sábado 27 de julio del 2024

Mejorando nuestras decisiones: atención al “Sesgo del costo hundido”.

Por Ezequiel Starobisnky, escritor y economista. Autor del libro “El Arte de Decidir”. Galería de fotosGalería de fotos

CREDITO CARAS

Muchas veces tomamos decisiones que no traen los resultados que esperábamos, en todo tipo de ámbitos. Por ejemplo, ir al cine a ver una película mala o una inversión que no funciona. Un proyecto que implica mucha energía pero no da sus frutos, o apostar a que una persona cambie de actitud con el tiempo, y que eso no suceda. A todos nos sobran ejemplos de esto.

La cuestión es que en cierto punto uno empieza a hacerse la incómoda pregunta de hasta dónde sostener la decisión. Hasta dónde dar tiempo “para que cambie la cosa”. Y acá, pueden pasar tres cosas:

Uno, ser impacientes y salirnos antes.

Dos, ser pacientes e inteligentes a la vez, dándole el lapso necesario a las cosas para que prosperen, pero a su vez saber salirnos a tiempo.

Tres, caer en el peligroso “sesgo del costo hundido” o “falacia de los costos erogados”.

Esto último es lo más tramposo, porque uno queda atrapado en el juego del ego propio, a quien no le gusta admitir “fracasos”. Cuando uno toma una decisión que no funciona, es bastante probable que la sostengamos más tiempo del que deberíamos incurriendo en pérdidas mayores y más tiempo desperdiciado. Esto se da especialmente cuando la decisión implicó dinero y/o esfuerzo y/o tiempo, o la anunciamos y defendimos inicialmente con pitos y flautas frente a otras personas… 

Quedamos atrapados en el ego, que contabiliza todo lo invertido en una decisión y cuando esta no viene funcionando, no queremos aceptar la pérdida. Todo lo que uno ya hizo (o puso) si la cosa no funciona… no va a volver. Pero es tan fuerte el deseo de que así sea que distorsionamos la realidad, y creemos que aquello que compramos “ya va a recuperar”, o “esa persona ya va a cambiar” o “la película tiene que mejorar”.

Pero no. Lo más probable es que estemos atrapados en el “sesgo del costo hundido”. Esa necesidad obstinada e infantil de “amortizar” los costos del pasado, que hasta nos lleva a ver comer de más en un tenedor libre (¡cuánto más caro, más comemos!).

Todo lo que uno ya invirtió en una decisión no debería ser considerado a la hora de sostenerla o no. Es difícil y a veces duele, y mucho. Lo que uno puso en el pasado está “erogado”: ya fue, ya desapareció. Pero el pasado muchas veces embarra decisiones del presente. Con atención uno debería escuchar a la intuición, usar adecuadamente al intelecto a la hora de decidir. Uno debería focalizar en el hoy para ver claramente el futuro sin que el ego (“y todo lo que ya hicimos”) contamine la visión. Prestá atención y no caigas en la trampa. ¡No vaya a ser que te quedes hasta la dos de la mañana viendo una película mala sólo porque ya viste más de la mitad

Este es sólo un segmento de su libro, que nos alienta a decidir de manera clara y consciente. Disponible en Ebook, audio libro y formato impreso desde penguinlibros.com.ar

Más sobre el libro y el autor:

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