La primera palabra que Sara Stewart Brown (39) escuchó de Jorge Lanata (54) fue un no. Con apenas 21 años, ella fue a su programa, “Día D”, para proponerle una adaptación al teatro de la novela del periodista, “Historia de Teller”, que él rechazó. Hasta entonces, Sara era una fanática más del conductor: lo escuchaba todas las noches en el ciclo de FM Rock and Pop, “Hora 25”, y desde la tribuna de su programa televisivo. El no le conocía la cara, aunque ella sabía todo de él. Quizá por eso la nota que le envió el 12 de septiembre de 1996, día del cumpleaños de Jorge, logró convencerlo, al menos, de salir a tomar algo: “Feliz cumpleaños. Siento que ya te conozco. Estaría bueno que nos viéramos alguna vez. Sara Stewart Brown”. La nota iba acompañada por un regalo: una botella de whisky JB, el mismo que tomaba Teller, el protagonista de aquel libro que él no quiso que ella llevara al teatro. Fue el primer sí del conductor, que pasaría junto a ella, entre buenas y malas, los siguientes 18 años de su vida.
La misma respuesta que él le dio hace dos años, cuando ella le propuso donarle un riñón, en un gesto de amor único. “La decisión fue muy natural. Cuando él volvió de diálisis hace dos años, yo se lo planteé. El dudó y finalmente me dijo que averiguáramos”, le explicó Sara al periodista Diego Leuco, en la entrevista que Lanata decidió difundir en el mismo momento que lo trasplantaban. “Lo que él le está preguntando es ¿usted está loca? ¿por qué le dona el riñón a alguien? ¿Cómo se va a quitar un riñón para dárselo a alguien? Y encima a este hijo de p...”, bromeó el conductor, quien tiene un juego cómplice de no tutear a su mujer, 14 años menor que él.
Y el buen ánimo de Lanata no era casual. Desde 2011, padece una insuficiencia renal crónica que lo obliga a dializarse tres veces por semana, día por medio, en sesiones de cuatro horas. “La diálisis te deja muy cansado. Yo soy el único de todos los tipos que hacen diálisis en Favaloro que después labura. No quiero que me gane ¿Me entendés? Yo podría tener una máquina para dializar en casa; tengo la plata para comprarla. Prefiero que me rompa las pelotas ir a dializarme y después no ir más. Pero quiero acostumbrarme a la enfermedad”, reflexionó Lanata, quien debió buscar una alternativa al descubrir que no era compatible con su mujer.
Entonces, la opción de operarse en Estados Unidos se convirtió en la más viable y en casi la única esperanza. Hasta que dio con el doctor Pablo Raffaele, jefe de Nefrología, Urología y Trasplante Renal de Favaloro. En una charla con él se enteraron de la existencia de un programa de optimización de donantes vivos para trasplante renal. Se trata de una práctica que empezó en 1986, en Estados Unidos, y que también se realiza en España, Canadá, Reino Unido, Australia y Turquía. En casos como el de Lanata, cuando un paciente necesita un trasplante de riñón y tiene un familiar o pareja que dona el órgano, pero no son compatibles. Entonces se busca a otra pareja en similares condiciones y se realiza el trasplante cruzado, conocido como Kidney Paired Donation (KPD), o donación entre riñones pares.