En una charla distendida con Héctor Maugeri para +CARAS, Mauro Szeta sorprendió con una confesión íntima sobre su vida cotidiana: duerme separado de su esposa y asegura que es una de las claves para la convivencia. Lo dijo sin vueltas y con humor, derribando mitos sobre el romanticismo nocturno. Para él, el amor no se mide en la cantidad de abrazos durante la madrugada, sino en los vínculos que se construyen despiertos. Y dejó claro que, en su casa, dormir es un acto sagrado y práctico.
Mauro Szeta y la fórmula de pareja que no incluye “cucharita”
Cuando Maugeri le preguntó por su postura, Szeta no dudó. “Dormir separados es clave para la pareja. No creo en la cucharita”, afirmó, casi como un manifiesto. Explicó que la decisión surgió de algo muy simple: quien ronca primero deja al otro sin dormir, y eso desata una guerra sin solución. “La transpiración del otro, el olor al levantarse, la pierna arriba… es contra natural”, agregó, entre risas. El periodista aclaró que dormir por separado no quita romanticismo. “Si yo te garantizo que vamos a ser románticos en la sexualidad y en el amor, ¿para qué quiero abrazarte, cucharita? Dormir es dormir”, expresó. Y reconoció que lo probó durante la mitad de su relación, hasta que se convirtió en un acuerdo definitivo.
Szeta contó, además, una anécdota que reveló el humor cotidiano de su hogar. En un intento por dormir juntos, compraron una cama enorme, de hotel, casi cuadrada. “De 2x2, enorme”, recordó. Pero la estrategia no funcionó: “Ahí duerme ella sola, que es chiquita además, y le sobra espacio para quince”, dijo entre risas, confirmando que la convivencia encontró su equilibrio justamente al separarlos de noche. También confesó que no le gusta ver televisión en la cama y que prefiere mantener la habitación como un espacio de descanso real. Para él, el dormitorio no es un living ni una sala de entretenimiento: es un refugio.
Mauro Szeta y el aprendizaje de ser padre en una familia ensamblada
El periodista aprovechó la conversación para abrir otro costado íntimo: su rol en una familia ensamblada. “Aprendí a ser padre de hijos que no son mis hijos de sangre”, contó en +CARAS con emoción. Explicó que su esposa tiene dos hijos, Nano y Camila, a quienes asumió como propios desde el primer día. “Son mis hijos al fin”, aseguró, marcando la profundidad del vínculo. También reveló que tiene un nieto, Luca, el hijo de Camila. “Entré a una familia que ya estaba construida”, dijo, celebrando el desafío y la riqueza de ese camino. Para Szeta, el amor se construye más allá de la biología, en los gestos cotidianos y en las decisiones que se toman en conjunto.
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