La lluvia repentina le otorga un marco melancólico a la tarde. Sin embargo Fabián Doman (51) hace caso omiso al paisaje que le brinda la naturaleza y totalmente concentrado en lo suyo, llega a su casa, deja su saco prolijamente colgado, se afloja la corbata y retira de la heladera una manzana cortada, que come lentamente. Se sirve un vaso de gaseosa “light” bien helada y de inmediato se entrega al juego fotográfico proponiendo los diferentes espacios de la confortable casona de San Isidro que ocupa desde hace poco más de un año.
No hay nada fuera de lugar. La imaginación haría pensar que detrás de esa gran prolijidad hay una mujer que se ocupa de cada detalle. Sin embargo, no es así.
Hasta hace algunas semanas era el hogar que el periodista habitaba junto a Carolina Nuin (40) para llevar a cabo un proyecto de pareja y vida en común, pero ella se fue de la casa. Era sábado a la mañana cuando, después de un intercambio de palabras, Carolina le dijo “me voy”, le dio un beso, tomó a su pequeña hija de la mano y se fue. Sin sorprenderse, el periodista asegura: “esto fue raro, pero son cosas que pasan. No hubo nada ni nadie externo que provocara esta ruptura. Era una relación muy madura, que comenzó en medio de una gran tormenta por mi divorcio con Evelyn (Von Brocke) y Carolina se lo bancó estoicamente, pero no es fácil estar conmigo. Fue un goteo de desgaste”, comenta distante, como si estuviera hablando de una historia ajena a su vida. “Ya había sucedido varias veces eso de irse de la casa tras una discusión para después volver. Le había advertido que esto no debía pasar más, pero sucedió. Y como un gesto de caballerosidad de mi parte, me encargué de llamar a la mudadora para no dejarle ese duro trabajo”, asegura.
Mientras hace una pausa, mira a su alrededor y, pensativo, continúa con su relato: “Ella estaba esperando un ramo de flores y un príncipe azul que la vaya a buscar, y yo aparecí al tercer día preguntándole a dónde mandaba las cosas. Eso tiene que ver con la practicidad del hombre. En lugar de que aparezca el príncipe azul, le llegó un camión de mudanza´Verga Hnos´”, afirma con sarcástico humor.
Muy seguro de sí mismo, y manteniendo una sorprendente frialdad al hablar de lo sucedido, Doman hace un lugar a la autocrítica: “Me dediqué mucho al trabajo. Iba del canal a la radio todos los días y el poco tiempo que estaba en mi casa, me la pasaba en la computadora. Creo que ella estaba cansada de muchas cosas”.
El periodista tiene tres hijos: Federico, de su primer matrimonio y Cocó y Marc frutos de su relación de casi veinte años con Evelyn. Carolina por su parte, tiene a la pequeña Nerina de ocho años y a pesar de que entre todos había una muy buena comunión prefirió que la relación con la pequeña también se interrumpa:“me pareció más saludable no continuar el vínculo con ella tampoco”, afirma con seguridad.
La relación de pareja que comenzó con Carolina, dice que lo sorprendió, porque no estaba en sus planes enamorarse. Hacía pocos meses que se había separado de Evelyn y se imaginaba un largo tiempo solo. Pero sorpresivamente apareció el amor que fue creciendo hasta el punto de llegar a la convivencia, con intenciones de tener un hijo y también de pasar por el Registro Civil. “El tema de tener un hijo se barajó en un principio, después ya no y con el casamiento no nos pusimos de acuerdo. Yo quería los papeles y ella la fiesta, y finalmente no lo llevamos a cabo. Ahora estoy disfrutando de mi soltería. Nací casado y este momento está bueno explorarlo”, afirma.
Nuin, aseguró que lloró mucho por la ruptura, sin embargo él vivió la separación de forma totalmente distinta: “No es que no la quería pero la verdad es que no lloré nada y yo también hice mi duelo, pero mirando varios partidos de fútbol por televisión. Ahora me junto en casa con mis amigos y no añoro para nada la vida de pareja. Lo que sí extraño de ella es la comida. Cocinaba muy rico y ahora tuve que volver a las viandas dietéticas”. Fabián aclara que se cuida en las comidas y que hace un trabajo cotidiano para estar bien. “Ninguna mujer me ve como amante. Si no fuera periodista ni saliera en televisión o radio, no me hubiera casado nunca. Soy el antihéroe. El antimodelo y el triunfo de los feos. Tengo tendencia a engordar, no soy alto ni rubio. No tengo ningún atributo físico. Soy el típico gordito fracasado. La única ventaja que tengo es cuando me dejan hablar. Esa es mi arma de seducción, la que condimento con humor, aunque a veces mis chistes pueden ser hirientes. Manejo bien la ironía y puedo llegar a ser cruel”, acota.
El rol del hombre perdedor lo sabe jugar con astucia pero en su interior sabe que no es así. “Ahora no estoy en pareja, pero tengo una Louis Vuitton y una joya Tiffany esperando dueña. Por el momento el “Touch and go” que promociona Moria Casán, lo aggiorné con un “Fuck and go”, dice riendo y agrega: “soy romántico y sé cómo seducir a una mujer. Caigo en lugares comunes de regalar flores y bombones pero también soy original. Una vez a una chica la seduje regalándole 38 potes de ketchup porque sabía que le gustaba, y funcionó”. Alardeando de su originalidad, el periodista afirma también que es muy exigente a la hora de elegir una compañera. “Me gustan las mujeres que usen talle 2 y como dice Vinicius de Moraes, que las feas me perdonen, pero la belleza es fundamental”.