En la actualidad, tanto en salud física como mental, se nota una búsqueda creciente del ciudadano común por intentar, de acuerdo a sus posibilidades, articular acciones de prevención. En mi labor como profesional, busco permanentemente incentivar esa inquietud, que sin dudas redunda en la anhelada calidad de vida. El objetivo es hablar de salud en lugar de centrarnos en curar enfermedades. En ese camino, encontré el término que lo sintetiza mejor que ningún otro: “Salutogénesis”.
En la década de los 70´, Aaron Antonovsky —sociólogo y académico israelí-estadounidense— lo acuñó para referirse a la acción de generar salud. Rápidamente, lo tomé y comencé a aplicarlo. Centrado en la relación entre el estrés y el bienestar, Antonovsky llega a una descripción de salud que es considerada innovadora. Expresa que la salud es “como un continuum que busca el equilibrio entre el punto de máxima y de mínima”, puntos a los que llamó bienestar y malestar. Nos dice que, a lo largo de la vida, estamos siempre moviéndonos al encuentro del equilibrio entre los factores que nos enferman (factores estresores) y factores que nos sanan (factores que nos “activan”). En sus trabajos de investigación, plantea un interrogante más que interesante: ¿Qué hace posible en una persona ir hacia el extremo positivo de salud?
En uno de sus estudios más relevantes, observó de manera minuciosa a un grupo de mujeres que estaban entrando en la menopausia. La población que participó en el estudio era muy diversa en origen y en experiencias de vida. Encontró que un 29% de ellas había sobrevivido a los campos de concentración nazis. Pero no se conformó con el dato que establecía que las experiencias traumáticas del pasado comprometen la salud posterior de las personas y se enfocó de forma diferente. Se fijó en ese 29%, notando que no solo pudieron renovarse y reconstruir su vida, sino que además, se declararon felices, manteniendo una buena salud. Así llega a la formulación de su famosa pregunta salutogénica.
Su investigación lo llevó a destacar que un factor estresante implica un estado de tensión con el que la persona debe lidiar y que el resultado patológicamente neutro o saludable depende de la idoneidad del individuo en el manejo de esa tensión. Y señaló que los factores que determinan ese manejo se convierten, entonces, en un punto clave para la investigación en las ciencias de la salud.
En otras palabras, cuantos más recursos tiene un individuo, más fácilmente puede superar un acontecimiento estresante y encontrar significado a lo que le sucede. Esos recursos hacen referencia al conocimiento, experiencia, hábitos saludables, compromiso, apoyo social, capital cultural, inteligencia, actividades significativas, tradiciones, ego-autoestima-sentido de la vida. Significa conocer nuestros límites, pero también confiar en todo nuestro potencial.
Sus palabras resuenan e invitan a pensar lo imprescindible que es conocerse y conocer los recursos propios y los que podemos tener disponibles en el entorno, siendo la confianza un anclaje clave en esta teoría.
Es conveniente reflexionar sobre el concepto de salutogénesis, para comprender que a lo largo de la vida estamos siempre moviéndonos al encuentro del equilibrio entre los factores estresores y los que sanan. En la Argentina, el bienestar mental enfrenta desafíos significativos, evidenciados por un aumento sostenido del malestar psicológico y una alta prevalencia de trastornos como la ansiedad, la depresión y el estrés.
Aunque en la población se observa que hay un incremento en prácticas de autocuidado como la actividad física, la alimentación saludable y el fomento de las relaciones sociales, seguimos encontrando resistencias para tomar medidas ante un malestar psicológico.
Recomiendo con insistencia las prácticas de autocuidado, ya que mantener una vida activa se asocia con una menor sintomatología psicológica general, ansiosa y depresiva. Esto es: consumir una dieta equilibrada, establecer horarios de sueño regulares y constantes sin pantallas en la cama, evitar el aislamiento social, mantener el sentido del humor, ser optimistas, practicar meditación, e inspirar y desafiar a nuestra mente leyendo libros y resolviendo acertijos. Todo contribuye significativamente al bienestar mental.
El concepto de salutogénesis nos invita a mirar más allá de la enfermedad y a enfocarnos en los factores que nos permiten prosperar, manteniéndonos resilientes y encontrando un sentido en nuestra vida, especialmente frente a los desafíos. Esta disposición acelera nuestras capacidades intrínsecas de bienestar. El primer paso será colocarla en el lugar de las prioridades, para que la plenitud que anhelamos pueda hacerse realidad.
Lic. Claudia Liendo
M.P: 1581
I.G: Claudialiendo7
Fb: Claudia Liendo






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