Está triste y su mirada perdió todo el brillo de aquel “chico” feliz que siempre reía y hacía bromas. Intenta distraerse. Su incondicional grupo de amigos lo rodea permanentemente. Lo sostiene. Lo anima a continuar y, cuando irremediablemente se quiebra, seca sus lágrimas, lo consuela y lo empuja a seguir. Apenas transcurrieron unos días desde lo que Nico Vázquez (39) señala como su peor pesadilla. Cuando el 16 de diciembre recibió un llamado a su celular desde Punta Cana para comunicarle que su hermano, “mi amigo, mi confidente”, Santiago, había fallecido. Para el actor ya nada más importó. Estaba en plena luna de miel con su pareja desde hace años, Gimena Accardi (31). Con ella habían planificado un verano diferente y en familia en Mar del Plata, “la ciudad feliz” en la que precisamente se casaron. Allí habían alquilado una gran casa en el country Rumancó para disfrutar de días de risas y relax junto a sus padres, a sus hermanos y a sus amigos. Mientras por las noches protagonizarían “El otro lado de la cama”, en el teatro Mar del Plata, le produciría una obra a su hermano. Era el plan perfecto. Pero, como comentan en el íntimo círculo, “el diablo metió la cola”. Y el feliz mundo de Nico se derrumbó. La primera reacción fue suspender todo. La ciudad junto al mar fue el lugar en el que los hermanos pasaron sus últimos momentos juntos durante la boda de “Gime” y “Nico”.
Los primeros días que sucedieron a la tragedia el actor eligió una estrofa del tema “Fix You”, de ColdPlay, y a partir de allí comenzó a escribirle a “Santi”. “Cuando las lágrimas caen por tu rostro, cuando pierdes algo que no puedes reemplazar, cuando amas a alguien, pero se va. ¿Podría ser peor? Las luces te guiarán a casa, y encenderán tus huesos. Y yo intentaré arreglarte… Tu canción favorita y una de las mías, porque en casi todo éramos iguales. Ahora que no estás la entiendo más. Si vos sonreías, yo más, si a vos te dolía, a mí también. Todo era juntos y sin parar de amar. No se está haciendo fácil hermano, ni lo será. Se me hace muy difícil no tenerte… Nada será igual después de vos pero de a poco tendré que aceptar y avanzar. No te voy a defraudar hermano. Sos puro amor y sé que estás pero te vuelvo a repetir que no es fácil no verte, tocarte o escucharte. Te amo con el alma. Cada día te extraño más y me duele todo cada vez que te extraño. Te lloro, te recuerdo y te amo cada día más…”.
Sin presiones, sólo dejándose llevar por el amor, decidió volver al teatro y el martes 3 de enero debutó en la temporada teatral de Mar del Plata. Hizo su mayor esfuerzo pero todo le recordaba a “Santi” porque todo había sido detalladamente planeado con él. Y en las primeras filas de la platea, una mujer rubia con los ojos cansados por tanto llorar, Mirta, hacía fuerza para que su hijo tuviera las fuerzas necesarias para cumplir con toda la función. Como un gran profesional, Nico cumplió con la exigencia de su personaje, hizo reir al público, bailar y cantar. Pero al finalizar “El Otro Lado de la Cama”, debió ser contenido por sus incondicionales compañeros, su mujer, Benjamín Rojas, Sofía Pachano, Sofía Gonzalez Gil y Francisco Ruiz Barlet. Al término de la función, “Nico” fue a cenar con el elenco y la producción (Javier Faroni, entre otros) al “SushiClub” de Playa Grande.
“¡Estoy acá por mi mamá...! ¡Te amo vieja! Por mi papá y mis hermanos. No tuve días fáciles y esto no se termina hoy. Pensé que no iba a poder hacer la obra. Lo que pasa es que mis banderas eran el humor y el amor… y cuando te pasa algo así se te caen las banderas y las tenés que volver a levantar. Mi vieja es una leona que me agarró y me dijo: “Lo tenés que hacer…” Hoy lo único que puedo decirles es que nunca se guarden un “Te amo o un te quiero”. Sé que la vida sigue pero yo lo extraño todos los días a mi hermano, y cada día más, y me duele todo cada vez que lo extraño. Sé que está a mi lado; lo sé y lo siento…”, expresó “Nico” desnudando su alma y sin poder evitar quebrarse al terminar cada frase.
Pero un pilar fundamental se mantiene firme a su lado desde aquella fatídica mañana en la que recibió la terrible noticia. Gimena lo sostiene, lo mima, lo consuela, seca sus lágrimas y, a veces, debe contener las propias. “Hoy siento que nuestro mayor esfuerzo es transformar el dolor en amor. En un mensaje de amor. En pensar que nosotros estamos vivos. Hoy ´Nico´ recibe lo que siempre sembró; amor y respeto. Es un ser muy sensible y yo por eso lo estoy conteniendo con todo mi amor. Le digo en broma que como hago yoga estoy más preparada para sostenerlo. Pero es un proceso muy largo que estamos transitando con la sensibilidad a pleno. También sabemos que el amor es el motor que nos da fuerza para seguir adelante. Y yo sé perfectamente que si me derrumbo no queda nadie en pie… Mirta también hace un inmenso esfuerzo y no se quiere enojar con la vida. Es conmovedor…´Santi´ era amor puro y vivía pegado a ´Nico´. Y ´Nico´ se consuela diciendo que no le quedó nada por decir. Ya que todo el amor que se tenían se lo dijeron en vida. Somos conscientes del largo camino que tenemos por delante. Mar del Plata, además, es muy movilizante para nosotros y nos suma emoción. Pero va a ser un día a día para ir superando. Jamás olvidando”, repite Gimena sacando todas las fuerzas de su interior y descubriéndose como una leona a la hora de sostener a su par. “Ella es mi gran contención”, repite “Nico”.
Ella, la mujer frágil sólo en apariencia, fue también quien con sus dos manos lo tomó fuertemente a Nico cuando toda la sala se puso de pie para aplaudirlo y ovacionarlo como una clara muestra de acompañar su dolor. Un dolor que lo quiebra cada vez que recuerda a Santi con una anécdota que compartieron hace menos de un mes. Los días no resultan menos angustiantes. Cada despertar en esa casa en el country Rumencó había sido planeado para compartir con divertidos días. Entonces son los amigos los encargados de tomar la posta. Todos juntos marchan a la playa. Una carpa en el balneario privado Cabo Largo, pasando el Faro, en las playas del sur (un club de playa cuyo lema, paradójicamente, es “Si puedes soñarlo, puedes lograrlo”). Alejados pero acompañados. Allí se instalan cada mediodía con su Golden Retriever y sus incondicionales amigos. Allí almuerzan y se arman interminables guitarreadas armonizadas con rondas de mate y facturas. Por momentos Nico y Gime cantan con todos. Pero también por momentos se funden en conmovedores abrazos con lágrimas compartidas. Y una vez más es aquella sólo en apariencia frágil mujer quien deja aflorar la leona que lleva adentro para contenerlo, rodearlo fuertemente con sus brazos, besarlo y susurrarle al oído un nuevo “Te amo” que servirá para continuar ese “día a día” que hoy transitan con las huellas del dolor en sus miradas.
por Gaby Balzaretti
(desde Mar del Plata)
FOTOS: M.DUBINI/PERFIL