Es, sin lugar a dudas, una de las deportistas de élite y más prestigiosas que tiene la Argentina en su rica historia. Sus logros y su carrera la avalan: Jennifer Dahlgren es la “récord woman” sudamericana de la disciplina “Lanzamiento de Martillo”. Nacida hace 35 años, la atleta que a los 2 se fue a vivir a los Estados Unidos con su familia y retornó al país a los 13, casi sin saber nuestro idioma es una deportista con todas las letras. Es dueña del récord sudamericano con 73,74 metros, múltiple Campeona Nacional, compitió en siete Mundiales entre 2005 y 2017, llegando a la final en 2011, participó en cuatro Juegos Olímpicos desde Atenas 2004, y ahora busca la clasificación a los JJ.OO. de Tokio en 2020. Además, suma cuatro “Oros” en los Campeonatos Iberoamericanos de 2010, 2014, 2016 y 2018 y uno en los Juegos Sudamericanos 2018.
Pero por más que le sobren pergaminos a nivel deportivo y hasta quienes entrenan en el CENARD cerca de ella le pidan selfies, Jennifer no vivió una adolescencia de ensueño, sino más bien torturante. Por su contextura física y su gran altura —hoy mide 1,82m— padeció las burlas de sus compañeros durante el colegio secundario. Le medían la espalda, la dibujaban como a una heladera y le hacían bullyng por su gran cuerpo. Con el paso de los años y gracias al deporte, “Jenny” dice que aprendió a aceptarse como es, que no sabe si tendrá la autoestima alta algún día y como en los Estados Unidos estudio “Literatura”, en la Universidad de Georgia, llegó a escribir el libro “El Martillo Volador”, una serie de cuentos relacionados al deporte que busca ayudar a los chicos y chicas que estén pasando por la situación que ella vivió.
—¿Qué la inspiró a escribir este libro?
—No sé si fue una decisión tan consciente sino que por mi historia y por todo lo que pasé en mi vida, en mi adolescencia, quería ayudar a chicos que estén viviendo lo que yo experimenté. Tengo las herramientas pero siempre pensé que no era nadie para escribir un libro. Pero creo que encontré una idea valorable, que es la de que a veces ser diferente es difícil pero que eso mismo te puede llevar a ser extraordinario. Uno de los cuentos es bastante biográfico y la verdad es que el libro transmite la contención que da el deporte. Está apuntado a un público que va de los 8 a los 12 años; la edad en la que los chicos empiezan a ver qué quieren ser. En el 2013 y 2014 lo fui pensando y en una tarde lo escribí en la computadora y se lo mandé a un amigo periodista. El me dijo que había que pulirlo pero que estaba muy bueno. De ahí golpeamos las puertas de editoriales y no paramos hasta publicarlo. Pedí ayuda a la Secretaría de Deportes, a los Juegos Olímpicos de la Juventud, a la firma deportiva que me acompaña y a muchos más que me apoyaron y así, en 2016, lo pudimos publicar.
—Usted dice que el libro está dirigido a niños de entre 8 y 12 años, ¿Cómo fue esa etapa de su vida?
—De los 8 a los 12 estaba viviendo en los Estados Unidos y practicaba tres deportes a la vez. Pero allá es mucho más normal ser una mujer grandota como yo; una mujer que ama el deporte. Esos años fueron bastante felices pero a los 13 volvimos a vivir a la Argentina y ahí me encontré con una diferencia cultural muy grande. Yo me fui de acá con 2 años y volví casi sin saber hablar el idioma. Me costó muchísimo en el colegio; los chicos se burlaban de cómo hablaba… Me rechazaban cuando quería hacer deporte con ellos porque decían que la pelota era para los chicos. Me mataban con mi físico, me medían la espalda, me dibujaban en el pizarrón como si fuese una heladera. Sufrí mucho y fue la peor etapa que me tocó vivir desde los 13 a los 17. Sufrí mucho bullyng, como hoy se lo llama a ese tipo de discriminación, burlas o marginación. Es una etapa en dónde todos queremos ser aceptados y yo, por mi físico, estaba marcada como diferente y me hicieron padecer esa diferencia.
—¿En esa época comenzó a practicar lanzamiento de Martillo..?
—Hice un montón de deportes toda mi vida. Vengo de una familia de deportistas: mi mamá, Irene, es olímpica también, fue a los Juegos de 1972 y corrió los 100 metros, y mi papá jugaba al tenis, al golf y al fútbol. Ellos me inculcaron el amor al deporte al igual que a mis hermanos. En la Argentina, una vez la acompañé a mi hermana y un entrenador de Martillo, Andrés Charadia, me vio condiciones y me enseñó “Bala”, “Disco” y “Martillo” y fue amor al primer lanzamiento (risas). A los pocos meses gané en los “Juegos Evita” las tres disciplinas y luego comencé a viajar y a competir. En la pista, mi estructura física era lo que me permitía destacarme; todo lo contrario a lo que sucedía en la escuela.
—¿Cómo hizo para superar el bullyng y aceptarse?
—Fue muy duro y es súper duro para un chico. En su momento, me hubiese gustado poder hablarlo pero el propio bullyng te lleva a callarte. Recién pude charlar sobre lo que sufrí hace 5 años, cuando cumplí los 30. El libro me ayudó mucho a expresar lo que me pasó. Igual, agradezco que cuando sufrí el acoso no existían las redes sociales porque sino el bullyng hubiese sido 24 horas por 7 días. La pasaba mal en el colegio y después limpiaba mi cabeza en la pista de Atletismo. Hoy puedo decir que me amo y que el bullyng no logró vencerme. De chica, las cargadas y todo lo que sufrí, potenciaron mis inseguridades y hasta iba a la pileta y no quería quedar en traje de baño. Fui totalmente condicionada como persona. Era dos Jennis, la chica y la deportista. ¡Hasta los 25 ó 28 no sabía cómo pararme frente a un hombre! Siempre me decía “¡Yo no soy linda, yo soy grandota!”
—¿Hoy se acepta como es o quedaron secuelas de lo sufrido?
—Sí, hoy la verdad que tengo otra conciencia. Me acepto como soy y acepto el cuerpo que me tocó y que me permitió destacarme en el deporte y llevar una vida increíble. Aprendí que cada persona es diferente, única e irrepetible. Soy una persona sana que trata de mejorar con amor propio y con ideas positivas y no negativas que sólo conducen a la destrucción. Igualmente, a veces me cuesta y si escucho algún comentario malo me roza. No sé si alguna vez tendré la autoestima súper sana. Es la realidad.
Agradecimientos: CENARD.
Makeup Hairstyling: Josefina Mendez
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