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De pequeña quería ser veterinaria para hacerle “las casitas a los animalitos que me encontraba, pero mis padres me explicaron que para eso debía ser arquitecta”, se ríe María Eugenia Roig cuya primera obra que la marcó fue el reciclado de una casa para sus padres.
“Quizás esto haya sido el inicio de mi propio estilo, al que han llamado ecléctico. La casa de mis padres era una estancia de 1900, abandonada. Cuando la terminamos, con la colaboración de amigos, encontré que todo proyecto requiere de un equipo y es la forma -interactuando con personas- con la que me siento cómoda. Hoy, somos un gran grupo de profesionales trabajando juntos, nunca estoy sola”, dice María Eugenia desde su estudio de arquitectura en La Plata, capital de la Provincia de Buenos Aires.
¿Qué tipo de obras son las que prefiere proyectar?
Prefiero hacer casas, viviendas unifamiliares. Sin entrar en disquisiciones sociológicas complicadas, lo mío no son las grandes urbanizaciones, ni mucho menos, ni los edificios o torres de departamentos.
En mis proyectos uso todos los materiales asociados a los elementos básicos: piedra agua, madera, fuego, todos aquellos que pueden asociarse a la familia o la persona a quien les voy a hacer la casa. Incluso, los recursos de la arquitectura industrial: en este momento estoy estudiando instalación de paneles solares, que es lo que se viene en casas sustentables y trato de estar todo el tiempo actualizada con la tecnología de los materiales. Mis casas son todas diferentes, no tengo un patrón básico siquiera, porque sigo la ruta del deseo que me va marcando el que la habitará.
Me gusta mucho lo industrial, y soy amante del hierro. Por lo tanto, por más que mis obras no se parezcan ninguna con la otra, una columna de hierro como hito siempre se encontrará.
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