El estrés, y mucho más a esta altura del año, parece haberse convertido en un compañero constante de la vida laboral y cotidiana, y sus efectos van más allá de un simple malestar. Desde la neurociencia, sabemos que el estrés afecta directamente nuestro cerebro y, a su vez, impacta nuestra salud mental y emocional. La buena noticia es que, con estrategias adecuadas, podemos reducir su impacto y recuperar el control. Dejame que te cuente cómo.
Primero, decirte que el estrés es una respuesta natural de tu cuerpo ante situaciones que percibe como una amenaza. Frente a un evento estresante, el cerebro libera cortisol y adrenalina, las llamadas "hormonas del estrés", que preparan tu cuerpo para reaccionar. Sin embargo, cuando esta respuesta se activa constantemente, puede tener efectos negativos. Un exceso de cortisol en el cerebro afecta especialmente áreas como el hipocampo, encargado de la memoria y el aprendizaje, y la amígdala, relacionada con las emociones y la percepción del miedo.
En el ámbito laboral, los factores de estrés pueden incluir desde una sobrecarga de trabajo hasta el miedo a no cumplir con las expectativas; ¿te pasó algo de esto alguna vez? Este tipo de estrés prolongado no solo te puede hacer sentir agotada emocionalmente, sino que también afecta tu capacidad de tomar decisiones, tu creatividad e incluso tu salud física, ya que el cortisol elevado daña el sistema inmunológico y puede contribuir a enfermedades cardiovasculares.
Mentalmente, podrías notar una disminución en tu concentración y memoria. Emocionalmente, es común sentirse irritable, con poca paciencia o incluso con una sensación constante de angustia o sobrecarga y, sin duda, también puede llevarte a sufrir ansiedad, depresión e insomnio. Además, cuando no gestionás adecuadamente el estrés, se vuelve difícil mantener relaciones saludables en el trabajo y en casa, ya que el agotamiento emocional afecta tu habilidad para comunicarte y empatizar.
El panorama empieza a volverse más amable cuando conocemos y aplicamos estrategias que permiten gestionar el estrés en el trabajo y la vida diaria, porque de nada sirve saber qué estragos provoca el estrés en tu cuerpo, si no vas a llevar adelante un plan de acción que te permita vivir mejor y estar bien en el mundo. Entonces, quédate atenta y anotá:
1. Organizá tu tiempo de manera inteligente
Una carga de trabajo mal distribuida es una fuente de estrés importante. Establecé prioridades diarias y usá herramientas como listas de tareas o aplicaciones de productividad para organizarte. No intentes hacerlo todo de una vez; en cambio, dividí las tareas en pasos pequeños y alcanzables. Esto ayudará a tu cerebro a mantener el enfoque sin sentirse abrumado.
2. Practicá la Atención Plena (Mindfulness)
El mindfulness o atención plena es una herramienta poderosa para reducir el estrés. Esta práctica permite que tu mente se enfoque en el presente, evitando que divague en preocupaciones sobre el futuro o pensamientos negativos del pasado. Incluso cinco minutos al día pueden ayudarte a regular la actividad de la amígdala y a reducir la liberación de cortisol, lo cual mejora tu estado emocional y mental.
Probá con una práctica sencilla: cerrá los ojos, respirá profundamente y enfocá tu atención en la sensación del aire entrando y saliendo de tu cuerpo. Esta pausa consciente puede ser muy útil para reducir el estrés en momentos críticos del día.
3. Establecé límites y aprende a decir "NO"
Uno de los principales factores de estrés es asumir más responsabilidades de las que podés manejar. En el trabajo, aprendé a delegar y, en lo posible, establecé límites para proteger tu tiempo personal. Decir "no" de manera respetuosa puede ayudarte a mantener un equilibrio saludable.
4. Ejercicio regular para desintoxicar el estrés
El ejercicio físico es una de las formas más efectivas de reducir los niveles de cortisol. No necesitás pasar horas en el gimnasio; una caminata de entre veinte y treinta minutos o una sesión de yoga pueden ser suficientes para que tu cerebro reciba los beneficios. El ejercicio también promueve la liberación de endorfinas, hormonas que contrarrestan los efectos del estrés y mejoran tu ánimo.
5. Fomentá una red de apoyo
Hablar de tus preocupaciones con amigos, familiares o colegas puede ayudarte a ver las cosas desde otra perspectiva y a reducir la carga emocional del estrés. En el trabajo, tener una red de apoyo te va a permitir afrontar mejor los desafíos y reducir la percepción de estar sola ante las dificultades.
6. Desarrollá una rutina de sueño saludable
El sueño es fundamental para la recuperación física y mental. Una noche de mal sueño aumenta los niveles de cortisol y afecta tu capacidad para manejar el estrés al día siguiente. Creá una rutina relajante antes de dormir: evitá pantallas al menos una hora antes, hacé una breve meditación o leé un libro. Tu cerebro necesita estas horas de descanso para procesar información y reducir el desgaste emocional.
7. Tomá pausas activas durante el día
Las pausas activas son ideales para desconectar brevemente del trabajo. Cada hora, tomá unos minutos para levantarte, estirarte y hacer respiraciones profundas. Estas mini-pausas ayudan a tu cerebro a reenergizarse, reducen la tensión muscular y te permiten regresar a tus tareas con mayor claridad y enfoque.
El estrés, si bien es una respuesta natural, puede volverse perjudicial cuando se mantiene en altos niveles por mucho tiempo. Incorporá estas estrategias en tu vida diaria y en tu entorno laboral, y vas a poder disminuir su impacto en tu salud mental, emocional y cerebral. La clave está en tomar conciencia de las señales de estrés y responder de forma proactiva para cuidar tu bienestar integral.
Marianela Victorel
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