En una charla íntima con Héctor Maugeri en +Caras (Caras TV), Eduardo Blanco se animó a recorrer su pasado, mucho antes de convertirse en uno de los actores más reconocidos del país. Con humor y sinceridad, reveló qué hacía para ganarse la vida mientras luchaba por cumplir su sueño de dedicarse a la actuación.
Este muchacho porteño de 67 años, actualmente, se presenta cada noche en la obra “Empieza con D, siete letras”, escrita por su amigo Juan José Campanella y Cecilia Monti, la esposa del cineasta. En escena, comparte cartel con Fer Metilli y, como en muchas de sus interpretaciones, se entrega por completo al público.

El trabajo desconocido de Eduardo Blanco
El actor de “Luna de avellaneda” y “El hijo de la novia” nació en el seno de una familia de inmigrantes gallegos, en una época marcada por mandatos familiares y decisiones que, se suponía, debían durar para siempre. “Casi todo era para toda la vida. Tenías que decidir qué ibas a hacer para siempre”, reflexionó el actor. “Yo, la verdad, no cumplí ningún mandato. En aquella cultura, contrariar los mensajes implícitos o explícitos de los padres era un peso enorme”, admitió.
Mientras su padre aspiraba a que fuera ingeniero mecánico, una carrera que nunca lo entusiasmó, él, como alternativa, intentó con abogacía, pero tampoco fue por ahí. Sin embargo, antes de encontrar su vocación actoral, hubo otro camino que transitó con esfuerzo y dedicación: fue taxista.
“Fue una gran herramienta que me pudo proveer mi padre”, reconoció el artista. “Lo del taxi no fue un mandato. Lo de ir a la universidad sí lo era, pero el taxi fue algo que me ayudó mucho. La actuación es una profesión difícil. A mi de entrada no me fue bien, la remé bastante”, explicó.
Con conocimiento de causa, habló de la incertidumbre que enfrentan muchos artistas. “Cualquier carrera artística es muy difícil. Esta profesión no te permite tener trabajos con una continuidad que te permita sostenerse. Podés tener un bache de meses y si no juntaste el dinero suficiente para ese tiempo, ¿de qué vivís?”, reflexionó.
Mientras detenidamente iba construyendo su carrera, en los lapsos de tiempo sin trabajo, el taxi era su salvavidas. “El taxi (que era de mí padre), era una buena herramienta que yo usaba en los espacios sin trabajo, me permitía ganarme la vida y poder seguir sosteniendo los sueños”, afirma y valora.
Durante su etapa como taxista, tuvo encuentros inesperados. “Llevé a Georgina Barbarossa. No sé si lo conté alguna vez”, reveló entre risas. “También llevé a Fernanda Mistral. Yo tenía 20 años”.
En la cálida e íntima conversación con Héctor Maugeri en +Caras, Eduardo Blanco repasó su historia personal y dejó en claro que, de no haber sido taxista, quizá hoy no sería el actor que, con más de cuarenta años de trayectoria, logra conmover al público con cada interpretación. Además, destacó con orgullo que sus padres pudieron verlo cumplir sus sueños y convertirse en el prestigioso artista que es en la actualidad.

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