Charlene de Mónaco es una de las figuras más enigmáticas de la realeza. Aunque su vida está bajo el ojo público desde que se convirtió en princesa, hay aspectos de su pasado que pocos recuerdan y que demuestran que su historia va mucho más allá de su matrimonio con el príncipe Alberto.
Desde su carrera como nadadora hasta su aversión por el protocolo real, repasamos algunos datos sorprendentes sobre la consorte monegasca que suele estar en boca de todos.
Charlene de Mónaco: su pasado como nadadora y modelo
Antes de ingresar a la realeza, Charlene Wittstock era una destacada nadadora olímpica. Representó a Sudáfrica en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 y logró la quinta posición en la competencia de relevos 4x100 metros. Sin embargo, su talento no solo brillaba en el agua: su figura esbelta y su porte llamaron la atención de los organizadores, quienes la eligieron para modelar el uniforme oficial del equipo de natación.
Si bien su imagen se destacaba en las portadas de revistas deportivas, Charlene nunca se sintió cómoda en el mundo del modelaje. "Era demasiado torpe", aseguró una excompañera de equipo, recordando un incidente en el que interrumpió un rodaje publicitario al arrojarse al agua antes de tiempo. A pesar de ello, su elegancia natural la llevó a convertirse en un ícono de estilo dentro de la realeza.
Aquel encuentro no solo la motivó en el deporte, sino que también dejó una huella profunda en su vida. Años más tarde, cuando ya era princesa, fundó la organización benéfica Princess Charlene of Monaco Foundation, dedicada a la educación acuática y la prevención de ahogamientos.
Charlene y su lucha con el protocolo real
Aunque la mayoría de las princesas crecen con una formación orientada a la etiqueta y el protocolo, Charlene llegó al mundo real sin experiencia alguna en este ámbito. En entrevistas confesó que adaptarse a las estrictas normas de la realeza fue uno de sus mayores desafíos. "A veces me dirijo a la gente incorrectamente o simplemente se me olvida lo que debo hacer", admitió en una ocasión.
Su incomodidad con el protocolo se hizo evidente en varias apariciones públicas, lo que le valió críticas y rumores sobre su descontento en la corte monegasca. Sin embargo, con el tiempo, logró encontrar un equilibrio entre su rol institucional y su carácter independiente.
Charlene de Mónaco, amante de los deportes extremos
Lejos de limitarse a las ceremonias y compromisos oficiales, Charlene sigue explorando su pasión por los deportes. Uno de sus retos más recientes fue el Water Bike Challenge, una carrera anual en la que los participantes recorren grandes distancias sobre catamaranes a pedales.
La princesa compitió en varias ediciones para recaudar fondos para su fundación, demostrando que su espíritu deportivo sigue intacto.
Charlene y su romance con Alberto de Mónaco
A pesar de los constantes rumores sobre su matrimonio con Alberto de Mónaco, la princesa contó que su historia de amor comenzó de la manera más sencilla y espontánea: con risas. En una entrevista con The Times, la princesa recordó que su primera cita con el príncipe estuvo llena de conversaciones amenas y momentos divertidos, una conexión que la llevó a embarcarse en una vida completamente distinta a la que había imaginado.
A sus 47 años, Charlene de Mónaco sigue siendo una figura fascinante, con una historia llena de sorpresas. Su vida ha estado marcada por la disciplina deportiva y la adaptación a un mundo desconocido.
VO