¿Podemos empezar diciendo que la felicidad existe?
Hay opiniones variadas sobre la felicidad. Puede estar asociada al éxito. Otros piensan que son esos momentos de la vida, donde la ausencia de conflictos dolorosos, nos dejan ser felices. Algunos dicen que es fugaz, o directamente opinan que no existe la felicidad como tal. Inclusive, se dice lo opuesto, que es el objetivo de la existencia.
Como podemos ver, hay opiniones diferenciadas al respecto. Pero lo que yo me pregunto, si en sí, sabemos lo que es la felicidad o si hay un gran malentendido con su definición.
Quizás producto del manoseo de la palabra en ilusionismos cotidianos, películas, mandatos sociales, o el éxito económico, que asocian todo esto con el ser feliz.
Seguramente si le preguntamos a alguien que nos relate un episodio de felicidad, nos dirán el nacimiento de un hijo, un momento familiar perfecto, o un logro personal exitoso. En esos momentos, no hay pasado ni futuro incierto, todo desaparece. Ese instante que pareciera de perfecta armonía con el mundo que nos rodea, nos hace sentir que no tenemos conflictos que nos atormenten, sintiéndonos absolutamente libres. Obviamente, estas experiencias, por fugaces que sean, desearíamos que duren eternamente.
¿Esos momentos no son de felicidad?
Si te dijera que sí, significaría que la felicidad duradera no existe, y que solo dependemos de estos momentos, para experimentar una felicidad efímera.
No obstante, claro que estos relatos o vivencias de armonía con el universo son un bálsamo en nuestra lucha cotidiana, y claramente podemos sacar provecho de esto.
Nos damos cuenta de que la plenitud existe, que podemos buscarla, que podemos reconocer algunos aspectos para favorecerla, que podemos esforzarnos y trabajar en nosotros para que así suceda.
Tenemos que considerar que no es simplemente un estado de exaltación.
Debemos tener un análisis correcto de la realidad, considerando que no puede ser así, al estar invadidos por emociones, como el enojo, celos, obsesión o cualquier otra toxina mental, que no nos permita tener una correcta visión de esta.
Debemos ir en búsqueda de la sabiduría emocional, construir esa libertad interior, esa plenitud que hablábamos anteriormente. Contrariamente, si seguimos apegados sólo a la esperanza, en la inacción de la bondad, la compasión, es muy sencillo ir dilapidando nuestro tiempo casi imperceptiblemente, como si esa felicidad, fuera una mera fantasía inalcanzable. Buscar la felicidad fuera de nosotros, en vez de construir un corazón bueno, es como ir a un lago pequeño en busca de tiburones y vivir frustrados o enojados por no encontrarlos.
¿O sea que confundimos generalmente el estado de felicidad?
Fácilmente confundimos el placer o la alegría, con la felicidad. Podemos sentir placer en ser admirado, tener una familia, ser lindo, rico, en la sexualidad, cualquier placer de los cinco sentidos e inclusive sentir placer en una venganza o en dañar.
Esta información nos dice, que, si necesitamos repetir insaciablemente estos momentos de placer, mínimamente deberíamos sospechar. Como podría ser felicidad, si necesitamos sentir placer dañando. Esto nos dice inexorablemente que estaríamos lejos de la verdadera felicidad.
O acaso una persona pobre, estaría condenada a la infelicidad.
Por supuesto que no estoy diciendo que tenemos que negarnos a construir y sentir todas estas sensaciones agradables de placer o alegría, sino a las ataduras que pueden alienarnos. Vamos automatizando mecanismos de obsesión por la repetición, que generalmente desembocan en el cansancio y desilusión en el tiempo.
Recordemos que no son las cosas que nos atan, sino el apego que sentimos a esas cosas.
Podemos usar la alegría e ir debilitando y/o gestionando, en forma gradual, a estas emociones negativas que nos consumen.
Cultivar un corazón bueno, bondadoso, compasivo, sin los caprichos del ego, con nuestra mente despierta y serena, nos va a otorgar la lucidez que no nos permita engañar por las ilusiones proyectadas de una falsa realidad.
Mahatma Gandhi decía “La libertad exterior que alcancemos depende del grado de libertad interior que hayamos adquirido. Si es esa la correcta comprensión de la libertad, nuestro esfuerzo principal debe centrarse en realizar un cambio en nosotros mismos”
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