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ACTUALIDAD 16-05-2018 07:52

Ángela Torres, se confiesa y muestra su lado más guerrero

La actriz del momento se confesó en CARAS, haciendo fuerte énfasis en su triunfo frente al bullying ¡Mirá más detalles en la nota! Galería de fotosGalería de fotos

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Su frescura irrumpe desde el momento en que cruza la puerta improvisando una coreografía. Con una energía tan inagotable como su carisma Ángela Torres (19), que todavía conserva algunos rastros de make-up de la grabación de ese día, llega al “shooting” con CARAS en compañía de Amelia (8), hija de su mamá Gloria Carrá (46) (y Luciano Cáceres) quien la pasará a buscar minutos después.“Mi hermanita es la versión mejorada de toda mi familia. Aprendo mucho de “Ame” porque la tiene muy clara y es un ser con mucha personalidad”, comenta al mismo tiempo que busca un enchufe donde conectar su celular para reproducir su playlist favorita de Ariana Grande.

Mientras ondulan su cabello con coloridas cintas y motivos florales que remiten a Frida Kahlo, su musa inspiradora, la nieta de la recordada Lolita Torres tararea las melodías en voz alta, ritual que repite en camarines cada mañana antes de salir a escena en “Simona”. “Estamos enamorados de esta historia y nos queremos mucho todos. He trabajado en elencos donde las cosas se desmoronan y acá por suerte sucede todo lo contrario. Compartimos salidas todos juntos, a veces hasta tarde y aunque reconozco que me cuesta levantarme a la mañana en este proyecto casi no lo padezco. Todo es disfrute y satisfacción”, sintetiza quien se formó en clases de teatro, circo y canto desde los 8 y debutó en televisión dos años antes con una participación en la tira infantil “Patito Feo”.“No veo la hora de salir de gira y de estar arriba de un escenario cantando todas las canciones de Simona”, anticipa la referente teen que sin aires de grandeza ni alardes de su nutrido árbol genealógico asegura que“en este ambiente nadie está consagrado”.

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— ¿Por qué lo dice?

— Porque este es un trabajo muy cambiante y la palabra consagrar no entra en mi persona, no me siento consagrada en lo absoluto. Un día estás en un lugar y otro día en otro. Tampoco sé si me voy a dedicar al arte para toda la vida, porque uno nunca sabe. “Simona” es algo increíble por lo que trabajé muchísimo para que se concretara así que me encargo más de disfrutar el momento y de seguirme llenando de cosas hermosas.

— ¿Su reciente separación no empaña ese disfrute?

— La verdad es que no siento eso para nada porque Pedro (“Pepo” Maurizi) es una hermosa persona y nuestra ruptura fue súper positiva. De común acuerdo, no es que alguien dejó a alguien y simplemente no teníamos la necesidad de seguir siendo novios porque queríamos crecer como seres individuales. De hecho, lo sigo viendo porque no creo en eso de que te separas y de un día para el otro esa persona tiene que dejar de ser parte de tu vida. Lo quiero, lo respeto y creo que el amor puede transformarse en otro tipo de amor. También siento que necesito redescubrirme como mujer porque nunca estuve sola en mi casa desde que me mudé hace dos años, siempre la viví en pareja.

— ¿Y en ese “redescubrirse” con qué se encontró? ¿Cómo se lleva con la soledad?

— No es que me encontré con algo en particular, todavía estoy en ese proceso. Tratando de conocerme, de estar en calma y es una búsqueda que inicia ahora. Con la soledad me llevo bien y tengo ganas de explorarla aunque obviamente lo extraño muchas veces a Pedro porque soy re noviera. Y cuando uno está en pareja vivís la vida medio de a dos y yo me estaba olvidando un poco de mí. Por eso estoy segura de que esto es lo mejor para crecer.

— Aunque en su nutrido currículum artístico se destacan papeles dramáticos como la versión teatral de “El Diario de Ana Frank” y una fuerte interpretación en el filme “Los Padecientes”. ¿Siente el peso de protagonizar su primera tira de televisión en el prime time de un canal líder?

— Jamás me presiono, este es un gran año para mí y trato de aprovecharlo al máximo. Aunque soy exigente a la hora de estudiar los textos y llegar puntual, no me exijo de más ni me vuelvo loca o me castigo. Trabajo desde muy chiquita y lo siento muy natural, como algo que mamé de mi familia a la que admiro y por la que me sentí muy bien guiada siempre.

— ¿Su abuela, la legendaria Lolita Torres, fue una de esas guías? ¿En qué momentos o situaciones de su vida cotidiana la tiene presente?

