La emoción primó en la ceremonia de los Martín Fierro 2016, cuando se realizó el sentido homenaje a Gerardo Sofovich. Llamado popularmente "el señor televisión", el conductor recibió el premio post-mortem y el encargado de recibirlo fue su hijo, Gustavo.
Con los ojos llenos de lágrimas y acompañado por su hijo Ignacio, Gustavo confesó que seguramente lo pondrá en la vitrina de su casa, al lado de las innumerables estatuillas que Gerardo ganó en vida. “Ocho días antes de su muerte, fuimos a comer en Punta del Este. Pensé que todavía le quedaban varios meses, pero él sabía que se iba. Mientras cenábamos me pidió por favor que cuide todo lo que había construído, porque le costó mucho esfuerzo. El día que se lo llevaron a la clínica, se corrió la máscara de oxígeno, me guiñó un ojo, y a la hora ‘se fue’. Pero no me quedó nada por decirle, yo compartí el último año de su vida pegado a él. Cada dos días, los últimos dos meses, lo afeitaba en la cama, con agua caliente y crema. Se fue viendo que dejaba a su hijo íntegro, en plena recuperación, un hijo que luchará por los valores que heredó de su padre”, dice, consciente de la responsabilidad de heredar semejante legado artístico. Pero Gustavo lo asume como un hermoso desafío, quizás el único que lo ayude a seguir luchando contra sus adicciones. “Mi viejo siempre está al lado mío, se fue su cuerpo, pero yo me manejo con sus valores, sus principios, su ética. Con mi apellido abro cualquier puerta que necesite, es un legado muy importante. En mi computadora tengo las diez temporadas de “Polémica en el Bar”, cien entrevistas a todos los presidentes de la Nación, a políticos, celebridades, estrellas que visitaron el país… No sé si todo el mundo tiene la suerte de escuchar las voz de su padre después de que falleció, yo recurro a ese material cada vez que necesito saber algo”, afirma con un orgullo que lo nutre y dignifica.