miércoles 27 de agosto del 2025
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Obras de arte y recuerdos de sus viajes, así es el lujoso piso de Ana Rosenfeld en Le Park

La reconocida abogada abrió sus puertas a CARAS y mostró sus rincones favoritos.

Ana Rosenfeld
Ana Rosenfeld | Caras

Ana Rosenfeld (70) abre su intimidad a CARAS, con emoción y sinceridad. Tras la partida de su gran compañero de vida hace 4 años, Marcelo, con quien estuvo 37 años en pareja, dice que aprendió a reinventarse entre la soledad, el trabajo y el cariño incondicional de sus hijas y nietos.

Con la fortaleza que la caracteriza, la prestigiosa abogada revela cómo convive con la ausencia, sus tesoros más preciados y el presente que la mantiene de pie. "Mi casa es mi hogar, con la diferencia que la palabra “hogar” implica familia y al no estar Marcelo (Frydlewski, fallecido en pandemia), mi familia está mermada. Mis hijas viven son sus maridos y sus hijos y yo acá estoy sola", afirmó.

ANA ROSENFELD
Obras de arte y recuerdos de sus viajes, así es el lujoso piso de Ana Rosenfeld en Le Park.

—¿Pasa mucho tiempo en su casa?
Nunca fui hogareña. No cocino ni me dedico a los quehaceres domésticos. Me levanto, me baño me visto, me arreglo y salgo. Antes volvía temprano porque a Marcelo le gustaba comer en casa, salvo los fines de semana que le gustaba una vida social más amplia, pero ahora trato de estar lo menos posible porque es feo poner la mesa para uno. Algo que nunca hacía era comer en mi cuarto, salvo que estuviera enferma, pero desde que estoy sola, la cama y la mesita con las patitas es el lugar donde me siento abrigada. Hace 4 años que falleció Marcelo y estuvimos 37 años en pareja.

—¿Tiene algún rincón favorito y objetos favoritos?

—Tengo un rincón que es de los países, el mueble lo traje de Tailandia y el resto de las cosas son recuerdo de los diferentes países que conocí: Egipto, Marruecos, Túnez, Israel, China, Estambul. También un mueble chino que era de mis papás y me lo regalaron para un cumpleaños. Otro rincón que me resulta agradable es el toilette: ahí me maquillo y tengo mi colección de perfumes. Cada uno representa mi estado de ánimo y mi energía diaria. Forma parte de cómo me levanto o cómo transcurre el día. La única parte de la casa que no me gusta y con la que o tengo ningún vínculo es la cocina.

ANA ROSENFELD
La abogada contó cómo es su vida tras el fallecimiento de Marcelo, su pareja por 37 años.

—¿Hizo cambios en la casa desde la partida de Marcelo?

—Muy pocos. Me costó sacar su ropa, pero la doné toda, excepto las corbatas que para él eran su mundo. Cada vez que yo compraba carteras o zapatos, él se mimaba con las corbatas. Y para mí era el mejor regalo porque conocía bien su gusto y sabía que cada una de ellas representaba un momento, un estado de ánimo. Había más de quinientas y regalé más de doscientas. Me quedé con las que tenían más valor afectivo, las más representativas. Me acuerdo del día, el lugar y el país en que compré cada una y lo que representaba la compra. Nunca él compró una corbata si yo no estaba a su lado eligiéndola. Cuando lo conocí no usaba ni traje. Solo usaba jean y camisa negra porque le gustaba pasar desapercibido, pero conmigo empezó a usar colores estridentes y llamativos. Será porque le habré dado una cuota de felicidad y lo exteriorizaba con la ropa.

—¿Ya elaboró el duelo, pudo superar esa pérdida?

Sé que no va a volver y ya me hice a la idea de eso. Miro la almohada, veo que en la cama estoy sola y no es por un día. Los duelos son difíciles de elaborar, se asumen. Se empiezan a internalizar de tal forma que uno habla con uno mismo porque está faltando la otra mitad con la que compartías sueños, emociones, vivencias, amor, cariño, abrazos, besos. Desde que él falleció, no hubo nada más de eso.

ANA ROSENFELD
Ana posó con algunas de las 200 corbatas que conserva de Marcelo, su compañero fallecido hace 4 años. 

—¿Piensa en la posibilidad de volver a estar en pareja? 

—No. Reemplazar a Mar celo es imposible y la verdad es que la paso bien con mis amigos. No siento la necesidad de una compañía masculina. No se me presentó nada y si alguno se presentó, no me di cuenta. No debo ser ni tan linda, ni tan llamativa, o no se me animan.

—¿Puede ser que esté negada?

Por ahora no le doy lugar a nadie, aunque tal vez una voz al teléfono no estaría nada mal para tener con quien charlar. Nadie lo intentó. Tengo sí mensajes de Instagram, pero de gente que no sé ni quien es. Debo ser una mujer que asusta o doy miedo. Soy muy fuerte y no muestro debilidades. Soy humana, femenina me visto, me arreglo y me mantengo bien, pero todavía no emocioné a nadie. A veces tengo programas, invitaciones, eventos, cine, pero con amigos, pero yo no invento salidas. Puedo llegar del trabajo un viernes y no salgo hasta el lunes.

ANA ROSENFELD
"No cocino ni me dedico a los quehaceres domésticos", contó Rosenfeld.

