Como salida de un cuento de hadas, Maria Grazia Chiuri se encargó de escribir un capítulo más en la historia de Dior y se adueñó de la impronta personal de la maison, que destacó por sobre todas las cosas la femineidad. Dejando atrás el feminismo, que en la colección pasada de prêt-à-porter tomó forma en la icónica camiseta que proclamaba “We should all be feminist” (Todos deberíamos ser feministas), la ex diseñadora de Valentino dejó la sensación de que ha encontrado el camino que la lleva a lugares de perfecta armonía para con la firma.
El evento convocó celebridades de la talla de Kristen Stewart, Kylie Minogue y Diane Kruger, entre otras, que no quisieron perderse esta gran cita en la que las más reconocidas modelos del mundo de la moda se lucieron en un laberinto conformado por árboles, ramas y vegetación especialmente diseñados para la ocasión.
La colección, contundente pero austera, incluyó chaquetas de sastrería con silueta Bar -la favorita en los 50s- que se reinventaron en organiza logrando siluetas etéreas y volátiles. No faltaron los vestidos largos en tul con corte princesa ni las faldas amplias con estampas florales que convivieron con bordados oníricos, plisados y accesorios. El dato de color, es que algunas de las terminaciones en rafia de los vestidos fueron hechos bajo instrucciones originales de Monsieur Dior, logrando que la maison destinara al cometido casi dos mil horas de arduo trabajo.
La paleta elegida fue la del blanco y negro, así como también los acentos en rojo y verde que se vieron en gran parte de las prendas y de los accesorios, que fueron los que cautivaron la atención de todos los presentes: fascinators con plumas en distintos tamaños y colores complementaron a la perfección la puesta en escena que remitía a un cuento mágico.
Un capítulo aparte son los choker en bronce que cobraron vida en forma de serpientes, mariposas y espinas. Tocados y mascaras fueron el punto cúlmine para cerrar una colección que gritaba Dior en cada detalle.
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