lunes 08 de septiembre del 2025

Hacia una economía de la dignidad

Por Benjamín Lávaque – Contador Público, Máster en Finanzas, Filósofo

Benjamín Lávaque
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Desde hace siglos la economía fue reducida a un cálculo abstracto: maximizar la rentabilidad. Ese axioma, heredado del liberalismo clásico, nunca fue cuestionado en profundidad: se convirtió en dogma. Pero, ¿quién dijo que la rentabilidad debía ser el fin último de todo negocio, de toda corporación, de toda sociedad?

La historia económica muestra con crudeza que este paradigma ha desplazado al ser humano de su centro. Los imperios mercantiles, el capitalismo industrial, las multinacionales del siglo XX y las corporaciones digitales de hoy repiten el mismo patrón: la lógica del beneficio absoluto, incluso a costa de vidas, dignidad y trabajo. Las empresas parecen tener más alma que las personas; más derechos, menos deberes.

 

Benjamín Lávaque

 

Karl Marx denunció la alienación del trabajador. Keynes intentó domesticar al capitalismo con políticas estatales. La escuela austríaca confió en los automatismos del mercado. Ninguna de estas miradas fue capaz de construir un sistema verdaderamente humano. Hoy, como bien señala Maurizio Lazzarato, la deuda se ha transformado en un dispositivo de gobierno: vivimos bajo el mandato de ser deudores perpetuos, sujetos atrapados en una servidumbre financiera invisible. Y como advierte Paul B. Preciado, el capitalismo no solo organiza la economía, sino también el género, la sexualidad, los cuerpos, moldeando subjetividades enteras al servicio de la productividad.

Las crisis se repiten porque se ignora lo obvio: la economía no es matemática, es historia, filosofía, sociología. Es, en última instancia, humanidad. Mientras reine la lógica de la rentabilidad, la sociedad seguirá devorando a los pequeños negocios, concentrando el poder en monopolios y arrasando con la pluralidad de modos de vida.

 

Benjamín Lávaque

 

La tarea es urgente: imaginar un nuevo paradigma económico. No capitalismo, no socialismo, sino un sistema que coloque al ser humano como bandera. 

Una economía de la dignidad, donde el trabajo sea más importante que la especulación, la comunidad más que la acumulación, y el bienestar más que la rentabilidad. Cualquier economía que no tenga en cuenta al ser humano está condenada a repetir la tragedia de la historia. 

En mi libro ´´La Lógica de la Rentabilidad´´ se puede profundizar sobre los mecanismos que propongo, pues lo que afirmo no es una mera manifestación de voluntad, sino una propuesta concreta.

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