Compartí esta nota
Vivimos en una época caracterizada por la inmediatez, donde el deseo y la expectativa de obtener resultados instantáneos han transformado significativamente las dinámicas sociales, económicas y culturales. Esta exposición constante a estímulos instantáneos afecta directamente la neurofisiología del placer y la recompensa. En el ámbito de la alimentación, esta urgencia tóxica nos impulsa a optar persistentemente por el consumo de productos ultra procesados y listos para usar, que son aliados perfectos de ese estado, pero enemigos de nuestra salud metabólica. Ante la señal constante de “vivir en modo urgente”, nuestro cerebro responde activando respuestas bioquímicas adaptativas para mantenernos “a salvo del peligro”. La actividad del sistema de respuesta al estrés presente en los mamíferos, conocido como eje hipotálamo-hipofisario-adrenal, se reduce mediante el consumo de alimentos que contienen azúcar. Después de consumirlos, se liberan hormonas para reducir las sensaciones estresantes, lo que también aumenta el deseo de alimentos reconfortantes, perpetuando así las conductas alimenticias relacionadas con emociones que nos incomodan, lo que hoy se conoce como “hambre emocional”. El deseo de comer está regulado por regiones cerebrales conocidas como centros de alimentación, ubicadas en el hipotálamo, y son justamente estas mismas regiones las que interconectan con el sistema límbico y la corteza cerebral, que son responsables de la modulación de las emociones. A partir de este conocimiento, parece factible sugerir que las sensaciones placenteras provocadas por el consumo de azúcar pueden proporcionar un método de automedicación para lidiar con el estrés diario.
La investigación científica avanza en la comprensión de las adaptaciones neuronales y la activación de circuitos de recompensa inmediata relacionados con las vías dopaminérgicas inducidas por los azúcares añadidos a los alimentos. Hoy en día, es contundente la evidencia que señala que estos azúcares generan un grado de anhelo y recompensa similar al que provocan las drogas de abuso. Este peligroso circuito daña el metabolismo con consecuencias para la salud. La neuroinflamación causada por el consumo excesivo de ultra procesados puede provocar deterioro cognitivo, afectar negativamente la neuroplasticidad y contribuir a trastornos emocionales como la ansiedad y la depresión.
En Metabolom, diseñamos espacios para modificar esta conducta adaptativa al estrés. En nuestras Tribus de Acompañamiento las personas pueden encontrar compañía y apoyo para descubrir alternativas saludables para mejorar su bienestar emocional. Utilizamos herramientas de la psicología y el coaching para desconectar de la rutina diaria, identificar obstáculos y redescubrir las propias fortalezas; mientras cuidamos la salud metabólica.
Natalia E. Furland
Dra. En Bioquímica
Docente-Investigadora
Coach de Metabolom
Natalia Cesari
Bioquímica
Diplomado en Enfermedades Metabólicas Congénitas
CEO de Metabolom
metabolom.com.ar
+54 9 2915398000
