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Dr. ¿Qué lo motivó a especializarse en el tratamiento de los desórdenes temporomandibulares y el dolor orofacial?
Mi motivación surgió tras una parálisis facial periférica izquierda que sufrí en mi adolescencia. Durante ese tiempo, recibí tratamientos de ortodoncia para corregir mi mordida (cuatro en total). Sin embargo, al finalizar cada tratamiento, todo volvía a la normalidad anterior debido a la disfunción muscular. También experimentaba cefaleas intensas y dolores miofasciales invalidantes, que afectaban a la Dra. Graciela Ficco (mi colega). Los especialistas intentaban resolver estos problemas con ortodoncia y placas de relajación convencionales, que no eran efectivas.
¿Podría compartir alguna anécdota o caso memorable que haya marcado su carrera profesional?
En 1999, rompí los paradigmas que había aprendido durante mi especialización en ATM, cuando realicé una investigación sobre el efecto de las fuerzas de gravedad sobre las ATM en pilotos de combate de la FAA. Este estudio fue respaldado por cálculos matemáticos de ingenieros del IUA. Comprendí que los tratamientos convencionales debían incorporar más tecnología y un enfoque interdisciplinario para lograr resultados exitosos.
¿Cómo ha evolucionado su enfoque y técnicas de tratamiento a lo largo de los años?
Comencé con tratamientos convencionales, pero estos fueron modificándose a partir de lo mencionado en la respuesta anterior y del gran número de pacientes tratados (más de 26 mil), lo que me permitió mejorar técnicas y buscar un enfoque más integral de la boca en relación con el resto del cuerpo. Actualmente, he desarrollado una aplicación que define los parámetros de los dispositivos orales que cada paciente necesita, de acuerdo con su anatomía y fisiología, lo que permite una personalización total. Esto ha resultado en un 98% de éxito en los tratamientos, devolviendo calidad de vida a los pacientes.
¿Qué consejo les daría a los jóvenes profesionales que desean seguir una carrera en odontología y especializarse en su área?
Mi consejo es siempre cuestionar y tener el deseo de seguir creciendo. Es fundamental entender que la boca no está aislada; está interconectada al resto del organismo por sus múltiples funciones, además de la masticación. Se debe, sobre todo, “pensar fuera de la caja”, abriendo la mente a nuevos conocimientos y posibilidades terapéuticas.
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