En una charla íntima con Héctor Maugeri para +CARAS, Soledad Pastorutti se permitió mirar hacia atrás y poner en palabras una etapa de su vida marcada por el éxito temprano y una exposición que llegó cuando todavía era una adolescente. Con la serenidad que le dieron los años, la cantante habló de los miedos, las inseguridades y los aprendizajes que atravesaron su crecimiento personal y artístico.
“Crecí expuesta”, resumió Soledad, dejando en claro que aquel fenómeno que la llevó a los escenarios más importantes del país también tuvo un costado silencioso y difícil. El reconocimiento masivo llegó en un momento vital complejo, cuando todavía estaba construyendo su identidad.
Soledad Pastorutti y una adolescencia vivida bajo la mirada pública
El impacto del éxito fue inmediato. Soledad venía de un pueblo de apenas siete mil habitantes y se encontró, de golpe, frente a un público enorme y a una opinión constante. “Me agarró en pleno éxito en una edad bastante compleja y con muchas menos herramientas que las que tienen hoy las chicas”, reflexionó, marcando la diferencia entre aquella época y la actualidad. Las inseguridades propias de la adolescencia, el cuerpo, la imagen, la comparación, se potenciaron por la exposición. “Todo eso lo vivía arriba de un escenario”, contó.
Aunque no existían las redes sociales, las críticas y los comentarios llegaban igual, a través de cartas y mensajes. Nada quedaba al margen de lo público. Incluso el aprendizaje estético fue un proceso visible. “Yo no aprendí a maquillarme en mi casa”, recordó. Los errores, las pruebas y los cambios sucedieron frente a todos. A eso se sumaba una realidad económica que limitaba las posibilidades y un contexto en el que el mundo del folclore estaba lejos de la moda y del acompañamiento profesional que hoy existe.
Soledad Pastorutti y el camino hacia el amor propio
Con el paso del tiempo, algo empezó a transformarse. Soledad reconoció que nunca fue una mujer muy segura de su aspecto físico, pese a la imagen que proyectaba en el escenario. “Nunca me vi muy linda”, confesó con honestidad. Sin embargo, la llegada de su marido y, sobre todo, la maternidad, marcaron un antes y un después. “Empecé a quererme más”, dijo en +CARAS, explicando que ese cambio no vino desde la imagen, sino desde los vínculos y la experiencia de ser madre.
Hoy, al mirar atrás, no reniega de lo vivido, pero entiende que fue una etapa dura, atravesada “a los ponchazos”. En esa revisión sincera, Soledad Pastorutti muestra una faceta más humana y profunda: la de una mujer que creció a la vista de todos, pero que aprendió, con el tiempo, a elegirse y a habitar su historia con mayor calma.
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