— En todos los momentos importantes. Hablo mucho con ella antes de cada estreno o cuando estoy muy nerviosa por algo. En un momento me daba pánico volar en avión y antes de subir le pedía que me cuidara desde donde estuviera. Cuando viví con ella, durante sus últimos cuatro años de vida, mirábamos muchas películas juntas en la cama: “Los Aristogatos”, “La Dama y el Vagabundo” y le daba de comer cuando ya estaba muy enferma. Mi abuela era única y daría todo por que estuviera acá. Todo lo que hago es en honor a ella.

— Cuando Lolita dio sus primeros pasos en cine, tenía una cláusula en sus contratos que la excusaba de tener que besar a sus galanes aún aunque el guión así lo requiriera. ¿Usted se siente cómoda a la hora de grabar escenas de romance?

— ¡A mí me re divierte besar en la ficción! Y seguramente a ella le hubiera divertido besar a más de uno (Se ríe). Pero su papá no la dejaba y la única vez que mi abuela se besó en cine se lo llevaron a una cafetería engañándolo hasta que se enteró y se puso como loco. A mí todavía nunca me tocó una escena jugada que quizás sí me daría vergüenza y cierto pudor.

— ¿Con su cuerpo es pudorosa? ¿Se acepta? ¿Se gusta frente al espejo?

— Me acepto mucho aunque como cualquiera tengo mis mambos porque soy una chica de 19 años y cualquier cosa que una mujer se plantea a esta edad es algo que yo también me planteo. Quizás me puedo mirar la rodilla o la pierna y pensar: “Puta madre, no me gustan” pero nada más. Por suerte no me engancho y trato de no caer en el denominador común de la belleza establecida, que tenés que ser flaca, tener tetas, culo o altura porque me parece algo medio de mentira. No creo en las modas tampoco porque pienso que es todo producto del sistema. Yo me acepto como soy y me siento feliz con mi cuerpo.

— ¿Siempre fue así o es algo que aprendió con el tiempo?

— Siempre, de hecho cuando era chiquita era la consejera de todas mis amigas que sí tenían muchos conflictos. En la pileta no se querían sacar la ropa y yo, que ya trabajaba con chicas muy hermosas como Lali Espósito o la China Suárez, les explicaba que no teníamos que avergonzarnos de nada porque somos todas distintas y hermosas. Es una manera de pensar que mantengo.

— ¿Y cómo hace para mantener esa postura cuando la descalifican, a través de redes sociales, por su peso o por su altura? ¿Qué pasa por su cabeza cuando la llaman “gorda” o “petisa”?

— Las redes son tremendas porque uno se esconde atrás de un teléfono. Pero siempre aprendí de todo eso. Así que si me dicen que soy gorda, será que esa persona tiene un problema consigo misma. El día que yo me vea mal al espejo y no esté contenta, haré algo, no cuando otro me lo diga. Hace poco leí un libro que se llama “Los Cuatro Acuerdos” y uno de ellos es que no hay que tomarse las cosas a modo personal. Acepto las opiniones constructivas y las otras me entran por un oído y me salen por el otro. Recuerdo cuando me peleé con Lali en el “Bailando” que hasta me amenazaron de muerte. Me decían que me iban a venir a buscar a mi casa y que me iban a matar. Ahí realmente me asusté y me dolió porque no merecía ese maltrato. Desde esas amenazas le pedí a mi papá que me acompañara a todas las galas.

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— El acoso no fue solo virtual. En el ámbito escolar también la agredían.

— Sí, en los primeros grados de la escuela me hacían mucho bullying. En realidad no era tanto en el colegio sino en la camioneta de escolares que me llevaba. Una vez un pibe me pegó una piña y llegué a mi casa con la cara y el labio todo hinchado. Y la señora que manejaba el micro escolar, cuando vio que me pegaron me dijo:“Bueno, te pasa por hinchar o molestar”. Y yo no estaba molestando a nadie, no me lo olvido más. Obviamente cuando sufrí esas agresiones tuve que hablar con mi mamá para que ella frenara la situación. Cuando me vio así llamó al colegio re enojada, hizo que volvieran a mi casa, que el nene bajara y me pidiera perdón. En otra oportunidad, me pasó que un chico me bajó la pollera y me dejó en bombacha, ¡Te juro! En primer grado la pasaba realmente mal. Me vestía como un nene, mi mamá me cortaba el pelo muy cortito y llevaba el flequillo como rollinga, era medio sapo de otro pozo. Como iba a un colegio Waldorf, donde te vestías como querías porque no había uniforme, yo iba de joggins y las nenas de pollerita. Una vez escuché al chico que me gustaba decirle a otro: “¿Viste que fea la chica nueva?” ¡Y lo decía por mí! Aunque fue en primer grado nunca me lo olvidé.

— ¿Jamás habló con una autoridad o pidió que la cambiaran de escuela?