—Además de su estudio jurídico, también es con ductora del programa “Culpable o inocente” que se emite por NET TV, ¿cómo se siente en ese rol? 

Soy feliz de ser la con ductora junto a Diego Suárez Mazzea que se ocupa de la producción y lo periodístico. Yo le doy un enfoque jurídico a la noticia periodística de la semana(...)Tratamos de que la gente entienda el lado de la justicia y del derecho. Trato de ser aleccionadora para que la gente vea que los derechos que se ven en la tele se viven en la propia vida. No es solo de los mediáticos o de los famosos. Nunca defendería un tema del que no estoy de acuerdo. Cuando era la abogada de Darthes (Juan, actor denunciado por abuso sexual), no me gustó el tema, y me abrí, no me importó el costo que pagué. No podía ser una abogada que tuviera principios distintos al mío y lo manejé hidalgamente.

ANA ROSENFELD
En su coqueto living, la abogada atesora recuerdos de sus viajes por el mundo.

—Tuvo la posibilidad de viajar mucho. ¿Qué le falta conocer?

Me falta Japón y, si Dios quiere, el año que viene voy. Quiero conocer la cultura japonesa. Fui varias veces a la India que me maravilló. Sentí la emoción de estar ahí. Llegar al Tah Majal me llenó de energía como el Machu Pichu y el Muro de los lamentos. Son lugares imponentes y la energía converge de una manera que solamente una persona que está abierta, la recibe. En esos lugares siento que entra luz, que la energía se posa dentro mío. Soy muy espiritual a pesar de que la profesión te hace dura y fría.

ANA ROSENFELD
La conductora de “Culpable o inocente”, ciclo de NET TV, en la intimidad de su casa.

—¿Se cuida?

No hago actividad física. Siempre digo mañana voy a empezar y nunca empiezo. Me cuido con las comidas porque ahí tengo desbandes. Mi inversión son zapatos y carteras porque con la ropa cambio de talles. Paso de un small a un medium y large con mucha facilidad, en cambio con zapatos y carteras no cambio de talles. Así que en eso vale la pena la inversión. Yo guardo la ropa y cuando regreso al talle, la vuelvo a usar. Sí me cuido la cara y, aunque tengo algunas arrugas de gesto, no uso bótox; nunca en la vida me puse. Nunca permitiría que mi cara cambie el rictus, pero si hago mesoterapia, uso cremas y serum. La única vez que cambió mi rictus fue cuando murió Marcelo que fue la única vez que deje de sonreír. El primer año trataba de inventar o dibujar una sonrisa y un brillo en los ojos que no tenía, pero el tiempo hizo que al tiempo la sonrisa vuelva a aflorar y mis ojos a brillar.

—¿Cómo lo logró?

—Solo por el amor y el cariño de la gente que me rodea, mis cinco nietos, que me emocionan y me llenan de amor, mis hijas con las que peleo cotidianamente pero son mi sostén. Me tienen cortita, sobre todo Stephanie (Frydlewski) (35) que vive en Miami, la que vive acá, Pamela (37) es más dulce. Me llama todas las noches y es más compañera.

ANA ROSENFELD
El altar familiar de la abogada, en su casa de Le Park.

—¿Faltan mujeres en la justicia?

Mujeres hay de sobra, pero con mirada masculina. Los últimos años se está viendo perspectiva de género, pero la mirada de la mujer es muy crítica y no siempre acompaña la que está reclamando sus derechos. Le exigen mucho más que al hombre y para tener derecho por lo que le corresponde tarda años mientras que el hombre se queda tranquilo, esperan do que la justicia determine si tiene que pagar o no, pero en el mientras tanto, no se siente obligado jurídicamente. Fui la primera abogada mujer que habló de familia en los medios de comunicación. Antes había hombres y hablando de derecho penal, pero de familia, alimentos, divorcios, custodia de los chicos, fui la primera.

ANA ROSENFELD
"Tengo una historia de vida muy impactante y las viví todas", aseguró Ana.

—¿Cómo es Ana Rosenfeld? 

La mujer no es la misma que la abogada y, si bien no hay dos Ana, porque no tengo dos facetas, sí tengo dos actitudes frente a la vida. Cuando me pongo el traje de abogada soy enérgica y determinante. Con 50 años de profesión viví y pasé todas. Lo que yo tengo de profesión, otros colegas no lo tienen de edad. Tengo experiencia y camino recorrido como para que lo que yo diga es como yo lo veo. Sé cuándo un caso está ganado y cuándo no. Cuando pierdo un caso me da bronca si sé que tengo razón y no me la dieron, pero pongo mucha fuerza en lo que hago. A veces el derecho no va de la mano de la justicia, pero dentro de mis facultades, trato de que la justicia se cumpla y se visibilice. En cambio, la otra Ana, es una mujer que fue feliz y, a mi manera, trato de seguir sonriéndole a la vida. Soy lo que soy gracias al Pellegrini y a la UBA. Tuve los mejores profesores tanto en la secundaria como en la universidad. Tengo una historia de vida muy impactante y las viví todas. Hice una carrera vertiginosa en el secundario, la facultad y en la vida. La mía es una historia de vida.

Texto: Diego Esteves.

Fotos: F. De Bártolo/ Perfil.

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