Rodolfo Ranni, figura emblemática del cine, la televisión y el teatro argentino, se sentó frente a Héctor Maugeri en el living de +Caras (Caras TV) para mantener una charla íntima, emotiva y, por momentos, filosa. A sus 87 años, con la lucidez y el oficio aún intacto, el actor repasó su vasta trayectoria y su historia de vida, pero también se permitió hablar sobre lo que muchos callan: sus diferencias con el ambiente artístico y su visión crítica sobre sus propios colegas.
Rodolfo Ranni apuntó contra sus colegas actores
“Yo la parte social de la profesión no la vivo. Termino de trabajar y me voy a mi casa. Salgo antes que el público”, soltó sin vueltas, con ese tono seco y certero que lo caracteriza. Para él, el escenario es trabajo, pasión, compromiso. Pero no un espacio para cultivar relaciones frívolas ni para sumergirse en los egos de los camarines. “Hay un famoso libro que se llama Los actores son un asco. Lo que pasa es que nuestra profesión es como la mosca con la miel. Yo respeto mucho el talento. La gente fantasea mucho con lo nuestro”, disparó.
Ranni no necesita endulzar su discurso. Su carrera —iniciada en la década del 50 y sostenida con talento y profesionalismo durante casi siete décadas— le da la autoridad para decir lo que piensa. Y lo hace con claridad: “Lo que yo veo, desde que soy actor, es que los actores hablan nada más que de eso: del laburo. Después del teatro, vamos a comer, hablemos de la vida. Es como que hay un solo tema. Eso es lo que vi durante todos mis años de trabajo”.

El “Tano” separa las aguas: distingue el oficio de la persona, el actor del hombre. Para él, interpretar es un acto creativo, no una prolongación del yo. “Yo corto al actor con el hombre. Este es un trabajo como cualquier otro. A veces te preguntan si te identificás con el personaje. Y no. Si yo me identifico, no lo hago, porque estaría haciendo de mí mismo. Lo bueno de mi trabajo es que no tenga nada que ver conmigo el personaje. Si no, ¿dónde está la creación?”, explicó con esa lógica que solo puede tener quien ama profundamente su arte, pero no se confunde con él.
Ranni sigue en actividad. No baja el ritmo ni cede ante el tiempo. Hoy comparte escenario con Graciela Pal en La noche de la basura, una obra intensa que se presenta en el Teatro Metropolitan. Allí vuelve a desafiarse, a crear vidas ajenas, a emocionarse como si fuera la primera vez. “Sigo sintiendo nervios cada vez que subo a escena. En cada personaje, vivo una vida que no es la mía”, confesó.
En tiempos donde muchos prefieren el silencio diplomático, Rodolfo Ranni elige la honestidad. Siempre fiel a sus ideas, sin disfraces ni temor a incomodar. Como en el escenario, también en la vida prefiere los personajes verdaderos, aunque duelan, aunque sacudan. Así es él. Así sigue siendo.

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