— No porque entendía que el colegio no era la vida real. ¿Sabés que no me lastimaban esas cosas? Yo soy muy guerrera y sabía que eso iba a cambiar en algún momento. Gracias a Dios no lo viví con angustia y no reniego de eso porque hasta me ayudó a entender muchas cosas del mundo. No es que pensaba: “Nunca nadie va a querer besarme”, entendía que era algo pasajero y que los nenes cuando son chiquitos no entienden. Yo a esa edad, gracias a Dios, ya entendía bastantes cosas.

— ¿A qué le atribuye esa madurez que gozaba a tan temprana edad?

— Mi mamá trabajaba mucho, grababa más de una tira, y quizás no la veía por una semana. En esa soledad y esos juegos que yo me inventaba en mi cuarto sola más las charlas que tuve conmigo misma supongo que me hicieron crecer y ser un poco quien soy. Además de que me rodeaba de gente adulta y muy sabia. Si de algo estoy segura es de que sufrir bullying me fortaleció, pude ganarle, aunque a otras chicas no les sucede, y siento que todo lo que nos pasa es por algo. Con el tiempo, me hice mi propio grupo de amigas, de comedia musical y de otros ámbitos porque siempre tuve proyecciones afuera de lo que era la escuela.

— ¿En qué ocupa sus momentos de ocio cuando no está grabando? ¿La actividad física es algo que la motive?

— Leo, escribo y pinto pero no tengo la constancia de ir a una clase de nada. Cuando salgo de trabajar me voy directo a casa y aunque hago esfuerzos por moverme sé que no nací para el deporte. Para muchos es sinónimo de felicidad, para mí es la infelicidad absoluta (Risas). Estoy muy entusiasmada con la lectura, tanto que dejé de lado mis series por los libros. También escribo cuando estoy mal, a modo de catarsis y llevo como quince cuadernos. Tengo mucho material de mi vida ahí, desde la primera vez que me rompieron el corazón. Algún día me gustaría publicar algo, como “El Diario de Ángela Torres”.

— Dice que no cree en las modas. ¿A qué se refiere?

— A que me visto como se me canta y no me importa seguir las tendencias o lo que se usa. Depende el día y mi ánimo lo que me pongo. Soy lo más “fisura” que vas a ver en tu vida y soy coqueta cuando tengo ganas. Me gusta mucho estar a cara lavada, sobre todo porque paso gran parte del día maquillada y a veces hasta me olvido que abajo de todas esas capas está Ángela. Reconozco que últimamente uso muchos buzos gigantes, que es en lo que más gasto cuando viajo.

—¿Alguna vez siguió una dieta para bajar de peso?

— No, aunque trato de comer sano. Si me hago “la que hago dieta”: desayuno galletitas de arroz con queso, pero en general llego con hambre a grabar y me pido un tostado. Mi comida preferida en el mundo es una buena polenta con salchicha parrillera, mucha salsa y carne, como la que hace mi mamá.

— Se la ve muy cercana con el líder de Márama, Agustín Casanova, su compañero de elenco en “Simona”. ¿La química que se ve en la pantalla continúa fuera del set? ¿Volvería a apostar a una relación?

— (Se ríe) Con “Agus” no pasa nada, somos grandes compañeros y nos queremos mucho. Nos hicimos muy amigos y tenemos una química que no se encuentra en todos lados y tampoco se encuentran personas como él así de fácil. Estoy muy contenta de ser su amiga pero nada sucede. Creo que jamás cerraría las puertas al amor. Quizás hoy optaría por una relación abierta, nada formal. Soy algo posesiva cuando se trata de relaciones y me gustaría cambiarlo.

—El año pasado lanzó su primer single pero la grabación de su disco quedó postergada. ¿Hoy su balanza se inclina más hacia la actuación?

—Este año me pidieron que me dedicara exclusivamente a “Simona” y como es la primera vez que protagonizo, no me iba a hacer mucho la canchera. Lo dejé un poco de lado pero tengo muchas ganas de cantar en un escenario, que es otro de mis sueños. Por suerte mi profesión de actriz siempre estuvo entrelazada con lo musical.

—Dice “otro de mis sueños”. ¿Qué le queda por delante?

—¡Nueva York! Mi gran deseo es hacer comedia musical allá.Ya me fui a estudiar un mes en una oportunidad pero tengo ganas de irme un tiempo largo a probar suerte en teatro. Sé que en algún momento lo voy a hacer.

por Sabrina Galante

(Producción: Fernanda Vaudagna)

Gabriel Machado

Agradecimientos: Asist: Sol Miranda. Make up: Greta Mura para Juicy Makeup con productos Loreal Paris. Pelo: Cristian Rey con productos Sebastián profesional, mila kartei, Lulu Martins, Gabriella Capucci, Sarkany, Las Pepas, Vero Far. Estilismo: Ceci Nissen.

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