La pérdida de su padre Jorge, el 8 de agosto pasado, golpeó muy duro a Máxima Zorreguieta (46). Tanto, que a pesar de tener que cumplir con sus obligaciones como Reina de Holanda, quiere estar más cerca que nunca de su familia argentina. Por eso el sábado 26, dos semanas después del sepelio de su papá, decidió tomar en Amsterdam el vuelo 701 de KLM que arribó al país a las 6 de la mañana del domingo, sólo para acompañar a su madre, María del Carmen Cerrutti Carricart en tan difícil trance.
Para felicidad de su mamá, Máxima llegó con su hija mayor, la heredera al trono Catharina-Amalia (13) y pasaron todo el tiempo posible en el departamento familiar de la calle Uriburu para aprovechar al máximo su visita. “María Pame”, como la llaman sus íntimos, tiene debilidad por su nieta mayor y su presencia la llena de alegría. Lo mismo pasa con la nena quien “adora” a su abuela y la llama por teléfono a diario desde que murió su querido abu “Coqui”.
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El domingo 27 madre, hija y nieta almorzaron y cenaron juntas. El lunes a mediodía, María del Carmen le cocinó a Amalia su menú favorito y compró helado como postre. Cerca de las 14, la reina y su hija dejaron el departamento familiar para dirigirse a Ezeiza y tomar el vuelo 702 de KLM que parte a las 15 y 45 hacia Holanda, pero se demoró más de una hora. CARAS fue el único medio testigo de la emotiva visita de la reina.
Elegantísima, Máxima lució un pantalón de cuero gris, camisa color crudo, y una capa de pie de pule de Ives Saint Laurent que usó en el 2015, en la 56º edición del certamen hípico Jumping Amsterdan en el estadio Real. Tenía el el pelo suelto, anteojos de sol y botas de gamuza con taco chino y suela de goma. Además del collar con borlas y las coloridas pulseras, lució una clásica cartera naranja de Hermés (Tote bag Garden Party). Su hija estaba vestida con pantalón negro y blusa del mismo tono con volados en las mangas. Llevaba el pelo suelto, un colgante con un emoticón sonrisa y zapatillas Nike blancas. Al salir, las esperaba el Audi de la custodia oficial y una camioneta de la embajada para llevarlas al aeropuerto de Ezeiza. Su chofer subió una caja que contenía objetos que pertenecíeron a su padre y que ella quiere tener cerca, también un cuadro cuidadosamente envuelto que formará parte del hogar real de Holanda. El rey Guillermo Alejandro (50), quien se quedó con sus otras dos hijas, las princesas Alexia (12) y Ariane (10), se comunicó varias veces con su esposa y con Amalia para seguir las alternativas del viaje y las esperó en su regreso a Amsterdan el martes a las 11 y 30 hora local.
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Si bien está triste y extraña a su marido, María del carmen Cerrutti Carricart se mostró entera y contenida junto a su hija y su nieta. Cuando sale a caminar o a hacer las compras sus vecinos del barrio de Recoleta, la conocen y la saludan con afecto. Sin perder su sencillez y su aplomo, ella va al supermercado de su barrio o elige los tomates y las hortalizas que reinan en su menú. El viernes 25 compró tomates en la verdulería cercana a su casa.
El lunes 28, algunos diarios argentinos publicaron la actividad que la reina había realizado el jueves 24:“Máxima de Holanda retomó por completo su intensa actividad, ya que hace apenas unos días visitó un centro social en Delft y ahora reapareció en este hospital de ancianos en la ciudad de Utrecht. Sin temor a los colores, Máxima lució una blusa nude con estampado amarillo, que hacía juego con el tono de tu falda”. Los medios holandeses tampoco hablaron del viaje a Argentina. Nadie sabía que ella estaba en Buenos Aires: Sólo el amor de madre e hija puede explicar este viaje relámpago para abrazarse, y recordar juntas anécdotas familiares, momentos vividos y contenerse ante la gran ausencia del jefe de la casa.
A pesar de que algunos allegados a la familia comentaron que podría haber viajado por trámites de sucesión, el único motivo del viaje fue afectivo.
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El día del sepelio, Máxima fue la encargada de despedirlo en el cementerio Memorial y se mostró entera, procurando honrar la memoria de su padre. Tanto Jorge como María del carmen estaban orgullosos de tener una hija reina, aunque siempre priorizó el bajo perfil y eligieron seguir con su vida normal. María Pame se movía caminando o en colectivo usando la tarjeta SUBE o junto a él, en su fiel y austero Gol Country. Formaban un matrimonio muy unido y los fines de semana iban a ver polo o solían andar en bicicleta por Palermo. Cuando la salud de Zorreguieta se agravó, su mujer fue incondicional con él y lo acompañó en todo momento. Estuvieron juntos durante 50 años. Por eso Máxima comprende el dolor de su madre y quiere ayudarla, contenerla y cuidarla como un tesoro. Sus íntimos aseguran que aún conserva la esperanza de llevarla a vivir a Holanda, para tenerla cerca, pero ella por ahora prefiere quedarse en Buenos Aires. Está muy cerca de Inés (33), su hija menor, de Martín (45), quien vive en Villa La Angostura pero viaja y está muy pendiente de su madre, y de Juan (35), quien a pesar de vivir en Austria se mantiene en permanente comunicación con su madre. Sin dudas, le falta su gran compañero pero le sobra amor de sus hijos, incluida la reina, que más allá de sus obligaciones de reina, le vive demostrando que es una hija más.
por Rebeca Peiró
ERNESTO PAGES y M.FONSECA/PERFIL