En una nueva entrega de +CARAS, el ciclo de entrevistas íntimas de Héctor Maugeri, Karina K abrió su corazón y repasó los momentos más decisivos de su vida artística. La actriz y cantante, reconocida como una de las grandes referentes del teatro musical argentino, compartió la emoción de su debut a los cinco años en un escenario y cómo la ovación del público marcó para siempre su vocación.
Karina K recuerda su debut a los 5 años
“En mi primera etapa, allá en Quilmes, yo tendría 5 años, y estaba bailando en una muestra una danza folclórica española. Estaba el telón cerrado, cuando se abre, me da la luz muy fuertemente, yo tenía miedo de ver al público, no lo vi pero sentí que todo el público, al verme, hicieron ‘wow’, entonces yo sentí un lugar seguro”, rememoró emocionada.
Ese instante quedó grabado a fuego y, según la propia Karina, marcó su forma de vincularse con el arte: “Algo perdura de la infancia, no es casual que yo lo haya sentido porque es sensorial, es decir, se perpetuó lo que dije ‘este es un lugar seguro, este es un lugar en donde me aceptan’. Con los años empecé a estudiar danzas, gimnasia rítmica, me di autonomía creativa. Después vino la etapa de formarme en canto, danza clásica, contemporánea”.

Su amor por el teatro estuvo alimentado por el entorno familiar. “Yo creo que eso fue crear la causa para que se manifieste, fue realmente ver que tenía ganas de expresarme, que mis padres lo entendieron, que me llevaron a la escuelita del barrio de danzas folclóricas”, recordó. Al mismo tiempo, explicó que sus padres, apasionados por las artes plásticas, también la acercaron al universo de los café concert, donde veían a Gasalla y Perciavale, influencias que estimularon su vocación artística.
Karina K —nacida el 17 de noviembre de 1966 como Karina Moccio— estudió con maestros de Argentina, España, Estados Unidos, Francia, Canadá e Inglaterra, y con el tiempo construyó una trayectoria brillante que abarca desde el musical hasta el drama. Su despegue fue en Sugar (1987), junto a Susana Giménez y Ricardo Darín. También pasó por Hola Susana mientras, en paralelo, se nutría del under porteño con artistas como Tino Tinto y Batato Barea, lo que le permitió afianzar un estilo frenético y expresivo.

En la entrevista con Maugeri repasó algunos de sus personajes más icónicos: Judy Garland en Al final del arcoíris, Niní Marshall en Y se nos fue de repente, Yiya Murano en Yiya, el musical, Nina Hagen en Mamapunk y Sally Bowles en Cabaret. Roles que le valieron premios, ovaciones y el reconocimiento como una intérprete capaz de encarnar mujeres intensas y complejas.
Con una sonrisa, Karina K resumió lo que descubrió aquella primera vez que subió a un escenario: “Ese es un lugar seguro, ese es un lugar en donde me aceptan”. Y ese sentimiento, que nació en la infancia, todavía hoy la acompaña cada vez que pisa un escenario.
MDP

Jorge Rial, el ganador invisible de las elecciones bonaerenses

Las nuevas Adidas que reemplazan a las Samba y que Carolina de Mónaco usaría a los 68 años

Los looks gemelos de Eugenia Tobal y su hija para un casamiento en familia: "Nos vamos de casorio"
