Con tan sólo 20 años, la figura de Disney Cameron Boyce falleció mientras dormía tras presentar una convulsión, resultado de una afección médica (que no fue revelada) por la que estaba siendo tratado. La muerte del actor y bailarín fue muy comentada en las redes sociales, debido a que toda una generación creció con él.
Consultado por Caras Salud, el neurólogo infantil Guillermo Agosta explicó que las convulsiones “son más frecuentes en la infancia y en la adolescencia que en la edad adulta y luego se pueden volver a ver con alguna periodicidad en la tercera edad” y ocurren cuando “cuando un grupo de neuronas descargan al unísono (al mismo tiempo), lo que se expresa con compromisos motores y pérdida de la conciencia”. A su vez, detalló que estos fenómeno pueden ser generalizados cuando afectan a todo el cuerpo, con pérdida de conocimiento o parciales, cuando alcanzan a un solo miembro o a medio cuerpo.
Agosta, quien es jefe del servicio de Neurología Infantil del Hospital Italiano de Buenos Aires, indicó que los fenómenos convulsivos “pueden ser primarios y cuando se presentan más de una vez ya se habla de epilépticos”. Pero también “pueden deberse a enfermedades de base, por ejemplo presión arterial muy alta o una infección del sistema nervioso central, como por ejemplo una meningitis o una encefalitis, que puede presentar convulsiones secundarias al germen que lo produce”.
En cuanto a la mortalidad, Agosta indicó que tienen una tasa “más bien pequeña” y que en los casos en la que el índice es más elevado “y puede llegar hasta al 10% en el contexto de la convulsión” ocurre e pacientes que tienen una condición especial que los expone en forma mayor a tener un episodio de muerte súbita. “Pero en estos casos tienen una condición genéticamente determinada que se expresa con la convulsión hasta derivar en estos resultados”, aclaró.
Pero por más que las muertes por convulsiones no son frecuentes, “sí debe tenerse en cuenta que el paciente puede fallecer por aspirar su propio vómito o secreciones, por eso es importante saber cómo actuar hacer frente a un episodio”, indicó el neurólogo infantil.
“Lo primero que debe hacer el observador es tranquilizarse y evitar que se comprometa la vía aérea de la persona que sufre la convulsión, lo que se logra poniéndolo de costado. Es bueno que el paciente esté recostado, pero de forma cúbito lateral, nunca boca arriba. También es importante evitar que la persona se lastime si se cae o que al moverse se pueda golpear y no hay que ponerle nada en la boca, menos los dedos porque los pueden perder; tan solo hay que esperar que el cuadro se resuelva”, remarcó.
Es que según especificaciones de Agosta, el 80% de las convulsiones duran menos de 5 minutos. Si ese lapso es superior “se debe llevar al paciente a la emergencia en una ambulancia y dirigirse a un centro asistencial, para que se le administren drogas (a veces endovenosas) para controlar el fenómeno”, remarcó.
Por último, Agosta aclaró que si el paciente es epiléptico previo, y ya recibe un tratamiento, la causa más común de las convulsiones es la suspensión de la medicación. “El 1% de la población tiene epilepsia o fenómenos convulsivos y de ese total, el 70% son controlados con medicación sin mayores dificultades, pero hay un 30% que son de difícil tratamiento en los que aparecen estos episodios de tanto en tanto. A estos casos se los llama epilepsias refractarias, para lo que se puede emplear desde cirugía a dieta cetogénica”, concluyó.