Durante el embarazo, la atención suele estar puesta en el cuerpo que cambia, los estudios médicos, el parto que se aproxima y el bebé que llega. Pero hay algo igual de importante —y mucho menos visible— que también empieza a gestarse: el mundo emocional de la mujer que se está convirtiendo en madre. Antes de que nazca el bebé, algo más empieza a transformarse
Muchas mujeres llegan al posparto sintiendo que “nadie les avisó” lo que iba a pasarles por dentro. No porque no hayan leído o escuchado información, sino porque lo emocional sigue siendo lo menos preparado de la maternidad. Hablar de esto antes no asusta: alivia.

—¿Por qué decís que el embarazo también es una etapa emocional?
Porque no solo se gesta un bebé, también se transforma una identidad. Durante el embarazo aparecen preguntas profundas: ¿seré capaz?, ¿cómo voy a maternar?, ¿qué va a pasar con mi vida, mi pareja, mi trabajo?
A veces estas preguntas conviven con alegría, y otras con miedo o ambivalencia. Todo eso es normal. El problema es cuando creemos que no deberíamos sentirlo.
—Muchas mujeres dicen “estoy bien, solo cansada”. ¿Qué hay detrás de eso?
Hay una enorme exigencia por transitar el embarazo “en positivo”. Pero el cansancio no es solo físico. Muchas mujeres están procesando duelos —por la vida que cambia—, expectativas propias y ajenas, y una carga mental que empieza mucho antes del nacimiento. Validar lo que se siente es parte del cuidado.
—¿Prepararse emocionalmente significa pensar en lo peor?
Para nada. Prepararse emocionalmente no es anticipar problemas, sino tener recursos. Es saber a quién pedir ayuda, entender qué emociones pueden aparecer, y reconocer que pedir sostén no es un fracaso, sino una necesidad humana.
—¿Qué rol cumple el acompañamiento profesional durante el embarazo?
Un rol clave. Acompañar en esta etapa permite armar una base sólida para el posparto. Cuando el bebé nace, todo se vuelve urgente y muchas veces no hay tiempo ni energía para buscar ayuda. Tener un vínculo previo, alguien que ya conoce a esa mujer, su historia y su contexto, puede marcar una gran diferencia.
—¿Y qué pasa con el cuerpo en este proceso emocional?
El cuerpo es protagonista, sin dudas. El cansancio físico, las molestias, el sueño fragmentado y luego la lactancia impactan directamente en el estado emocional. Por eso es tan importante pensar el sostén de manera integral: emocional y físico, mente y cuerpo, mujer y entorno.
—¿Qué le dirías a una mujer embarazada que siente que “todavía no es el momento” de pensar en esto?
Que no tiene que hacerlo todo junto ni perfecto. A veces alcanza con empezar a hacerse preguntas, con registrar cómo se siente, con permitirse hablar de lo que no es tan luminoso. La maternidad se vive muchas mejor si estas acompañada.
—Si tuvieras que dejar un mensaje clave, ¿cuál sería?
Que prepararse emocionalmente también es una forma de cuidarse, para poder maternar con mas liviandad. Cuidarse no empieza cuando el bebé nace, empieza antes. Y una mujer sostenida tiene muchas más herramientas para sostener.
Acompañar a una mujer en esta etapa no es solo escucharla, sino ayudarla a construir un sostén real —emocional y físico— para lo que viene. La maternidad no debería vivirse en soledad.
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