Es una hermosa postal familiar. Rodeados de un paisaje que parece extraído de un cuento, Hernán Drago comparte con su mujer, Bárbara Cudich y sus hijos Luka y Lola un mágico refugio en la Patagonia Argentina, más precisamente en Bariloche. Fue hace ocho años cuando, seducido por la pasión por la pesca, decidieron poner manos a la obra y comenzar a hacer realidad este sueño que hace unos pocos meses terminaron de construir. “Acá todo es maravilloso. Se respira paz permanente y te desenchufás de todo”, comenta el modelo y continúa: “Xuxa, que es la madrina de mis dos hijos, suele venir acá porque encuentra una tranquilidad única y el lugar le apasiona. Es la primera en arremangarse para ponerse a trabajar y debo confesar que la decoración es íntegramente de ella. Puso las cortinas, se encargó de comprar las luces y las pieles que distribuyó estratégicamente. Además trajo de Brasil un cuadro y una fuente. Mi mujer fue la encargada de hacer los muebles y yo me ocupo de todo lo que es la jardinería y la poda”.
La amistad entre la familia Drago y la animadora infantil nació cuando Xuxa hacía sus programas en Argentina y Bárbara era una de sus productoras. El trabajo compartido forjó una amistad indestructible que lejos de disolverse con el paso de los años, se fortaleció tanto que ya es una integrante más del grupo familiar. “Cuando nació Luka, un primero de Enero, ella lo quiso venir a conocer de inmediato, porque iba a ser su madrina. Como llegar a Buenos Aires implicaba un operativo, decidimos reunirnos en Bariloche. Se tomó un avión privado y la fuimos a buscar al aeropuerto y ahí lo conoció. Ella quedó tan fascinada con el lugar que desde que compramos la cabaña, es nuestra invitada de siempre”, agrega. Después nació Lola y Xuxa también es su madrina, así que sobran los motivos para las reuniones. “Muchas veces nosotros nos vamos y ella se queda en la casa. Acomoda, decora, limpia. Por su estilo de vida y su fama ella no puede hacer eso cotidianamente. En cambio cuando llega a la cabaña se relaja y es una más”, dice.
Hernán asegura que también es un ámbito ideal para acercarse a sus hijos, quienes ya están entrando en la adolescencia. “nos despojamos de los Ipad y andamos descalzos. Con unos sandwiches improvisados y las cañas de pescar nos pasamos el día junto al Nahuel Huapi, pescando, tirando piedritas, escuchando los pájaros. Y con sutileza entramos en temas que pueden ser difíciles. Acá encontramos el diálogo y los aconsejamos, los orientamos y los guiamos. Son momentos muy ricos y los chicos responden”. Enamorado de su cabaña, Drago confiesa que cuando el stress lo sobrepasa, se hace una escapada y ahí recupera el equilibrio. “En el sur está mi norte. Por eso cada vez vengo más seguido y no solamente con mi familia. Muchas veces llego solo o con algún amigo apasionado de la pesca como yo. Cuando me ve medio loquito, Barby me pide que me vaya al sur”.
Casados desde hace 16 años, la pareja construyó sus cimientos basados en la admiración, la confianza y el amor. “Logramos un lindo equilibrio y pudimos construir una familia hermosa. Ella es muy capaz y muy ansiosa. Es una buena madre a la que admiro mucho. Nos complementamos muy bien y en muchas cosas somos parecidos. Y este lugar también nos permite alimentar nuestra vida de pareja”.
por Leticia Pomo
Fotos: Almendra Arrigoni.
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