A sus 87 años, el rey emérito Juan Carlos I parece tener clara una cosa: su legado financiero no debe convertirse en un problema para sus hijos. Según fuentes cercanas al exmonarca, inició un detallado plan para garantizar que su herencia multimillonaria de más de dos mil millones de euros sea distribuida de manera eficiente, evitando a toda costa complicaciones con la Hacienda Pública en España. En esta tarea, involucró a su hija, la infanta Cristina.
Consciente de que su avanzada edad lo acerca al ocaso de su vida, Juan Carlos I tomó medidas para simplificar el reparto de su fortuna. En los últimos años, solicitó a sus asesores y personas de confianza que gestionaran la venta de varias propiedades en el País Vasco y Cataluña. Su objetivo principal es reducir los activos inmuebles y transformarlos en efectivo.
La estrategia del emérito radica en evitar que sus bienes materiales, como casas y terrenos, sean objeto de impuestos sucesorios elevados. Prefiere que sus hijos hereden dinero líquido, lo que facilitaría los trámites y minimizaría los riesgos fiscales.
La infanta Cristina: una inversión estratégica fuera de España
La infanta Cristina, una de las principales herederas, también está tomando precauciones con respecto a su propio patrimonio. Actualmente, reside en Ginebra, Suiza, donde pasa más de 180 días al año. Esta decisión no solo responde a su estilo de vida, sino también a un motivo fiscal: residir fuera de España le permite gestionar su dinero sin estar obligada a declararlo ante la Hacienda española.
Desde hace años, Cristina demostró un interés particular en las inversiones inmobiliarias internacionales. Aunque recientemente recompró una vivienda en Barcelona donde vivió sus primeros años junto a Iñaki Urdangarin, su verdadera apuesta está en propiedades fuera del país. Entre sus bienes destacan su residencia en Bidart, Francia, y otras adquisiciones estratégicas en destinos que algunos califican como paraísos fiscales.
El papel de Froilán y la infanta Elena en el plan familiar
Por su parte, la infanta Elena también se encuentra dentro de este esquema cuidadosamente diseñado por Juan Carlos I. Según informes, la distribución de su parte de la herencia podría gestionarse a través de su hijo, Froilán, quien actuaría como intermediario financiero. Esta estrategia aseguraría que las transferencias y las inversiones de la familia permanezcan protegidas y fuera del alcance de las autoridades fiscales españolas.
La planificación meticulosa del emérito está siendo supervisada por un equipo de asesores financieros altamente capacitados, quienes se encargan de garantizar que cada movimiento esté libre de errores y complicaciones legales. El objetivo es claro: preservar la fortuna familiar intacta y evitar que los bienes acumulados durante décadas terminen sometidos a una fiscalidad severa.
VO