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La princesa Leonor y la infanta Sofía, aprovechando un merecido descanso y mayor libertad otorgada por sus padres, invitaron a unos amigos de su internado en Gales a disfrutar de unos días en el lujoso yate familiar. Sin embargo, lo que prometía ser un tranquilo paseo marítimo se convirtió en una travesía marcada por excesos y malestar.
Durante el fin de semana, Leonor y Sofía decidieron invitar a algunos amigos de su internado de Gales para una escapada en alta mar, buscando la privacidad e intimidad que les ofrece el yate familiar. Este barco, alquilado todos los veranos por la familia real, se convierte en su refugio para moverse por las islas con comodidad, contando siempre con personal de servicio y escoltas para garantizar su seguridad.
No obstante, la travesía hacia Cabrera, un destino habitual para la Casa Real por su lejanía de curiosos y paparazzi, no fue tan tranquila como se esperaba.
La fiesta descontrolada de la princesa Leonor y la Infanta Sofía
La fiesta a bordo, animada con música y alcohol, pronto se salió de control. Entre el oleaje y las copas de más, algunos amigos de Leonor y Sofía empezaron a sentir los estragos del mareo, resultando en una situación incómoda y caótica que terminó con varios de ellos vomitando.
Los escoltas, acostumbrados a velar por la seguridad y el bienestar de la familia real, se encontraron en una posición difícil. Con la responsabilidad de mantener la discreción y proteger la identidad de los amigos de las princesas, tuvieron que lidiar con las consecuencias de los excesos de los jóvenes.
Este episodio les recordó situaciones pasadas vividas con Felipe VI, quienes, según fuentes cercanas, están hartos de tener que gestionar los comportamientos imprudentes de los amigos de la realeza.
A pesar del incidente, Leonor, consciente de la importancia de la privacidad y el deseo de sus amigos de disfrutar sin preocupaciones, pidió personalmente a sus escoltas que encubrieran el episodio para evitar que se filtrara a la prensa, aunque finalmente terminó saliendo a la luz.
