Donde llega ilumina todo con su simpatía y permanente sonrisa. La última semana, la reina Máxima de Holanda (50) se despidió de Noruega y retomó su agenda oficial en Amsterdam Y el color bordó, borgoña, un tono oscuro de rojo con un matiz violáceo, que simboliza la riqueza, el poder y la ambición y que también se asocia con la seriedad y los seres con carácter introvertido, sofisticado y reservado, fue el elegido.
Para su último acto en la península escandinava, más precisamente en la ciudad de Trondheim, Máxima decidió sorprender con un abrigo de neopreno, con estrellas de cristales bordadas de uno de sus diseñadores preferidos, Claes Iversen –que había estrenado en marzo de 2017 para una reunión con Mauricio Macri–, cuyo largo llega justo sobre las rodillas. Esta vez, y como para hacer frente al frío que ya se siente fuerte en la zona, lo completó con una capa-poncho larga, de Valentino en un tono más oscuro, casi berenjena que se quitó apenas descendió del auto oficial que los trasladó hasta el lugar. Y como para no romper el juego cromático, llevó clutch, guantes y accesorios en la misma gama.
Sólo rompió la combinación con unos stiletos plata, de Gianvito Rossi, con transparencias de PVC, tal como la mostró el sitio guacamouly.com. Ya de regreso en Holanda, y junto al rey Guillermo (54), volvió a lucirse en los Premios Prins Bernhard CultuurFonds, con un vestido estampado en bordó y oro, esta vez con botas altas, cartera y guantes al tono, y look al que le volvió a sumar la misma capa-poncho de Valentino. Un prenda fetiche entre las mujeres de la realeza que la adoptaron para protegerse del frío pero también para sumar elegancia y sofisticación a sus outfits. Ya que esta icónica prenda de abrigo es usada tanto por mujeres como por hombres desde la Edad Media en la que ya representaba una señal de nobleza, linaje y símbolo real.
Cada uno de sus outfits los completó con discretas joyas, como pequeños aros de diamantes, en la primera ocasión, y más grandes en piedras oscuras la segunda. Infaltable, en su muñeca izquierda continúa siendo fiel a su amado Tank, el reloj de Cartier que también supo conquistar a Jackie Kennedy y a Emmanuel Macron. El modelo Tank Solo, valuado en aproximadamente 6 mil dólares, con correa de piel de cocodrilo con escamas redondeadas, hebilla y caja de oro amarillo de 18 kilates con fondo de acero y el icónico cristal de zafiro.