El 2020 fue un año con sabores encontrados para Iliana Calabró (54). Su participación en el programa “MasterChef Celebrity”, el más visto de la televisión argentina, la llenó de satisfacciones profesionales y le permitió reencontrarse con una de sus grandes pasiones: la cocina. Sin embargo, en el plano personal debió enfrentar las dificultades lógicas que significó la pandemia y a eso le sumó una caída, con consecuente fractura de cadera, de su madre “Coca” Calabró (81), a quien acompañó durante su recuperación. Toda esta “catarata” de emociones, Iliana debió afrontarlas sola. Desde su ruptura con Antonello Gandolfo (53) confiesa que debió amigarse con la soledad y afrontar desafíos que, hasta ese momento, eran impensados en su vida.
Instalada en Carlos Paz, donde protagoniza “La Mentirita”, en el Teatro del Lago, la actriz dialogó con CARAS, reflexionó sobre su presente y contó algunas de las dificultades que vivió a la hora de atravesar las etapas más duras de la pandemia.
“No fue nada fácil el 2020. El estar sola no está bueno. Al principio, además sumé lo de mi madre que se cayó pero por suerte ‘la Coca’ es una topadora. La operación salió bien, tuvo un gran equipo de profesionales que la atendió y estuvimos muy pegadas durante un tiempo. Luego llegó “MasterChef”, un programa que me hizo mucho bien; me ayudó a sociabilizar y, fundamentalmente, a tomar contacto con otros seres humanos. Yo soy un ser social, me gusta mucho compartir... Sin embargo, a causa del programa también debí espaciar los encuentros con mi madre”, aclara.
—¿Para cuidarla?
—Así es. Al empezar a tomar contacto con más gente cambió la situación respecto a ella, quien venía de atravesar una cirugía siendo una mujer grande. Además, hubo algunos sustos dentro de “MasterChef” cuando integrantes del programa dieron positivos de Covid, y ahí definitivamente se espaciaron mucho las visitas. De todas maneras, yo llegaba a mi casa luego de estar todo el día grabando, me ponía a cocinarle y al día siguiente se lo mandaba. Sin dudas me refugié mucho en la cocina, fue mi bálsamo, mi gran compañera y me sirvió de nexo para conectarme con los seres amados y los afectos. Siento que la cocina me permitió acercarme a mi gente querida a través de ricos sabores.
—¿Cómo vivió usted desde adentro la experiencia “MasterChef”..?
—Fue impresionante. Cuando vino la propuesta, que llegó junto con otras, no lo dudé. El programa me hizo conocer gente nueva, reencontrarme con amigos, afianzar vínculos que ya tenía con algunos y también la posibilidad de generar otros nuevos. Me sentía en Hollywood trabajando, porque es espectacular el montaje de ese estudio y la predisposición de todo un gran equipo de producción puesto al servicio del producto.
—¿Por momentos también mostró su carácter fuerte?
—Sí. Incluso hubo algunas etapas que la sufrí a la competencia. Yo soy una persona muy transparente y no la puedo pilotear. Cuando me enojo, me enojo, y cuando estoy contenta, estoy contenta. También tuvo que ver la pandemia que te sensibiliza por demás. Si a eso le sumas el hecho de que los artistas somos seres sensibles, era todo muy fuerte. De todas maneras fue muy gratificante lo que viví en ese programa.
—¿La cocina también es una herramienta a la hora de la conquista?
—Si, absolutamente. El tema es que personalmente no me he visto con nadie. Aún no pude conocer a nadie a pesar del tiempo que ha pasado desde mi separación. Ahora, en la temporada, además me cuido mucho por respeto al trabajo y a mis compañeros. De todas maneras no he utilizado las redes sociales tampoco, no me parece, a pesar de que me escriben. Soy de generaciones pasadas y creo que hay una cosa química que se genera cuando dos personas se miran a los ojos, se sienten cerca. Es algo que extraño mucho. No oculto el hecho de que me gustaría tener un compañero para pasar esta etapa.
—¿Qué falta para que llegue esa persona?
—No lo sé. Hablando con amigas comentábamos que tal vez cuando una mujer es muy independiente y tiene una vida pública, eso amedrenta a los hombres que a lo mejor ven a una mujer autosuficiente, imagen que no es así porque todos necesitamos a alguien. Está enquistado en la sociedad ese rol del hombre proveedor y tal vez es difícil acercarse a una mujer que parece que se lleva el mundo por delante. La vida me puso en lugares que nunca imaginé que iba a transitar. Yo venía de un papá sobreprotector que todo lo resolvía, que todo lo podía, y ahora sentirme así, con mamá a cargo y muchas responsabilidades que asumir, es algo que no pensé atravesar. Tampoco imaginaba enfrentarme a todo esto sola, sin nadie al lado. Soy “Susanita” cien por cien. En este momento me encantaría que me mimen, dejarme atender, pero esa persona no llegó. Los dos compañeros que tuve me dejaron cosas lindas y estuvieron a mi lado el tiempo que Dios creyó que yo los necesitaba. Pensé que nunca iba a poder rehacer mi vida sentimental, pero se dio, después se frustró de vuelta, pero creo que no hay dos sin tres.
—¿Se permite relaciones de tipo más fugaces?
—La verdad es que no. Tengo amigas que dicen “dame ese cuerpo un fin de semana y hago estragos” (risas). Pero yo estoy bien así. Me lleno de otras cosas, me alimento de otras cosas, y la líbido quedó en un cajoncito. No sé qué pasará cuando abra ese cajoncito, ¡Que se agarren porque vengo encajonando desde hace mucho! Hablando en serio, creo que tiene que ver con modelos incorporados. Si en algún momento esta situación me llega a pesar, lo evaluaré. Tal vez me tenga que adaptar a los tiempos modernos, pero por ahora el “Touch and go” no me va.