En la última entrega de +CARAS, Amelita Baltar abrió su corazón y recordó cómo comenzó su historia de amor con Astor Piazzolla, el hombre que marcó su vida personal y artística. “La Baltar”, como la bautizó el público tanguero, fue la gran musa del bandoneonista y mantuvo con él un romance pasional e inestable que se extendió durante siete años.
Hoy, con casi 85 años, la cantante no tiene reparos en revivir aquella historia atravesada por luces y sombras. “Cuando nos conocimos yo tenía 27 años y él veinte más que yo. Al principio no tuve una buena impresión. Cuando lo vi, era un gordito, mal vestido, medio peladito, bastante más grande que yo”, recordó con sinceridad.

Amelita Baltar y María de Buenos Aires
La primera vez que Piazzolla la escuchó cantar fue en un café concert, donde Baltar interpretaba folclore. En ese momento el creador de Balada para un loco buscaba una voz para encarnar a María en su ópera tango María de Buenos Aires, escrita junto a Horacio Ferrer. Y la encontró.
“Buscaban una tanguera que interpretara a María de Buenos Aires y me encontró a mí. El chico con el que yo salía en ese momento me dijo que Astor me había escuchado y que me estaba esperando. Yo pregunté: ‘¿Quién es?’. Porque él todavía no había grabado, no se escuchaba en la radio. Después de escucharme cantar parece que llegó a su casa, lo llamó a Ferrer y le dijo: ‘Encontré a María’”, relató.

El flechazo de Piazzolla fue inmediato. El de Baltar, no tanto. “Cuando lo conocí lo traté de señor. A mí me habían enseñado que cuando conocés a alguien decís: ‘Mucho gusto’. Entonces yo salí y le dije: ‘Mucho gusto, señor’. A los pocos días me llamó porque quería escuchar mi tesitura. Al otro día fui a la casa de ellos y probamos. Cuando terminé me dijo: ‘¡Qué oído tenés!’. Y yo lo miré como diciendo: ‘¿Y? ¿De ahí qué?’, como dicen en el campo. Claro, si canto el folclore de los más grosos…”, recordó con picardía.
Los primeros encuentros y el “whisky de más”
Piazzolla buscando conquistarla, le pidió el número de teléfono de su casa. La invitó a ensayar, a cenar, a ir al teatro y hasta a la embajada de Estados Unidos, donde solía frecuentar eventos. Amelita recuerda con humor esos encuentros: “Yo lo acompañaba porque no quería ir solo. Cuando nos sentábamos en el teatro o en el cine decía: ‘Que no ponga la mano o se la corto’”.
Pero finalmente el músico logró su cometido. “Uno de los tantos días pienso que tal vez me tomé un whisky de más. Porque él me invitó a su casa. ‘¿No querés ir a casa a tomar un whisky o un cafecito?’. Bueno, vamos, le dije. Y ahí perdí. Pero gané porque estuve al lado del más grande. Y en Europa me hice conocida por él”.

Y si bien la relación tuvo sus claroscuros, para ella fue un capítulo fundamental de su vida. “No entiendo por qué dije que sí a María. Al día de hoy me pregunto por qué lo hice. Pero a la semana ya estaba ensayando y después de eso, ya no hubo vuelta atrás”.
Con humor, crudeza y nostalgia, Amelita Baltar revivió en +CARAS cómo comenzó su historia con Astor Piazzolla, la noche del “whisky de más” que dio inicio a un amor apasionado, complejo y eterno en la memoria del tango argentino.
MDP

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