médica estética en varios centros en Madrid, Ibiza y Palma de Mallorca, entre otras ciudades de España.

¿Cuál fue el fracaso del que más aprendió?

No lo tomo como un fracaso, sino como parte del aprendizaje, una enseñanza. En los últimos años del colegio elegí la rama de administración. Transitando mi adolescencia un poco rebelde, no quería hacer lo mismo que mi madre. Y cuando me fui a vivir a España con 17 años me dijeron que tendría que haber elegido la rama de ciencias para poder entrar a medicina.

Por eso empecé la carrera de administración en Madrid. Mi idea era hacer Administración y después un master en Marketing. Fue una linda experiencia. Conocí a mucha gente. Madrid es una ciudad hermosa, pero me sentía frustrada por no poder hacer lo que realmente quería. Yo seguía pensando en medicina. Sabía lo que quería y no me iba a conformar con lo que podía o me dejaban hacer.

Seguí informándome sobre facultades de medicina que me interesaban, me fui hasta Francia, a la Universidad de Montpellier para ver cómo era. Pero no me hallé ahí. Hasta que un día me llegó un mail del Austral preguntándome si iba asistir al curso de ingreso que comenzaba en dos días. Mis inquietudes duraron una noche. Pero esa noche se me pasaron mil cosas por la cabeza. Significaba nuevamente grandes cambios, pero con un objetivo bien en claro. Yo quería estudiar para ayudar.

Sabía que la medicina requería mucho esfuerzo y trabajo, pero también sabía que si tenía que quedarme noches sin dormir y sacrificarme iba a ser para poder ayudar. No me arrepiento. Sin dudas, fue una de las mejores decisiones de mi vida. La elegiría una y otra vez. Amo lo que hago. Me encanta el contacto con la gente, lo disfruto mucho.

Me siento muy afortunada de haber podido aprovechar todas las oportunidades que fui encontrando a lo largo de mi vida. Esa fue mi enseñanza, luchar por un sueño, ser perseverante, constante. Y cuando algo no funciona o no podés alcanzarlo de determinada manera, saber que hay que seguir buscando diversas formas hasta lograrlo.

¿Cuánto pesa la comunicación en su profesión?

La comunicación pesa, y mucho. Es la base para poder comprender las necesidades de cada paciente e informar a la gente sobre todos los tratamientos de la mejor manera posible. Es importante una comunicación efectiva para generar un vínculo de confianza con la gente.

De hecho, empecé hace un tiempo un curso de oratoria para poder mejorar y perfeccionar elementos en la comunicación. Me parece fundamental seguir aprendiendo y mejorando día a día. Hace una gran diferencia.

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