Escucha un nuevo nombre y lo escribe en la nota de su celular. La lista es cada vez más larga. Le gustan varios. A algunos los subraya en negrita y a otros le pone solamente comillas. Aunque las opciones se redujeron después de enterarse que el bebé que espera para octubre es un varón. Y muy inquieto. Desde hace trece semanas, Agustina Kämpfer (36) aumentó los paquetes de carilinas en su cartera y los dulces en su casa. “Me doy todos los gustos. Ni siquiera termino de comer algo y ya estoy pensando en el próximo antojo. ¡Por ahora la genética me ayuda! Ser madre era lo que más deseaba en la vida. Me emociono por todo; lo que nos está pasando es lo más hermoso”, dice la periodista sobre la decisión que tomó junto a su mejor amigo Agustín Badaracco (37) de tener un hijo.“No necesito que ‘Agus’ sea el hombre que espero ni yo la mujer que él desea, sólo nos exigimos ser los mejores papás del mundo. Los niños son felices cuando sus padres son felices más allá del vínculo que los una”, agrega antes de comenzar la producción con CARAS.
Agustina conoció a Agustín en la adolescencia y, si bien Badaracco vive en México desde hace 9 años donde trabaja como chef y administra restaurantes, nunca perdieron el contacto. “Hay casi 20 años de amistad… Fuimos noviecitos de chicos pero lo considero más mi amigo porque fue algo fugaz e inocente. Nos queremos mucho. Tuvimos parejas y siempre nos aconsejábamos. El reencuentro fue a fines de enero, cuando volví de la India y él vino a visitar a su familia. Fue algo mágico e inesperado, hablamos con madurez sobre el deseo de ser padres pero sin creer que iba a suceder tan rápido. Tenía que ser así. Estamos muy felices, la distancia no se siente, me acompaña en todo momento. Vendrá al país cuando nazca el bebé y se quedará algunos meses”, cuenta la panelista de “Cortá por Lozano”.
—¿Cómo se porta el pequeño, patea mucho?
—¡Muy bien! No tengo náuseas, vomité una sola vez. Tengo el típico cansancio de embarazada. El otro día me hice la ecografía translucencia y se movía un montón, pero no me molestaba. La doctora me dijo que todavía las paredes del útero son muy gruesas, eso hace que no se sientan tanto sus movimientos. Ese día conocí el sexo del bebé. A mi lado estaba el director del Sanatorio Finochietto, Guillermo Capuya, me vio tan emocionada que registró el momento con un video. Esperé un rato para recuperarme y lo llamé a Agustín… ¡El deseaba enormemente que fuese varón!
—¿Cómo se imagina como madre?
—Me veo una madre relajada. Leí mucho acerca de los beneficios de la crianza con apego: es importante que el niño duerma cerca del pecho de su mamá, tiene menos interrupciones en el sueño durante la noche. Muchas amigas madres me recomendaron cómo dormir con almohadas que lo rodeen. Seré una mamá canguro porque llevaré a mi hijo a todos lados: a las clases de yoga, a mis visitas a los museos, a mi trabajo... Me encantaría que le guste la música. Voy a incentivar siempre su creatividad. Y lo criaré con libertad para que haga lo que más felicidad le dé y sepa primero él quién es en la vida, no que los demás le digan cómo ser.
—¿A Agustín cómo lo ve como padre?
—Lo imagino como un padre mucho más ansioso. Como todo hombre piensa más en proveer, en que al bebé y a mí no nos falte nada. Somos muy diferentes. Si bien también tengo mis precauciones, dejo que la vida me sorprenda. Ultimamente me manda mails de padres conscientes con un choclo de información que me satura la casilla de correo. En algún punto, quiere compensar la distancia, aunque yo no la sienta.
—¿Qué contacto tiene con la familia de Agustín?
—Hablo con toda su familia… Me sorprendieron gratamente por el respeto y la sensibilidad que tuvieron apenas se enteraron del embarazo. Su hermana me escribió: “No te conozco pero ya te quiero”, y la sobrina de ‘Agus’ me mandó un video hablándole al bebé. Su mamá y su hermano me preguntan cómo estoy; son todos súper contenedores.
—¿Tuvo miedo de cómo podían recibir la noticia sus íntimos?
