El silencio: un espacio sagrado para escuchar la sabiduría interior - Por la Lic. Ximena Elizalde
Vivimos rodeados de ruido. Externo e interno. Conversaciones, mensajes, pensamientos acelerados, emociones intensas, preocupaciones. En medio de ese torbellino, el silencio aparece como un oasis raro y muchas veces incómodo. Sin embargo, desde la psicología transpersonal y la terapia holística, el silencio es una puerta hacia la sabiduría profunda que todos llevamos dentro.
¿Por qué nos cuesta estar en silencio?
Muchas personas lo evitan porque lo asocian con vacío, soledad o la posibilidad de enfrentarse a emociones incómodas. Pero el silencio no es ausencia: es pausa, observación y apertura. Revela nuestro estado interno más allá de lo superficial. En un mundo que tapa el vacío con estímulos constantes, es justamente en esos momentos de calma donde podemos volver a nuestra esencia.
El silencio como camino hacia la presencia
El silencio es el terreno fértil donde florece la conciencia plena. Al silenciar el entorno y la mente, empezamos a observar sin juicio lo que sucede dentro: sensaciones corporales, emociones, pensamientos. Esa observación sin apego es la base de la atención plena y del autoconocimiento.
En el silencio, dejamos de reaccionar automáticamente y empezamos a responder desde un lugar más conectado.
Silencio y sanación emocional
El silencio permite escuchar lo que el cuerpo y el alma intentan decirnos. En ese espacio emergen emociones reprimidas o conflictos no resueltos. Lejos de ser pasivo, el silencio es un proceso activo de escucha interna, y esa práctica favorece la integración emocional y reduce el estrés.
En terapia, invito a mis pacientes a tener momentos de silencio diario. Porque en ese tiempo sin interrupciones, las voces internas que solemos ignorar encuentran su espacio.
El silencio como práctica espiritual
Muchas tradiciones espirituales consideran el silencio un lenguaje sagrado. Es un estado donde la mente se aquieta y el alma se expresa. Meditar, orar en silencio o simplemente sentarse en quietud son prácticas para cultivar ese espacio interior.
Desde la mirada transpersonal, el silencio no es vacío, sino plenitud. Es un portal hacia dimensiones más profundas del ser.
Cómo incorporar el silencio en lo cotidiano
- Minutos de pausa consciente: sentate 3 a 5 minutos al día sin distracciones. Observá tu respiración, los pensamientos. No los juzgues, solo registralos.
- Silencio en la naturaleza: caminá sin música ni celular. Escuchá el viento, tus pasos, tu cuerpo. El entorno natural es un gran aliado.
- Apagar pantallas: elegí momentos sin redes ni estímulos visuales. Generá espacio afuera para facilitarlo adentro.
- Meditación guiada o en silencio: usá prácticas que incorporen momentos sin palabra. O simplemente quedate presente, en silencio, sin objetivo.
El regalo del silencio
Al incorporarlo como hábito, el silencio se vuelve refugio. Nos recarga, nos sana, nos devuelve a casa. Desarrollamos una relación más amable con nosotros mismos. Escuchamos lo que mente, cuerpo y alma vienen susurrando hace tiempo.
No temamos al silencio. Abracémoslo como un aliado profundo y transformador.
Porque en el silencio, la sabiduría interior susurra. Solo necesitamos estar dispuestos a escuchar.
Reflexión final: en una cultura que nos empuja a la velocidad, a la producción constante y a vivir hacia afuera, el silencio se vuelve un acto de revolución interior. Lo que propone la Lic. Ximena Elizalde es simple pero poderoso: sentarnos con nosotros mismos, sin distracciones, y mirar hacia adentro. El verdadero cambio, la verdadera claridad, no nace del ruido ni de las respuestas externas, sino del encuentro con ese espacio interno que solo el silencio puede revelar.
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