Caminan por las calles del tranquilo barrio de San Telmo fuertemente tomados de la cintura. Se miran a los ojos, se besan y sus carcajadas rompen a cada paso el silencio de un sábado de feriado pascual. Los dos con gastados jeans y zapatillas. El con remera blanca y ella con transparente camisa; relajada y despojada de altos tacos, brillos y personajes. La gente se da vuelta a su paso para mirarlos y desde los autos les gritan estruendosos saludos. Pero todos son cariñosos y sorprende la aprobación que Vicky Xipolitakis (29) y José Ottavis (36) reciben de mujeres, hombres y adolescentes por igual.
“Nuestro amor no es prejuicioso”, dirán después de sentirse descubiertos. Pero primero, lejos de la explosiva vedette y del sanguíneo diputado del FPV, son simplemente una mujer y un hombre enamorados que abrazados, en una cálida tarde con sol, pasean su amor en un break que el político realiza en sus tareas de fin de semana en su oficina privada. Por allí, cerca de las 18 ella lo pasó a buscar y juntos recorrieron las calles empedradas, mirando vidrieras con muebles que podrán adornar la casa en la que en unos meses quizás comiencen a convivir, tomando un café y hasta entrando en una librería.
Según el diccionario, prejuicio es la acción y efecto de prejuzgar (juzgar las cosas sin tener cabal conocimiento o antes del tiempo oportuno). Un prejuicio, por lo tanto, es una opinión previa acerca de algo que se conoce poco o mal. Y, según la pareja, uno de los puntos que hoy menos los preocupan pero que son conscientes giran a su alrededor.
“Yo necesitaba madurar y José llegó a mi vida en el punto justo para ayudarme. Bajé mi perfil y comencé a crecer. El me convirtió en mujer. Desde el principio sentí que con él iba a ser todo diferente. Por eso quise ir más despacio. Tomarnos nuestro tiempo”, asegurará Vicky más tarde. Cuando también confesará que aunque ya lucen con orgullo sus anillos de compromiso, aún no conviven y que ella prefiere no quedarse a dormir en el departamento que su novio tiene en Recoleta, que habita junto a su hijo Francisco (12).
“Yo reivindiqué al tipo feo”, bromeará Ottavis con el temple de un hombre muy seguro de sí. Y ella, acotará con su gran sonrisa, “Para mí los lindos siempre fueron trofeos. En cambio los feos me enamoran. Yo quería un hombre y de él me enamoró su persona, no su físico. Para mí es el hombre más alto que conocí”, dice para todos los que hablaron de ellos a partir de la polémica foto que mostraba la diferencia de estatura y hasta agrega que la prensa inglesa habló de ellos en referencia a las notas que publicaron el Daily Mail y el Mirror.
“Este es el año más importante de mi vida. Un año de cambios muy grandes. En el que la prioridad será casarme y formar mi propia familia. Encontré al hombre ideal para hacerlo. El es el hombre más alto que conocí. Y no me refiero a su altura física. Con él también aprendí a usar zapatillas...”, confiesa con una de sus características sonrisas. Y la pregunta no puede hacerse esperar. ¿Qué es lo que al diputado lo enamoró de esta mujer que por él está cambiando? “Vicky es una piba de familia. Conocí a sus padres y me parece que son divinos y muy divertidos pero con convicciones más allá de cualquier perjuicio. Ella no es aniñada como muchos dicen, sí tiene una parte infantil que es muy divertida. Con ella no hablo de política, sino de la vida y allí no se meten los prejuicios”, concluye el diputado que hoy no duda en aconsejar a su novia en los próximos pasos a dar para “una carrera más profesional y seria”.