—No. Todos conocían mi inmenso deseo de ser madre desde que el año pasado congelé óvulos, que al final no utilicé porque el bebé llegó de forma natural. Mis afectos ven mi felicidad y no me preguntan nada. Siempre hago todo a mi manera, no me presiono para hacer las cosas por el carril de lo convencional. Si se da con marido, genial, y sino, también. No necesito la tradición, éste es mi concepto de familia. No me molesta que me digan “madre soltera por elección” porque es real que la mayor parte del tiempo tendré una maternidad solitaria. Si bien Agustín estará unos meses acá cuando nazca, él tiene su vida en México y allí se quedará. Eso no significa que el bebé no tenga a su papá, ambos viajaremos.
—¿Qué quiere que herede el bebé de sus padres?
—“Agus” me dijo que haga todo lo posible para que salga parecido a mí. Aunque me resulta más interesante que tenga cosas suyas. Deseo que sea valiente y flexible, que entienda que a veces hay alegrías y otras, melancolía. Quiero que luche por sus sueños y que disfrute el camino transitado.
—¿Cómo cuida su cuerpo en esta etapa?
—Tomo sesiones de drenaje linfático manual en la clínica del Dr. Carlos Pisanú para mejorar la circulación y limpiar la sangre. También hice un tratamiento de plasma rico en plaquetas en las zonas que van a estirarse —como las lolas, la panza y la cadera—, en el consultorio del Dr. Sergio Escobar. Es una técnica regenerativa que mejora el aspecto de la piel porque estimula la producción de colágeno, elastina y tejido epidérmico.
—¿Y sigue meditando?
—¡Sí, claro! Un par de veces a la semana me tomo mi tiempo para una meditación bellísima y súper tranquila llamada “Nadabrahma”, que consiste en llenar el cuerpo de vibraciones a través de sonidos en la boca, seguidos de movimientos muy sutiles relacionados al dar y recibir. También sigo con el yoga pero ahora lo aplico más al bienestar del bebé que a la elasticidad de mi cuerpo: tomo clases en “Maternelle”, el primer multiespacio del país dedicado a la mujer embarazada.
—¿Cómo es el “parto humanizado y respetado” que quiere tener?
—No quiero la iluminación blanca típica de hospital que es invasiva para el niño. Pedí una luz natural acompañada de música, quizás sea con ruidos de la naturaleza. Deseo que el bebé esté las 24 horas conmigo, siempre que no haya ninguna necesidad suya que lo impida. Dentro de lo posible, me encantaría tener un parto natural, que mi cuerpo sienta lo que es parir y así darle la bienvenida a la persona que me eligió para nacer. Todavía no decidí si quiero peridural, veré más adelante, soy de las que les gusta sentir todo de la forma más natural posible.
—¿Qué recepción pública tuvo por su elección de maternidad?
—Me sorprendió la ola de afecto que recibí de la gente… A veces voy por la calle y muchas mujeres treintañeras me felicitan y dicen: “¡Ojalá yo me hubiera animado!” No sé si es valentía, así lo sentí, lo busqué y el universo me lo dio. ¡Es glorioso desear algo y que suceda!
La sesión de fotos terminó. La sala quedó invadida por ropa de bebé color celeste y una montaña gigante de peluches y juguetes. Agustina se sienta y bebe un vaso de jugo. A su alrededor su grupo de confianza le acomoda las pertenencias, ella agradece con la mirada pero su mente está en otro lado. Hay determinados momentos que la hacen caer más que nunca en su flamante etapa como madre. “De alguna manera, un poco me voy despidiendo de un estilo de vida y preparando para otro. Mi nuevo ciclo se materializará definitivamente cuando toque por primera vez a mi bebé. Todo el tiempo imagino la cara de mi hijo, la veo como una bolita de cachetes colorados sonriendo. Lo que más espero es que sonría y que con su mano me agarre y no me suelte más”, se emociona como quien ya cumplió su gran sueño.
por Naiara Vecchio
(Producción: Alicia Blanco)
F.DEBARTOLO/PERFIL
Asistente de fotografía: Máximo Gómez.
Agradecimientos: Quinny Argentina (www.quinnyargentina.com.ar). Espacio Maternelle (www.maternelleonline.com), Thames 1750 (Palermo). Cipitria. G de B Niños. ¿Qué será? Futura Mamá. Alberto y Bebe Sanders. Peinó: Marcia Troanes (@martr oanes). Make Up: Tati Coronel (@tatico ronelok).