En una charla íntima con Héctor Maugeri para +CARAS, Luisa Albinoni recordó sus primeros pasos en el teatro de revista, un mundo donde la sensualidad, el brillo y la exposición física eran parte esencial del lenguaje escénico. Su llegada no fue casual: la convocaron Hugo Sofovich y Nicolás Carreras después de verla trabajar en comedia musical. Pero la propuesta inicial la descolocó: “Yo no entendía bien. Yo estaba construyendo personajes, componiendo. Y cuando pregunté cuál era el rol, me dijeron: ‘Tenés que pasar’. Y yo dije: ‘¿Cómo que pasar?’”.
Con el tiempo comprendió que, en esa instancia, la escena pedía presencia antes que palabra. “Me molestó al principio. Yo pensaba en la parte actoral: el personaje, la composición. Y no, no existía nada de eso. Era hacerse la línea. Una cosa nueva. Pero después agarré la onda. Entendí perfectamente de qué se trataba: cómo caminar delante de una cámara, cómo mostrarse. Y pensé: después vendrá la oportunidad de mostrar otras facetas”, recordó.
Luisa Albinoni y el debut que terminó en una bofetada
Su debut en El Tabarís quedó grabado para siempre. Luisa Albinoni había pedido cantar y lo consiguió: hacía un número musical "precioso", como ella lo describe. Pero al final, la revista exigía el gesto simbólico, y obligatorio, del topless. “Yo le dije a Hugo: ‘Hugo, yo no soy vedette, dejame cantar’. Pero él me dijo: ‘Si no, no es revista’”, recordó la actriz. Para enfrentar ese momento, decidió cubrirse el cuerpo con purpurina, como un modo estético y poético de cuidar su desnudez.
Sin embargo, la verdadera escena ocurrió en el camarín, cuando su madre, Giovanna , “una tana divina”, fue a verla después de la función. “Le digo: ‘¿Te gustó, mami?’. Y ella: ‘Sí, hermosa… ¿no te enojás?’. Y ¡pam! Me dio vuelta la cara. Me dejó dando vueltas como el exorcista”. No era rechazo: era impacto. Un sacudón afectivo. Una madre intentando procesar que su hija había entrado a un mundo nuevo. Con el tiempo, la aceptó. La acompañó. Y Luisa avanzó. “Después sí. Incluso hice unas cuantas producciones de desnudos. Muy cuidaditas. A mi mamá no le gustaban… pero las hice”.
Luisa Albinoni y la mirada sobre sí misma
Cuando Maugeri le preguntó si se veía tan atractiva como el público la veía, su respuesta fue honesta: “Yo nunca me sentí linda. Nunca. A veces me decían: ‘Sos un ícono sexual’. Y yo decía: ‘¿De quién están hablando?’. Pero sí… el arte hace muchas cosas”. No lo dice con dolor. Lo dice con lucidez. Porque Luisa no se construyó desde el espejo, sino desde la entrega, el trabajo y la intuición. Según confesó Luisa, lo suyo no fue mostrarse, era estar.
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